Ha pasado Semana Santa. Hoy, Carles no
puede venir por obligaciones familiares y Pep y yo decidimos volver a Cal Parera.
Aparcamos en el mismo sitio que la vez
anterior. El cielo está despejado con una temperatura fresca y agradable. Un
camión cargado de troncos ocupa media pista, apenas dejando sitio para pasar.
Parece que tiene el sistema de dirección roto.
Llegamos a Cal Parera y esta vez,
buscamos el camino hacia el norte. Lo encontramos cerca de la cisterna: un
camino ancho que cruza los campos entre dos muros. Llegamos a la pista, la
misma que pasa al lado de la casa. Ya no la vemos con tanta benevolencia como
hace dos semanas, ya que vemos su intención de ir serpenteando hacia el norte y
tememos por nuestro camino, que está pintado con marcas amarillas con un punto
central de color naranja de una antigua caminada.
El camino que sube desde Cal Parera entre dos muros
Las curvas de la pista van cortando el
camino a medida que sube, ante la indignación creciente de Pep. Oímos los
ladridos de los corzos, un sonido muy agresivo para un animal que no lo es.
Nuestro camino continúa hacia el
norte, pasando al lado del final de la pista. Desde aquí sube con pendiente
suave pero constante hacia el punto más bajo de la sierra. Dejamos un camino
que se bifurca hacia la derecha. Justo debajo de la cresta, el camino hace unos
zigzags muy cerrados, obligado por la pendiente, y luego desaparece, roto por
una pequeña pista para arrastrar troncos hacia arriba.
Cuando nos asomamos a la cresta,
entramos en una auténtica autopista que viene desde el este y gira hacia el
norte, aniquilando nuestro camino. Llegamos a un pequeño collado. La pista gira
hacia la derecha para dar la vuelta de una pequeña elevación mientras
recuperamos los restos del camino que continúan recto.
Salimos a la cresta
Miramos nuestros mapas. Cuando
buscamos los caminos de Rus por encargo del Parque de Cadí-Moixeró hace más de
15 años, vimos fragmentos de este camino pero no supimos ver su continuidad
hasta Cal Parera. Evidentemente, en aquel tiempo la pista no existía.
Salimos a otro collado más importante
donde hay una gran explanada. Desde el Collet de Casa Nova, llegaba un camino
muy interesante que buscaba la forma de pasar las rocas. Ahora, por el mismo
sitio, pasa la autopista que ha dado la vuelta del pequeño cerro y ha
convertido la explanada en una gran estación de carga de troncos. Del camino,
evidentemente, no queda nada.
En el Collet de Casa Nova; donde ahora hay la pista, antes había un camino muy curioso
Desanimados, comemos cerca del Collet
de Casa Nova, con el valle de Rus delante y el pueblo de Castellar de N’Hug al
fondo. La sensación es que estamos viviendo el final de una era. ¿De qué sirve
esforzarnos por buscar y cartografiar los caminos antiguos, si cualquier día
pueden desaparecer bajo una pista nueva con esta nueva moda de mejora forestal?
Es evidente que hay un desconocimiento general de esos caminos y tampoco hay
interés en tenerlos en cuenta a la hora de planificar una explotación.
Vista del valle de Rus desde el Collet de Casa Nova; en el fondo, se ve el pueblo de Castellar de N'Hug
Bajamos la pista hacia Erols. Pequeños
fragmentos del camino antiguo bajan con más pendiente en curvas muy cerradas.
Toda esta zona fue arada en los años 60, expulsando a los ‘masovers’ que vivían
en las casas, para plantar pinos cuando a Franco se le ocurrió que había que
reforestar España. El impacto en su día debía haber sido enorme. Con el tiempo,
los surcos se han ido suavizando pero los pinos no prendieron en todas partes,
sobre todo en las zonas más altas donde todavía se pueden ver claramente las
líneas de los surcos en las cuestas de las montañas, dándoles una forma de
zigurat.
Otro efecto que ha perdurado es que
hay miles de caminos por todas partes. Nos causó mucha confusión en Rus,
intentando ver cuáles entre todos estos surcos eran los caminos buenos.
Al llegar a Erols, propongo que
miremos el camino que quedó pendiente de la vez anterior. Yo pensaba que era la
continuación del camino antiguo y acabaría en la pista pero, al contrario, sube
y nos acaba llevando a una de las zonas de cultivo, els Planassos, donde se
pierde.
Un pequeño 'grau' en el camino que sube a Els Planassos desde Erols
Habíamos dejado a la derecha lo que
parecía ser un camino de bajada. Al volver desde els Planassos, lo probamos
pero se pierde enseguida y decidimos bajar a lo bruto. Yendo de claro y claro y
siguiendo los rastros de los ciervos para esquivar los precipicios, finalmente
llegamos a la pista de Erols, ya cerca del coche.
Con eso,
damos por concluida la salida de hoy. 8,7 km; 460 metros de desnivel acumulado.
PD. Una de
las grandes atracciones de la Fira de Maig de este año en Berga fue una maqueta
que representa la nueva explotación forestal. En una cara de una montaña con un
bosque bonito, despejado, con árboles maduros, se muestra el uso industrial de la madera
para crear tablas de palets y energía limpia. En la otra cara, las
consecuencias beneficiosas de esta explotación ordenada: pistas limpias, zonas
de picnic, nuevos caminos con pintorescos puentes de madera que cruzan las
rieras. Lástima que no sea la realidad que vemos nosotros.
La visión idílica de la explotación forestal
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