La semana anterior, nos quedamos en
casa por mal tiempo, o buen tiempo. Llovió.
Hoy Carles no puede venir. Llegamos a
Santa Maria de Merlès con una temperatura de -4ºC. Pep ha pasado a un mapa el
trazado de un camino de la Minuta que iba desde Santa Maria de Merlès en línea
casi recta a la casa de Salvans, y después a la casa de Biure, camino a
Gironella.
Santa Maria de Merlès con el frío de la mañana
Ahora hay una ruta de la Xarxa Lenta
que intenta seguirlo pero acaba dando rodeos por las pistas. Después de dejar
atrás el núcleo del pueblo, vemos restos del antiguo camino que bordean los
campos, que seguimos. Llegamos a la casa de Salabert, ahora convertida en
granja de vacas. Desde la entrada, vemos el camino antiguo que bordea la casa
por el sur pero es imposible llegar por la vegetación.
La Xarxa Lenta hace tiempo que había
marchado por otra pista. La nuestra tiene un rótulo que dice “Camino
particular”. “¡Sí, hombre!”, dice Pep, y continuamos. Pasamos por delante de la
casa y entramos en los campos. Hay decenas, cientos de vacas y terneras. No
parecen tener fin y todas nos miran con mala cara. “No sabéis que allí dice
‘camino particular’”, nos parecen decir.
Ante la presión vacuna, bajamos a la izquierda
en cuanto podamos para buscar el camino antiguo. Lo encontramos bordeando el
campo, llegamos al Torrent de Pinya, que cruzamos, saliendo a una pista con una
flecha blanca sobre un fondo verde. Pep vuelve a sacar su mapa. “Según esto,
para llegar a Torvella, hay que subir a la cresta primero por la derecha, como
si fuéramos a Sangnari”, dice. Miro por encima de su hombre. “Yo creo que da la
vuelta por la izquierda, sin subir, hasta casi llegar al collado de Torvella”.
Siguiendo el camino que baja al Torrent de Pinya
Probamos por la derecha. Aquí no hay
nada y volvemos a bajar a la pista. Probamos por la izquierda. Tampoco vemos
nada pero por lo menos es un camino limpio. Llegamos a la carretera de
Puig-reig y giramos a la derecha para subir a Torvella, donde antes había una
torre y una iglesia. Allí vemos como llega el camino antiguo al collado y la seguimos
hacia atrás. Se pierde en un campo, justo antes de llegar a la pista. Imposible
verlo desde la pista.
Volvemos al collado de Torvella y Pep
toma otra pista hacia el noroeste. Ya son pasadas las 12 y hace una temperatura
más agradable. Comemos sobre una roca plana, con la casa de Salvans a la vista
y una visión de 360º.
Mirando hacia el norte desde nuestro comedor. Al fondo, Tosa d'Alp
Llegamos a la casa de Salvans, donde
hay un importante cruce de caminos. Un poste de la Xarxa Lenta señala a la
izquierda, hacia Biure, y también hacia la derecha, para ir a Santa Maria de
Merlès, pero no vemos pintura en el suelo. Pep se inclina por bajar en línea
recta; a mí me parece que hay que ir por la derecha, por una pista.
Vamos por la derecha. Pep me muestra
las marcas grabadas en la roca de un horno de aceite de enebro pero al pasar la
próxima curva, me doy cuenta que me equivoqué de camino. Decenas de novillas de
esa peluda raza escocesa con cuernos largos – y cuyo destino es sin duda el
matadero – nos miran con ojos hostiles, agrupadas alrededor de un comedero.
Intentamos rodearlas pero las rocas nos lo impiden. Levanto nerviosamente los
dos primeros dedos en signo de V. “Paz”, les digo. Hasta ahora, este sencillo
gesto siempre me ha funcionado. Sea como sea, las novillas se limitan a
mirarnos. Y después, Pep encuentra un horno de cal del que no tenía constancia.
El dibujo cortado en la roca por donde bajaba el aceite de enebro después de calentar la madera en unos recipientes colocados sobre los círculos
Sin embargo, nuestro camino no va en
la dirección correcta y al final tenemos que dar la vuelta. “Por las vacas,
no”, imploro a Pep. Bordeamos un risco hasta encontrar la manera de bajar a la
pista siguiente, donde volvemos a encontrar las marcas amarillas de la Xarxa
Lenta. Pasamos por la casa de Sangnari, ahora dedicada al turismo rural, donde
volvemos a perder la Xarxa Lenta. Bajamos a un torrente y luego subimos
peleando por la vegetación hasta llegar a una pista.
La casa de Sangnari
Voy caminando por la pista totalmente
desorientado. Veo a lo lejos la casa de Salabert (la del camino particular) pero
no sabría decir dónde estoy. De repente, veo un poste con una flecha blanca
sobre un fondo verde. “Eso me suena”, digo a Pep. “Menos mal”, me contesta, y
bajamos a cruzar el torrente para buscar el camino de esta mañana.
Deshacemos la ruta. Esta vez
conseguimos seguir el camino hasta su empalme con la pista, su trazado
camuflado por las zanjas de los campos. Seguimos deshaciendo nuestra ruta hasta
llegar a Santa Maria de Merlès. Desde el centro de recuperación de fauna de
Camadoca, una cigüeña nos mira, de pie sobre el césped.
La casa de Salabert con el trazado del camino a la izquierda de la pista
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 16,1 km; 370 metros de
desnivel acumulado.
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