La semana pasada, además del trazado
de la Minuta, Pep había traído un mapa del siglo XIX que mostraba una red de
caminos entre Gironella y la Riera de Merlès. En aquella salida, vimos que la
Xarxa Lenta actual intenta seguir esa red.
Hoy, Pep tiene que volver antes y
además es un día inapacible, frío, y está previsto que llegue una borrasca con
lluvia y nieve. Pep propone volver a mirar el mapa antiguo pero desde el
santuario de La Guàrdia.
Salimos de Gironella por la zona de
las piscinas. Es una carretera que no conocía, muy sinuosa, y va hacia Santa
Maria de Merlès, pasando por La Guárdia. Allí aparca Pep, en el cruce con la
carretera que sube al Santuario. Al bajar del coche, se oyen muchos pájaros
cantar, de especies que no se ven en el Alt Berguedà pero por encima de todo
esto, un fuerte olor a purinas (o ‘eau de cochon’ como lo llamamos nosotros
cariñosamente).
La primera tarea de hoy es buscar la
continuación del camino que seguimos la semana pasada hasta Torvella. Caminamos
por la carretera hacia el este, con el frío y el mal olor. Empezamos a ver los
rectángulos amarillos de la Xarxa Lenta.
De repente, Pep ve un perfil sospechoso
a la izquierda, al otro lado de un campo. Al llegar allí, vemos claramente que es
el camino antiguo, ahora convertido en canal para llevar el agua de lluvia.
“¿Por qué no se ha marcado esto en la Xarxa Lenta en vez de la carretera?”, nos
preguntamos. Lo seguimos hacia el coche, dejándolo poco antes de llegar a la
carretera que sube a La Guàrdia.
El camino antiguo que pasa por La Guàrdia
Damos media vuelta y volvemos hacia el este. Al llegar otra vez a la carretera de Santa de María de Merlès, vemos unas marcas difusas que bajan hacia la derecha y buscan el torrente, evitando el largo rodeo que hace la carretera.
El camino no está muy limpio y las
marcas se ven muy de vez en cuando. ¿Qué pasó con la Xarxa Lenta del Baix
Berguedà?, nos preguntamos. ¿Se tuvo que hacer de prisa y corriendo? ¿Faltó
presupuesto? Ya habíamos visto la semana pasada lo fácil que era perder la
Xarxa en un giro repentino.
Con la casa de la Tor Nova a la vista,
dejamos el camino y cruzamos la carretera. Buscamos un camino que subiera desde
aquí hacia La Guàrdia. Pasamos por La Barraca, una casa en ruinas. Hay pistas
pero no se ve un camino claro.
Llegamos a La Guàrdia. Es un lugar pulcro, bien cuidado, que invita a pasear y con unas vistas privilegiadas del Baix Berguedà. Una pequeña vía crucis lleva al penitente hacia la iglesia.
Una de las columnas de la via crucis y la iglesia
La vista desde arriba, mirando hacia el noroeste, con el pueblo de Gironella y detrás, las montañas de Capolat y Rasos de Peguera
Todo el recinto se ve acondicionado para visitas escolares. Pep aún llegó a conocer al último cura que vivía en la rectoría. Un grupo de buitres sobrevuela la iglesia, buscando comida. A veces, subiendo a Queralt, se les ve pasar muy de cerca.
El cuidado entorno de la iglesia invita a quedarse
Comemos en el camino de bajada desde
el santuario, con vistas a Cal Bassacs y Gironella, y detrás, los Rasos de
Peguera, medio tapados por las nubes. Después de comer, seguimos bajando y
giramos hacia Gonfaus. Pep quiere mostrarnos un horno de tejas. En el camino,
cerámica ibérica en el suelo. El horno está casi enterrado bajo la vegetación.
Es una estructura grande, aún en buen estado, y si se limpiara, podría ser una
atracción turística para las múltiples casas de turismo rural que hay
alrededor. Pero a ningún propietario se le ha ocurrido dejarlo visible y
visitable.
Parte del horno de tejas
Cruzamos la riera antes de llegar a
Gonfaus. Más que una riera es una zanja de drenaje de metro y medio de fondo.
Pep y Carles salen de la zanja con cierta dificultad, agarrándose a ramas y
piedras. Cuando me toca a mí, con la mano derecha sujeto una rama y la otra la extiendo para que me
ayuden a subir. “Ah, no”, dice Pep, negándose a ayudarme. “¿No tienes una tía que
cree que eres una especie de Indiana Jones? Ya saldrás tú solito”.
Pep y Carles hablan tranquilamente
entre ellos mientras me esfuerzo por salir de aquella fosa y cuando por fin lo
consigo, ponemos rumbo otra vez hacia La Guàrdia. Como última tarea, Pep quiere
encontrar la continuación hacia Gironella del primer camino que encontramos
esta mañana. Dejamos los campos para entrar en una zona selvática bajo las
rocas de La Guàrdia. Uno no puede dejar de sentir un poco ridículo, peleando
con la vegetación a menos de 100 metros de una pista limpia y despejada.
Al final, hasta Pep admite la
futilidad del esfuerzo y volvemos a tierras civilizadas, que no volveremos a
abandonar hasta llegar al coche.
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