El jueves, Pep me llama. No puede
venir; temas burocráticos relacionados con la Sociedad de Arqueología.
Pregunto a Carles dónde quiere ir.
“Donde quieras”, me dice, generosamente. “¿No tienes ningún capricho?” “Bueno,
un capricho sí que tengo”, contesta. “Por la casa de Bruc, en la Pobla de
Lillet, había una zona muy habitada en la Edad Media, con castillo incluido,
que se llamaba Vilacorba”. “Pues, que no se hable más. Allá vamos”, digo.
Como sabrán mis lectores, las piedras
no me emocionan especialmente pero yo también tenía un capricho relacionado con
esa zona. Detrás de la casa de Bruc, hay una larga sierra, al otro lado de la
cual hay la casa de Meranges. Ya conocía un camino que daba la vuelta de la
sierra por el este (ver la salida del 16/9/2011) pero, como los exploradores
del siglo XVII que buscaban infructuosamente el Paso del Noroeste para comunicar
directamente el Océano Atlántico con el Pacífico, guardaba esperanzas de
encontrar un camino que usara una ruta más directa.
Aparcamos el coche en una curva de la
carretera de Castellar de N’Hug y subimos hasta un collado encima de la casa de
Les Comes. Para cubrir el expediente, Carles mira la cima del cerro pero no hay
nada. Pero yo tenía la mirada puesta en los esperones rocosos hacia el norte.
Encontramos un camino que marcha hacia el noreste pero muere en una dehesa.
Igual se puede dar la vuelta pero eso no es lo que yo quería. Quería un camino
que pasara directamente por algunos de los collados que indica el mapa.
Vista de La Pobla de Lillet y el Catllaràs, y detrás, Ensija y Pedraforca
Vemos rastros de caminos que se mueren
en artigas (ver Glosario) a media cuesta. Empiezo a hacerme a la idea de que lo
que estoy buscando no existe, como tantas otras cosas en la vida. Subimos otro
camino por el bosque. De repente, Carles me dice: “Tienes una serpiente a tu
derecha”. Me quedo clavado. Que diga que hay una serpiente y que no se escuche
el ruido de algo que se escabulle sólo puede significar una cosa: una víbora.
Giro la cabeza y allí está, a un metro y medio. Nos quedamos mirando, a ver
quién cede primero y justo cuando estaba buscando la manera de pasar sin acercarme demasiado, la víbora decide que, después de haberme aguantado
la mirada durante dos minutos, ahora puede retirarse con dignidad y se marcha a
mi izquierda.
Guía de identificación de serpientes para temerarios: Si la pupila es redonda, es inofensiva
Salimos en una pista antigua que sube
con pendiente fuerte y zigzags cerrados para difuminarse en otra artiga. Miro
las rocas detrás. “Es igual”, pienso. “Tampoco es lógico que se quiera subir
esas cuestas asquerosas si se puede dar la vuelta de la montaña con una cuarta
parte del desnivel”. Y nos paramos para comer.
Bajamos hacia la casa de Bruc. Aquí en
los campos, hay piedra abundante, usada para hacer las terrazas. Si en alguna
ocasión hubiera algo medieval, habría estado aquí, pensamos, pero no nos
paramos a buscar. Por aquí, pasó una de las ediciones de la Caminada Popular de
La Pobla de Lillet y decidimos que sería más fácil buscar el camino antiguo
entre Bruc y Les Comes, que fue usado en esa Caminada, y que evitaría subir y
bajar interminables barrancos en esta tierra rota. Con cierta dificultad, lo
encontramos y nos lleva con elegancia a Les Comes.
La casa de Bruc. Detrás, las ásperas cuestas de la Carena de Les Comes
Rodeamos la casa y en el proceso
perdemos el camino. En el Torrente de Les Comes, encontramos otro camino, pero
nos deja tirados en lo que debían ser los antiguos huertos de la casa. Hace
calor y se me acaba el agua. Salimos como podemos del barranco del torrente y
hacemos un flanqueo ascendiente con un calor cada vez más sofocante hasta
llegar al collado que nos llevará al coche. Ha sido una salida demasiado
técnica para mi gusto.
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