La semana que viene, estaré en
Inglaterra y ya no volveré a esta zona. Por eso, Pep decide que merezco un
recorrido turístico por la Riera de Navel, ahora convertida en reserva natural.
Hoy también habrá un eclipse parcial que nos pillará en plena caminada.
Por enésima vez, aparcamos delante de
la iglesia de Sant Joan de Montdarn. “Recuerda lo de los cinco caminos”, dice
Pep para acallar mis protestas. Iniciamos lo que sería el camino a Montmajor,
girando a la derecha justo antes de Les Casas y pasando por la casa de
Buida-Sacs.
En algún punto, se ve algún resto de
lo que podría haber sido el camino antiguo, pero básicamente estamos siguiendo
pistas forestales. Situados en la cabecera de la Riera de Navel, nos
encaminamos hacia el Molino de Cal Félix mientras la luna va comiendo el sol
poco a poco, dejando una sensación precrepuscular. Pep y Carles, al igual que
los trolls, no se atreven a mirar el sol pero yo no temo por mis retinas y aprovechando
las nubes que tapan parcialmente el cielo, veo que el sol ahora se parece a un
cuarto de luna.
Pasamos por el molino, con la
arquitectura típica de una torre medieval. ¿Qué hace una torre metida en el
fondo de un valle? pregunto a Pep. No me lo sabe decir con claridad pero
especulo que podría ser para proteger la entrada, como esas estatuas que
vigilaban la entrada de Góndor en la película del Señor de los Anillos.
La casa de Cal Félix con la torre medieval a la izquierda
Pasamos delante de Cal Rebotit, una
casa que se está arreglando. Aquí el GR deja la pista y sube hacia Pujol de Planés.
El primer tramo está inventado, cruzando antiguos campos, pero empalma con otro
que viene de una casa en ruinas a media altura cerca de Cal Félix y ése sí es
auténtico. Mientras vamos subiendo, voy vigilando el móvil para ver si tengo
cobertura. Porque hoy es el cumpleaños de mi padre y tengo un plan: que todos
le cantemos “Happy Birthday” por el móvil para hacerle pasar el trauma de
cumplir 89 años. Llegamos a Pujol de Planés, donde también hay una pequeña zona de
picnic y unos plafones explicativos de la reserva natural. Es el lugar
perfecto.
Les explico el plan a Pep y Carles
pero no están por la labor, a pesar de que los dos conocen a mi padre desde
hace tiempo. Cantar a pleno pulmón agrupados alrededor de un móvil no les hace
gracia; temen por su dignidad como personas serias y se niegan en redondo. Les
recrimino su falta de sentido de humor, sus pocas ganas de divertirse, de hacer
una buena obra y dar unos momentos de felicidad a un anciano; incluso les
explico la vergüenza que tuve que pasar en el curso de Hablar en Público que
hice hace un par de años pero no hay manera. Saludar sí, pero cantar no.
La casa de Pujol de Planés con la iglesia de Sant Esteve
El plafón informativo de la reserva natural
Mientras tanto, vamos bajando otra vez
al valle y pierdo cobertura. Pasan unas nubes un poco tormentosas y tememos la
lluvia pero luego sale el sol y todo vuelve a la tranquilidad. Cantan los
pájaros y revolotean las mariposas. De
repente, Pep deja la pista para bajar a la riera, que cruzamos saltando de
piedra en piedra. Pep y Carles me miran desde la seguridad de la otra orilla
para ver si caigo al agua pero no será aquí sino más adelante, cerca de Cal
Rebotit.
Pep nos lleva a una especie de bodega
en un antiguo campo de cultivo, que es lo que queda del molino medieval de
Tremps. Aquí estaría la maquinaria, dice Pep, y las muelas posiblemente estén
enterradas abajo. La casa estaría encima, pero no queda rastro.
Interior del Molí de Tremps
Buscamos la pista que sube por la otra
orilla, pasando por El Llop y el Molí de Vilajussana. Cruzamos la riera encima
del molino y otra vez frente a Cal Rebotit, pero tampoco aquí caigo al agua. Es
un poco más arriba, donde un salto mal calculado me hace aterrizar en un
lodazal. Consigo extraer las botas del fango, vuelvo a calzarme y continuamos
por una antigua pista. Medio kilómetro después, todavía se están riendo a mi
costa. Bordeando unos campos, llegamos a las ruinas de Cal Peirot, luego a Les
Cases y el coche.
Hemos hecho casi 21 kilómetros y me
quedan fuerzas de sobras para continuar. Después de perder casi toda esperanza,
la recuperación de mi pierna es un hecho.
Con eso, damos por concluida la salida
de hoy. 20,7 km; 520 metros de desnivel acumulado.
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