Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 28 de agosto de 2014

8/8/2014 – Entre Gòsol y Sorribes

Han pasado varias semanas sin poder salir: mal tiempo y un viaje a Inglaterra. Pero el mundo de los humanos ha seguido girando: el Honorable President Pujol dejó de ser Honorable, el President Mas fue a Madrid para mostrar al Presidente Rajoy una hoja con 23 puntos, incluyendo la famosa Consulta del 9N, mientras Oriente Medio se va hundiendo cada vez más en el caos.

Volvemos a Gòsol, esta vez para seguir el camino antiguo de Sorribes. Pero aquí surge el primer problema – el GPS de Carles no quiere buscar satélites y pasamos varias horas medio ciegos, obligando a Carles a hacer complicadas extrapolaciones desde mi GPS, que evidentemente, no pierde nunca la señal.

 
Vista de los prados de Gòsol, con el Coll de Mola al fondo

Con su GPS en huelga, Carles intenta navegar a partir de una foto de un mapa en su móvil, 
pero el invento no acaba de funcionar bien

Vamos por la pista de Fontanelles, que bordea el Serrat del Puig. Llega un momento que parece que el camino antiguo deja la pista para continuar un poco más abajo. Pero ha habido serios problemas de erosión y caminamos medio kilómetro por un camino perdedor hasta volver a encontrarlo bien marcado. Rodeamos el Puig hasta tener el vecindario de Sorribes a la vista. En el Torrent de les Agolies, damos la vuelta.


Las casas de Sorribes con Pedraforca al fondo

El camino de Sorribes marcado por viejos robles, una prueba más de mi teoría de los árboles viejos, 
falsamente atribuida a Carles por Pep

Mientras tanto, el GPS de Carles se ha acordado de que tiene que buscar satélites y nos sentamos en un prado para planificar los próximos pasos. Tanto en el mapa de la Minuta como en el mapa excursionista de 1922, aunque en posiciones ligeramente distintas, se marca una estructura al otro lado del Aigua de Valls, debajo de la casa de Serres. La sitúo en el mapa de papel y nos ponemos en marcha. En el camino hacia Sorribes, habíamos visto algún camino que bajaba pero al buscarlos, todos se desvanecen en hundimientos de tierra, dejando sólo alguna curva sospechosa. “¿La riada de 1982?”, especulamos.

Llegamos abajo al torrente, donde hay prados llenos de flores. Vemos una caseta, que en su interior todavía tiene el transformador con el que se hacía electricidad para Sorribes. Fuera, una muela de molina de aspecto medieval, pero ningún molino. Flanqueamos hacia el este por los prados, surcados por pequeños canales de riego, para cruzar el río por el puente de la pista desde Sorribes, desviándonos únicamente para subir un tramo del antiguo camino de Sorribes a Moripol y luego para inspeccionar otra rueda de molino, más moderna, apoyada contra un árbol al lado del río.

La caseta del transformador con la rueda de molino fuera. La carpeta azul contiene mis mapas; aún no los había perdido


Y el interior de la caseta, con el transformador todavía montado

Cruzamos el río por el puente y al otro lado almorzamos. Ahora toca buscar la estructura. Hacemos un flanqueo muy incómodo, por pendientes empinados. 

La pista de Sorribes a Moripol con el puente

Encontramos el edificio, una casa del siglo XIX, dice Pep, y luego subimos por feas pistas de desembosque hasta la casa de Serres. Hay que buscar el camino de vuelta a Gòsol pero en el GPS de Carles, todo está muy confuso. Necesitamos más referencias. “Dame tus mapas”, me dice Pep. “Por supuesto”, contesto alegremente y abro la mochila para sacarlos, pero ¡horror!, no están. ¡Quince años de trabajo perdidos! Se hace una reconstrucción detallada de todo lo que ha pasado desde que nos paramos para comer. Como hipótesis más plausible, decidimos que los dejé en las ruinas de la casa abajo y cruzamos los dedos, porque para nada quiero repetir ese asqueroso flanqueo. Carles y yo bajamos mientras Pep nos espera. Por suerte, los encontramos en la casa. Los había dejado en el suelo mientras me ataba los zapatos.

Cuando llegamos arriba otra vez, Pep está hablando con el dueño de la rectoría de la ermita de Santa Margarida. Nos recomienda que busquemos la fábrica de mantas, cerca del molino de Gòsol. Nos marchamos de la casa de Serres por una pista, que dejamos por un camino, que resulta ser de vacas, volvemos a la pista y entramos en el bosque. Carles nos habla de un camino de 1922 pero no se ve por ninguna parte; solo una cuesta de fuerte pendiente que nos empuja hacia abajo. Llegamos al Torrent del Salí y lo cruzamos. Desde allí, arranca un camino de vacas que cruza una cresta, desde el cual marcha otro camino más convincente que va bordeando los prados en las riberas del Aigua de Valls.

Caminando por los prados; quizás la parte más relajante de la salida de hoy

Ahora que hemos salido del bosque, todo vuelve a ser bucólico: las flores, las mariposas, los pájaros. Lo malo es que también hace bastante calor y estoy acabando mi agua.  Llegamos otra vez a la pista de la última salida que va a Moripol por el Col de Gòsol, pasamos por el molino/albergue e iniciamos la subida hacia Gòsol.

Pep y Carles se desvían para buscar la fábrica de mantas y les sigo un rato. Pero lo que realmente quiero es beber agua muy fresca. Me viene a la mente el anuncio de mi supuesto compatriota y experto en tés. “Necesito un Hornimans Fresh”, pienso y dejo plantados a los otros dos. Y ya no paro hasta llegar a la fuente al lado del Hostal Franciscó.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12,3 km; 500 metros de desnivel acumulado.

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