Han pasado varias semanas sin poder
salir: mal tiempo y un viaje a Inglaterra. Pero el mundo de los humanos ha
seguido girando: el Honorable President Pujol dejó de ser Honorable, el
President Mas fue a Madrid para mostrar al Presidente Rajoy una hoja con 23
puntos, incluyendo la famosa Consulta del 9N, mientras Oriente Medio se va
hundiendo cada vez más en el caos.
Volvemos a Gòsol, esta vez para seguir
el camino antiguo de Sorribes. Pero aquí surge el primer problema – el GPS de
Carles no quiere buscar satélites y pasamos varias horas medio ciegos,
obligando a Carles a hacer complicadas extrapolaciones desde mi GPS, que
evidentemente, no pierde nunca la señal.
Vista de los prados de Gòsol, con el Coll de Mola al fondo
Con su GPS en huelga, Carles intenta navegar a partir de una foto de un mapa en su móvil,
pero el invento no acaba de funcionar bien
pero el invento no acaba de funcionar bien
Vamos por la pista de Fontanelles, que bordea el Serrat del Puig. Llega un momento que parece que el camino antiguo deja la pista para continuar un poco más abajo. Pero ha habido serios problemas de erosión y caminamos medio kilómetro por un camino perdedor hasta volver a encontrarlo bien marcado. Rodeamos el Puig hasta tener el vecindario de Sorribes a la vista. En el Torrent de les Agolies, damos la vuelta.
Las casas de Sorribes con Pedraforca al fondo
El camino de Sorribes marcado por viejos robles, una prueba más de mi teoría de los árboles viejos,
falsamente atribuida a Carles por Pep
Mientras tanto, el GPS de Carles se ha
acordado de que tiene que buscar satélites y nos sentamos en un prado para
planificar los próximos pasos. Tanto en el mapa de la Minuta como en el mapa
excursionista de 1922, aunque en posiciones ligeramente distintas, se marca una
estructura al otro lado del Aigua de Valls, debajo de la casa de Serres. La
sitúo en el mapa de papel y nos ponemos en marcha. En el camino hacia Sorribes,
habíamos visto algún camino que bajaba pero al buscarlos, todos se desvanecen
en hundimientos de tierra, dejando sólo alguna curva sospechosa. “¿La riada de
1982?”, especulamos.
Llegamos abajo al torrente, donde hay
prados llenos de flores. Vemos una caseta, que en su interior todavía tiene el
transformador con el que se hacía electricidad para Sorribes. Fuera, una muela
de molina de aspecto medieval, pero ningún molino. Flanqueamos hacia el este
por los prados, surcados por pequeños canales de riego, para cruzar el río por
el puente de la pista desde Sorribes, desviándonos únicamente para subir un
tramo del antiguo camino de Sorribes a Moripol y luego para inspeccionar otra
rueda de molino, más moderna, apoyada contra un árbol al lado del río.
La caseta del transformador con la rueda de molino fuera. La carpeta azul contiene mis mapas; aún no los había perdido
Y el interior de la caseta, con el transformador todavía montado
Cruzamos el río por el puente y al
otro lado almorzamos. Ahora toca buscar la estructura. Hacemos un flanqueo muy
incómodo, por pendientes empinados.
La pista de Sorribes a Moripol con el puente
Encontramos el edificio, una casa del siglo
XIX, dice Pep, y luego subimos por feas pistas de desembosque hasta la casa de
Serres. Hay que buscar el camino de vuelta a Gòsol pero en el GPS de Carles,
todo está muy confuso. Necesitamos más referencias. “Dame tus mapas”, me dice
Pep. “Por supuesto”, contesto alegremente y abro la mochila para sacarlos, pero
¡horror!, no están. ¡Quince años de trabajo perdidos! Se hace una
reconstrucción detallada de todo lo que ha pasado desde que nos paramos para
comer. Como hipótesis más plausible, decidimos que los dejé en las ruinas de la
casa abajo y cruzamos los dedos, porque para nada quiero repetir ese asqueroso
flanqueo. Carles y yo bajamos mientras Pep nos espera. Por suerte,
los encontramos en la casa. Los había dejado en el suelo mientras me ataba los
zapatos.
Cuando llegamos arriba otra vez, Pep
está hablando con el dueño de la rectoría de la ermita de Santa Margarida. Nos
recomienda que busquemos la fábrica de mantas, cerca del molino de Gòsol. Nos
marchamos de la casa de Serres por una pista, que dejamos por un camino, que
resulta ser de vacas, volvemos a la pista y entramos en el bosque. Carles nos
habla de un camino de 1922 pero no se ve por ninguna parte; solo una cuesta de
fuerte pendiente que nos empuja hacia abajo. Llegamos al Torrent del Salí y lo
cruzamos. Desde allí, arranca un camino de vacas que cruza una cresta, desde el
cual marcha otro camino más convincente que va bordeando los prados en las
riberas del Aigua de Valls.
Caminando por los prados; quizás la parte más relajante de la salida de hoy
Ahora que hemos salido del bosque,
todo vuelve a ser bucólico: las flores, las mariposas, los pájaros. Lo malo es
que también hace bastante calor y estoy acabando mi agua. Llegamos otra vez a la pista de la última
salida que va a Moripol por el Col de Gòsol, pasamos por el molino/albergue e
iniciamos la subida hacia Gòsol.
Pep y Carles se desvían para buscar la
fábrica de mantas y les sigo un rato. Pero lo que realmente quiero es beber
agua muy fresca. Me viene a la mente el anuncio de mi supuesto compatriota y
experto en tés. “Necesito un Hornimans Fresh”, pienso y dejo plantados a los
otros dos. Y ya no paro hasta llegar a la fuente al lado del Hostal Franciscó.
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