Había nevado un poco la noche anterior y, subiendo la carretera de Sant Esteve de la Riba, aún queda medio dedo de nieve en las zonas de sombra. Pero confiamos en tener un día soleado hoy. Subimos el trozo de camino que encontramos, que pasa por unos puntos muy pintorescos al lado de las rocas. Vemos un camino que marcha hacia atrás pero parece de animales y lo descartamos. El camino entra en la zona de campos encima de Cal Calvari y tenemos que pelear con el espino negro para avanzar.
El camino antiguo de Sant Esteve de la Riba
Por fin salimos al otro lado pero no hemos visto a Cal Calvari. Retrocedemos por la carretera. No hay rastro de la casa. ¿Habrá quedado destruida cuando se hizo la carretera? Bajamos al río para inspeccionar unos agujeros sospechosos que indicarían una presa medieval y, al volver a la carretera, volvemos a entrar en los campos de espino negro. Diez días después, al escribir esta crónica, aún tengo las marcas de las rascadas.
Unos agujeros sospechosos que indicarían la presencia de una presa medieval
Seguimos sin encontrar la casa pero encontramos un camino al lado de los campos que sube hasta empalmar con una antigua pista de la cual sale otro camino transversal que entronca con otro que viene desde abajo. ¡Vaya lío!, pienso. Pep y Carles toman la rama que sube y yo la que baja, que luego va flanqueando hacia donde está el coche pero a más altura. De repente, para mi gran sorpresa, entronca con otro de gran categoría, que viene de abajo y marcha hacia Moreta.
No hay cobertura de móvil y mientras pienso cómo puedo contactar con Pep y Carles, les oigo que bajan. Les comunico la buena nueva y Pep hasta me felicita por el hallazgo. Parece uno de los caminos que está marcado en los mapas antiguos y conectaría Moreta con Sant Esteve de la Riba. Con la autoestima boyante por esas breves palabras de elogio, emprendemos la ruta hacia el sur. Su categoría es incontestable y sube para bordear una pared de roca que bordea el río. Tras pasar el precipicio, entra en una zona de cultivo y poco después se divide en tres.
El camino antiguo de Pont de Moreta a Sant Esteve de la Riba
Cada uno de nosotros sigue una rama y cada rama parece morir en los campos. ¿Qué le pasó a nuestro camino tan bonito? Es un misterio. Paso al plan B y conmino a los demás a subir a la cresta, siguiendo caminos de ciervos. En algún punto de la cresta, tendría que haber un camino que pasa al otro lado. Llegamos al primer collado. Veo un posible camino que baja por la umbría pero Pep lo descarta. Le interesa más conectar con las casas del grupo de Cal Calvari y encontramos otro camino, bastante claro, que va en ligero descenso por la cara soleada, cruzando campos marginales en diagonal. Todo va bien hasta que entramos en una zona aterrazada en una hondonada y el camino desaparece en la maleza.
No lo sabemos en aquel momento pero cuando bajo el track al ordenador, veo que nos quedamos justo encima del camino donde Pep y Carles subieron y yo bajé y probablemente estábamos a menos de 50 metros de donde Pep y Carles dejaron el camino.
Pero en esa hondonada, es imposible ver una conexión y no queda más remedio que deshacer el camino hasta el mismo punto. Hasta ahora, no hemos conseguido alejarnos más de 500 metros del coche y parecemos condenados a zigzaguear por esta cuesta sin encontrar la llave que lo va a aclarar todo. Seguimos la afilada arista sin camino hasta el siguiente collado. Se ve algo que podría bajar hacia la derecha pero Pep prefiere ir a la izquierda por un camino que se hace cada vez más marcado a medida que bajamos hasta que llegamos al Torrent de l’Estany y, poco después, avistamos las ruinas de Cal Brutinat. De las 6 casas posibles, de momento es la única que hemos encontrado.
Seguimos un camino hacia el norte desde la casa que va paralelo a la pista hasta la bifurcación del valle, con una rama hacia la casa de Les Planes y la otra hacia el pueblo de Sant Jaume de Frontanyà. Aquí buscamos un sitio al sol para comer. Pep y Carles encuentran unas rocas y allí se sientan y se enfrascan inmediatamente en una conversación profunda. Pero para mí, no hay sitio sobre las rocas y me tengo que alejar, encontrando finalmente un buen sitio a unos 20 metros, y empiezo a comer plácidamente mi bocadillo. Al cabo de unos 10 minutos, Pep y Carles levantan la cabeza y se dan cuenta que no estoy con ellos. “¿Pasas de nosotros?”, me espeta Pep. “No puedo ir en contra de mis genes insulares”, justifico, recordándoles el tradicional distanciamiento de Gran Bretaña, separada de Europa por el Canal de la Mancha. Pero esta vez Europa tiende la mano a la insularidad británica y se reúnen conmigo.
Es hora de buscar la forma de volver al coche. Mirando mi mapa, tenía una colita en la casa de Pont de Moreta que parece ir al encuentro de ese camino tan marcado que perdimos. Pero hay que llegar a Pont de Moreta y parece obligado pasar por el molino de Moreta.
El Molino de Moreta
Volvemos a Cal Brutinat y tomamos otro camino hacia el sur, buscando la segunda casa, La Roqueta, … que no encontramos. Salimos a la pista con las manos vacías y seguimos bajando. Me resisto a crear que hay que dar el rodeo por el molino para llegar a Pont de Moreta y señalo una pista antigua que baja hacia el torrente y que podría echarnos una mano. Pero Pep lo descarta. “Quedará muerta abajo y tendremos que volver a subir”, sentencia, y continuamos. En la cresta encima de la presa del molino, ya no queda más remedio que bajar, primero sin camino. Luego, a media bajada, encontramos un camino muy marcado. Lo seguimos hacia atrás para ver el arranque y salimos al final de la pista que Pep no me dejó seguir. Pero el camino continúa y lo seguimos hasta el punto donde queda sepultado por las obras de la pista.
Damos la vuelta y el camino nos lleva a la presa del molino, donde cruzamos el río, pasamos al lado del molino, volvemos a cruzar el río e iniciamos la subida hacia Pont de Moreta. Allí en Pont de Moreta, hay un pequeño laberinto de caminos. Pep expresa un interés por visitar el molino del Puig pero, recordando el hedor a muerte en la salida del 29/10/2010, le comunico mi negativa a volver allí e insisto en buscar mi colita. Aún así, me cuesta encontrarla y la volvemos a perder en una zona de campos. Pero al final, encuentro un camino más fiable y lo seguimos, cada vez más perdedor, saliendo en el punto donde el camino se dividió en tres. Resulta que la rama correcta era la que siguió Pep.
El camino de Pont de Moreta pasa encima de las rocas que se ven al fondo
Pasamos el punto donde yo encontré el camino por la mañana y seguimos bajando para ver el punto de arranque. Finalmente entra en el camino de Sant Esteve de Riba que seguimos al principio y resulta que es el ‘camino de animales’ que habíamos despreciado al principio.
La salida ha sido un fracaso relativo pero nos podemos marchar de allí con cierta satisfacción. Hemos resuelto algunas conexiones importantes y dejado otras en el aire. No sé cuándo volveremos allí; está en el quinto pino.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,8 km; 460 metros de desnivel acumulado.
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