Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 9 de febrero de 2013

1/2/2013 – Sorpresa en La Garganta

Pep tiene un compromiso y no puede venir. De todos modos, independientemente de si hubiera venido o no, yo ya había previsto un cambio de escenario. Temía que mis lectores se estuvieran cansando de vernos volver una y otra vez a Viladonja y sus alrededores e intuía la necesidad de un cambio radical.


Para ello, había pensado en una colita (ver Glosario) que teníamos pendiente desde marzo de 2009 encima de la Rodonella. La Rodonella es un pequeño núcleo de casas construidas alrededor de la masía del mismo nombre y por donde pasaba el antiguo camí ral desde Berga. Detrás de las casas, hay un barranco que parece impenetrable y efectivamente lo es. Pero en la torre de alta tensión a media cuesta, arrancan dos caminos: uno sube hasta la Artiga, pasando por la barraca de Carbonís y el otro marcha hacia La Garganta y éste es precisamente la colita.

El hombre del tiempo nos había prometido un día despejado con temperaturas suaves y a las 9, nos presentamos Carles y yo en la Rodonella, justo a tiempo para ver cómo una capa de niebla alta se extiende por todas partes, impidiéndonos ver las cimas … y el sol.

El primer paso es una subida nada simpática por la pista de mantenimiento de la torre eléctrica: 180 metros de desnivel con unos gradientes inverosímiles. Pero llegamos a la torre y entramos en la tan ansiada colita. Es un camino bastante marcado que va marchando hacia el norte durante 1 kilómetro aproximadamente hasta que, de repente, desaparece.

Perplejo, consulto mis mapas. Veo que nos queda poco para llegar a la cresta y progresamos como podamos hasta la cresta. Desde allí bajamos, a veces con camino a veces sin, hasta llegar a la pista que lleva a La Garganta, ahora marcada como camino de la Xarxa Lenta.

Camino de bajada al Torrente de la Garganta

Carles no conoce La Garganta así que decido hacer este camino e improvisar sobre la marcha. Había hecho este camino en 2008 con Pep, cuando aún no estaba marcado. Antiguamente, era un camino clásico para subir a Figols desde el valle del Llobregat y pasa por un desfiladero espectacular.

Vamos entrando en el valle. A nuestra derecha, vemos entre los árboles el antiguo patio de carbón de la central térmica, ahora cerrada. Su aspecto de desolación evoca pensamientos de catástrofe posnuclear.

La punta final del patio de carbón, desde el camino de La Garganta

Un camino sale de la pista y cruza el torrente en el punto donde bifurca en dos valles. Aquí el paisaje es mucho más agreste, sólo interferido por la presencia de la línea que lleva la electricidad al pueblo de Figols.

 Tomando vistas en la Bauma del Gallaret

Subiendo hacia Fígols

El camino, con una categoría incontestable, va subiendo el valle derecho en curvas pronunciadas, pasando al lado de una pequeña cueva, con la vista de otra cueva, mucho más grande, en las rocas al otro lado del torrente. Finalmente el valle se ensancha. Aquí, se tiraba la tierra de las minas de carbón cercanas y se extiende delante nuestro una cuesta de tierra lisa en la cual se ha vuelto a marcar un trazado para el camino.

Pero justo en ese punto, veo una novedad que no habíamos visto en 2008. A la izquierda marcha un camino despejado pintado con flechas rojas. Tiene la intención clara de bordear el promontorio y entrar en el otro valle, el del Torrente de Fumanya.

 El camino que conecta los dos valles

Carles sonríe féliz con el descubrimiento

Lo seguimos. El camino es verdaderamente espectacular. Por una estrecha repisa que bordea el precipicio, nos lleva primero a la cueva grande, luego da la vuelta de la punta y entra en el siguiente valle, siempre con el abismo a tocar. “Desde luego, aquí las depresiones se curan rápido”, pienso, mirando la caída libre de 60-70 metros a mi izquierda. Si no hubiera sido por las marcas rojas, no creo que hubiéramos tenido la confianza de seguir este camino colgado.

El camino baja por la línea de árboles arriba a la izquierda

Por fin, entramos en el lecho del Torrente de Fumanya. El camino lo cruza y sube hasta otro promontorio donde hay los restos de un cabrestante que se utilizaba para bajar troncos por un cable.

Cruzamos el Torrente de Fumanya

El cabrestante

Aquí el camino marcado se divide; una rama sigue un camino que ya conocía y que nos llevaría otra vez a la pista de La Garganta. La otra rama sube por un camino de arrastrar troncos que también conocía. Arriba tenía marcado un cruce donde había una colita pendiente desde aquella salida de 2008. Subimos el camino de troncos y en el cruce, el camino de marcas rojas marcha a la derecha, donde, si es el camino que ya conocía, volvería a cruzar el torrente y subiría por un ‘grau’ (ver Glosario) hasta la pista que viene del grupo de casas debajo de Figols y la Font de la Perera.

Tomamos el camino a la izquierda y empieza un largo flanqueo hacia el oeste por un bosque de hayas. Tenía la esperanza de que sería el camino de la barraca de Carbonís, que habíamos buscado infructuosamente desde la barraca en 2009.

En el camino de flanqueo hacia la cresta

Con la niebla que por fin empieza a levantarse, salimos a la cresta de las Cingles del Ba … y el camino desaparece.

La niebla empieza a levantarse. En el fondo, se ve la cima de Puigllançada, pero ya eran las 3:30 de la tarde

Hay algo aquí que no hemos entendido. ¿Por qué se muere el camino en la cresta? ¿Había que subir la cresta hasta algún ‘grau’ escondido? Estamos en un país muy roto, lleno de rocas y paredes, y no me parece prudente seguir subiendo a estas horas de la tarde, con el riesgo de quedarnos sin luz. Opto por bajar sin camino, intentando esquivar los precipicios. El terreno nos lleva naturalmente hacia un barranco donde un cazador ha creado un precario ‘grau’ para salvar un pequeño salto.

Vista del pantano antes de emprender el descenso. Abajo a la derecha, se ve la torre de alta tensión que marca el arranque del camino que seguimos esta mañana pero llegar hasta allí iba a costar lo suyo.

Un buen gestor siempre sabe delegar en colaboradores de confianza y mando a Carles por delante para que vaya identificando los posibles peligros y buscando la mejor ruta de bajada. Lo único que me preocupa es que él tiene las llaves del coche. Le advierto que vaya con cuidado; no quiero quedarme sin transporte. Salvado el pequeño grau, las huellas del cazador buscan la manera de bajar la cuesta por una especie de ‘tartera’ o pedregal, hasta llegar otra vez al primer camino que tomamos desde la torre de alta tensión.

Ahora en terreno conocido, por fin nos permitimos almorzar, acompañados por la colilla que dejó el cazador sobre una piedra que probablemente era su asiento mientras esperaba la llegada de los jabalís, y luego emprendemos la ruta hacia la torre. Vemos abajo una gran carbonera que no habíamos visto en la ida y concluyo que es un camino de carboneros y, al llegar a la última plaza carbonera, que no habíamos visto, el camino se muere.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8 km; 625 metros de desnivel acumulado.

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