Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



domingo, 24 de febrero de 2013

15/02/2013 – Luces y sombras en Cal Cabanes


Pep me dice que escoja yo el lugar para la salida de hoy pero he estado muy ocupado y llego al Mikado sin ideas. En la tele, se suceden las revelaciones sobre corruptelas; se ve que nuestras instituciones políticas y económicas están podridas.

Pero Pep y Carles tienen temas más importantes a considerar; los tentáculos de sus investigaciones se van extendiendo desde las fraguas y ahora llegan a los molinos. Eso promete no acabar nunca. Les advierto que estoy esperando las fichas para escribir mi best-seller y hacer millonaria a mi mujer, a lo cual Pep me contesta que irían más deprisa si yo echara una mano. Pero no me veo leyendo manuscritos en catalán antiguo (o peor aún, latín medieval) en un archivo y vuelvo a centrarme en buscar la salida de hoy.

Al final propongo que volvamos a la zona de Sobirats e intentemos sacar algo más en claro de esa zona confusa. “Hay un molino en Cabanes”, añado a modo de señuelo.

Aparcamos el coche en el collado al lado de la casa de Cal Cabanes, debajo de Sobirats. La primera tarea es buscar el camino que iría hacia Platetes, que encontramos con relativa facilidad, saliendo de una pista. El camino desemboca al final de otra pista y nos desviamos para explorar los caminos que bajaban hacia el sur y el norte, bordeando el Merdançol e incluidos algunos en la Xarxa Lenta.

Camino a La Teiola, con la marca amarilla de la Xarxa Lenta

Volvemos a subir y entramos en la umbría, con pistas nuevas y signos evidentes de una tala reciente. Pep protesta una vez más contra la proliferación de pistas pero veo que han cortado los pinos y dejado las hayas. Argumento que dentro de unos 20 años, todo este valle será un hayedo precioso y las pistas excavadas en las laderas se habrán convertido en vías cubiertas de hierba, con flores silvestres en las taludes, invitando a tranquilos paseos familiares para disfrutar de la naturaleza.

Pero lo cierto es que la visión actual no es muy amable y continuamos por la pista, dejándola en el fondo del torrente para subir una especie de camino que se dirige hacia la cresta, que lleva el nombre de Terrer Roig, por el color rojo de las rocas. Pero el camino muere antes de llegar y buscamos la cresta que nos separa de la Baga de Platetes sin camino, con la esperanza de encontrar un camino en el collado … que no existe.

Según nuestra teoría de los árboles viejos, este árbol marca el paso de un camino importante pero aquí, en una pista en la Baga de la Roca Roja, la cosa no está tan clara

Almorzamos, oyendo los gritos y silbidos de dos hombres en el bosque abajo. Después de comer, bajamos hacia el norte en busca de ese camino transversal a Platetes que estamos convencidos que existe. Salen a nuestro encuentro dos hombres corpulentos en ropa de camuflaje y acento del Este Europeo pero no son paramilitares serbios sino leñadores y nos saludan amistosamente. Un poco más adelante, vemos el fruto de su trabajo, en forma de troncos, ramas y pistas.

Al final, encontramos el tan ansiado camino y tiene buen aspecto. Imposible seguirlo hacia Les Platetes por el caos de troncos y ramas, así que damos la vuelta hacia el sur y lo seguimos durante medio kilómetro antes de que entre en una pista.

El avance imparable del progreso. Una pista nueva cerca de Cabanes.

Aquí ya no podemos hacer más para hoy y volvemos al coche pero como aun nos queda tiempo, Pep propone ir al molino de Cabanes. Le recuerdo unas colitas que tuvimos que dejar en la salida del 7 de diciembre debajo de la casa de Cabanes y hacia allí nos encaminamos. Encontramos la colita, que nos lleva directamente hacia el molino, pero cuando casi estamos abajo en el Merdançol, vemos que el camino está cortado por un trozo de roca que se ha desprendido y hay que hacer un pequeño salto.

Pep y Carles pasan sin problemas y ahora me toca a mí. De todos es sabida mi fama de torpe. Desde una posición segura, Pep se prepara para guiarme. Primero me quita los mapas para que no sufran ningún percance. “Pon el pie aquí, el palo allá”, me dice, “luego un salto … e irás para abajo”. “Con ese don que tienes para animar e infundir confianza, deberías haber sido coach”, le digo, pasándole también mi mochila para quitar lastre. Pero hago el salto y aterrizo al otro lado sin novedad.

Sólo nos queda inspeccionar las escasas ruinas del molino antes de ir al coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,3 km; 450 metros de desnivel acumulado.

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