Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 15 de agosto de 2012

2/8/2012 – Els Engorgs

Pep está aquí otra vez pero de momento no tiene agenda minera y magnánimamente nos da libre elección del lugar. Desde la última vez que estuvimos en la Cerdanya, nos han quedado ganas de conocer Els Engorgs y le pedimos que nos organice una ruta turística por esa zona.

Aparcamos el coche en el mismo sitio en el Campllong pero esta vez tomamos la pista que va al valle a la derecha. Pasamos al lado de prados recién segados. El camino deja la pista, ahora rotulado con el número 101. Primero es plano pero luego, entrando en el bosque de pino negro, la pendiente se hace más empinada. Suerte del relajante sonido del torrente al lado y la sombra, que ayudan a encarar la subida con filosofía.

Una pequeña cascada casi fuera del bosque

Entrando en los prados

Salimos del bosque y entramos en los prados. Vemos una impresionante oruga en un arbusto. “¿No la vas a fotografiar?” me pregunta Pep. Ante mi falta de entusiasmo, Pep me apunta con un dedo acusador. “Eso es típico de ti. Dices que te gustan las mariposas pero sólo cuando están revoloteando con esas alas tan bonitas. Cuando son gusanos, no. Dices que te gusta la montaña, pero sólo cuando hay agua, árboles, vistas bonitas y un camino despejado. Cuando se trata de subir una cuesta pelada a pleno sol, ya te echas para atrás”. Con esta lógica aplastante, no me queda más remedio que sacar la foto.

La oruga del esfinge de las lechetreznas. ¡A que es guapa!

Luego consultando con mi interlocutor en el Catalan Butterfly Monitoring Scheme, me dice que es la oruga de una mariposa nocturna, el esfinge de las lechetreznas. El color tan llamativo es para avisar a todos los depredadores que es venenosa.

El camino acaba en una pleta grande con tres barracas de distintas épocas y distintos estados de conservación. A partir de aquí, subimos como podamos al lado de un desfiladero hasta empalmar con el GR que viene de Malniu.

La gran barraca de la pleta

Y una vista de la subida

Una última subida y tenemos a la vista el circo de Els Engorgs y el refugio libre. Las vacas y los caballos han comido la hierba y las flores y sólo queda en abundancia el acónito azul (o ‘tora’ en catalán), una planta atractiva pero mortalmente venenosa, y también millones de pequeños saltamontes que espantamos con nuestros pasos.

Pep propone hacer un rodeo detrás del refugio para visitar los lagos. Seguimos subiendo, dejando el refugio y el GR a la izquierda. En los lagos, los saltamontes son sustituidos por ranitas, invisibles hasta que se muevan. También nos acompañan los silbidos de las marmotas, alertando de nuestra presencia invasora, y alguna que se deja ver.

Esta rana pensaba que estaría invisible sobre las rocas

Hacemos un recorrido completo de los lagos, pasando por las Mulleres d’Engorgs, el Estany Llarg, el Estany de la Portella y, ya otra vez en el GR, los Estanys dels Minyons, donde almorzamos bajo la sombra de una gran roca, y detrás las cuestas rojizas y amenazadoras del Bony del Manyer. Desde hace tiempo, hay un viento bastante fuerte y frío del NO que obliga a moverse o buscar abrigo. En el GR, se ha producido una especie de hora punta y pequeños grupos de senderistas pasan delante nuestro, algunos cruzando la Portella d’Engorgs desde el Valle de la Llosa y otros viniendo en la dirección contraria desde Malniu. Tenemos una vista enorme delante nuestro, con los lagos en el primer plano.

 El Estany Llarg

Y una parte de la vista desde nuestro comedor

“¿Alguna queja?”, me pregunta Pep. “Bueno, quitando la fuerte pendiente por el bosque, el trozo escalando las rocas sin camino, lo mucho que pica el sol y el viento, ninguna”, contesto.

Bajamos por el otro lado del torrente, pasando por más pletas y barracas, primero sin camino y luego empalmando nuevamente con la ruta 101 en un complejo de corrales que aprovechan un pequeño llano. Seguimos bajando hasta cruzar el río por un pequeño puente de troncos donde conectamos con la ruta de subida. Ahora, sólo nos queda deshacer el camino hasta llegar al coche.

Los corrales donde arrancaba nuestro camino de bajada

Conduciendo de vuelta a Berga con el calor de la tarde, a Pep le empieza a entrar sueño; es el conductor y no conviene que se duerma. “Cuéntame algo, Steve”, me implora. Después de buscar desesperadamente un tema durante unos minutos, me decanto por las sangrientas ofensivas del Frente Occidental en la Primera Guerra Mundial, que le mantienen suficientemente entretenido hasta llegar a casa.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,75 km; 900 metros de desnivel acumulado.

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