Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 10 de febrero de 2016

8/1/2016 – La Riera de Merlès (de Cal Pallot a la Mare de Deu de Pinós)

Hubo el parón obligado por las fiestas navideñas. A estas alturas del invierno, aunque no hace un frío especial, conviene cambiar de escenario y para eso está el Baix Berguedà, que en realidad conozco muy poco. Hace tiempo, propuse a Pep que fuéramos al tramo inferior de la Riera de Merlès, en el municipio de Puig-reig, y que desconozco totalmente.

Pep ha preparado diligentemente una serie de itinerarios, empezando por el conjunto medieval de Cal Pallot. Hoy nos acompaña mi hijo, Anthony, que ha subido a pasar un par de días desde la gran urbe al sur.

Tras recorrer una larga pista forestal en el coche, aparcamos cerca de Cal Pallot. Esta casa tiene algunos restos medievales pero a cuatro pasos, hay más de 1.000 años de historia escritos en las piedras. Primero, la iglesia de Sant Andreu y, al lado, unas tinas medievales y una prensa y luego unas tumbas antropomórficas excavadas en la roca, con distintos tamaños para distintas edades, y, evidentemente, muy anteriores a las tinas.

La prensa de vino cerca de la iglesia de Sant Andreu de Cal Pallot

Una de las tumbas y detrás, la iglesia

Bajamos por un camino que ahora es GR y un pequeño desvío nos lleva al molino medieval, totalmente tapado por la vegetación. Remontamos la riera para buscar la presa del molino, finalmente encontrando los agujeros delatadores en un tramo en el que sobresalen estratos de roca.

Aquí estaba la prensa del molino de Cal Pallot

Cruzamos la riera y subimos por la pista, pasando por la casa de La Molina, para buscar el camino antiguo que subía hasta la Torre de Ginebret y que, Pep cree, forma parte del antiguo camino de Cardona a Vic. Toda esta zona se quemó en los grandes incendios de 1994 pero, dice Pep, el fuego debía haber llegado aquí por la noche, cuando quemaba con menos intensidad. Aunque los troncos todavía se ven chamuscados, los árboles están vivos.

Subimos por la umbría. Algún resto del antiguo camino aún se puede ver pero se construyó una multitud de pistas después de los incendios para sacar la madera y han borrado muchos caminos. Mientras subimos, el viento hace crujir los pinos de manera inquietante. Al otro lado del valle, vemos la iglesia de La Guardia y debajo, terrazas inacabables de antiguos viñedos.

El Santuario de La Guàrdia

Llegamos a donde estaba la torre medieval de Ginebret, que controlaba el tránsito por el valle y el antiguo camino que ahora estamos siguiendo y estaba conectado visualmente con La Guardia. Sin embargo, de la torre, sólo quedan algunas piedras esparcidas por el suelo. El resto, reciclado hace tiempo para reparar casas.

Continuamos por la pista. Salimos del bosque y entramos en campos y no tardamos en ver la iglesia románica de la Mare de Deu de Pinós. En la Edad Media, Dios estaba en todas partes. Era imposible viajar sin tener siempre cerca una prueba de su presencia. Al lado, la casa de Ginebret y una gran tina en un campo.

 La iglesia de la Mare de Deu de Pinós

Y la tina

Damos la vuelta y volvemos a bajar la pista. Pep quiere visitar dos casas en ruinas, Cal Tomás y Els Canals, al otro lado de la riera y se desvía para cruzar la riera corriente arriba del puente de La Molina. Acabamos bajando sin camino y llegamos a la ribera, buscando un cruce entre la vegetación. Con tantos días sin llover, el agua ha bajado mucho pero no encontramos un punto con piedras suficientes para cruzar sin descalzarnos.

Pep pasa primero. “Cuidado que resbala”, nos advierte. Mientras Carles cruza, Pep va buscando lugares mejores para cruzar. “Aquí, Steve”, me dice. “Un poco más arriba, al lado del pino”. Cuando consigo llegar al pino, ha desaparecido y además, todos han cruzado excepto yo. Tampoco veo que sea mejor sitio aquí. “Siempre pasa lo mismo”, pienso mientras quito las botas. “Me mete en el berenjenal y luego, en el momento más crítico, desaparece”. Donde el agua pasa encima de los estratos de roca, es poco profunda pero la piedra resbala mucho al estar recubierta por una fina capa de vegetación y fango.

Pisando con mucho cuidado, llego al otro lado sin caer al agua. Los demás ya están buscando lugar para comer. “Desapareciste”, le digo a Pep. “Tenía otras prioridades”, me contesta y luego me explica que mi hijo eligió un paso temerario sobre un tronco y decidió que era más importante vigilarle a él que a mí.

Dejando bien alto el pabellón británico

Después de comer, continuamos a las casas, las dos muy cerca la una de la otra. Como muchas casas por aquí, se dedicaban a la viña y, en vez de era para batir del trigo, tenían una tina al lado de la casa donde cabían varios miles de litros. “Aquí, todo el mundo alcohólico”, observo a Pep. “Antes, quien bebía vino vivía más tiempo que el que bebía agua”, contesta Pep, refiriéndose a la poca salubridad del agua en aquel tiempo.

Cal Tomás. A la derecha, donde se guardaban los cerdos y adosada a la pared de la casa, la tina

El camino a La Molina, que tiene continuación hasta Puig-reig

Subimos a un camino marcado como GR y que sigue el valle a media altura. Ponemos rumbo a Cal Pallot. Es un camino muy atractivo y apenas tiene desnivel. Sin embargo, continúa hacia Puig-reig, sin bajar al coche y, al final, Pep nos hace bajar la cuesta a la brava.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,3 km; 450 metros de desnivel acumulado.

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