La semana después,
estuve en Inglaterra. Pep y Carles acabaron de enlazar con el Grau de la Mola y
luego ese camino tan bonito al Coll de Sant Ramón.
Está resultando muy
difícil sacar a Pep de esta zona. Después de hacer el Grau de la Mola y el Grau
de Cal Aleix o Cal Sastre con Carles, ahora quiere hacer los otros ‘graus’ (el
Grau dels Boigs y el Grau de la Canaleta) hasta el Grau de la Granota. “No
tenemos los tracks”, dice a modo de justificación.
Hace más de 10 años,
llegué solo al Grau dels Boigs desde arriba y ver un salto vertiginoso con sólo
una barandilla oxidada como única protección fue suficiente para convencerme
que, como dice su nombre, había que estar loco para bajar por allí. Pero no
quiero hacer de aguafiestas y acepto ir allí.
La vista del pantano de La Baells mientras subimos hacia el Grau dels Boigs
Aparcamos en la entrada
de la pista que lleva al Grau de la Granota. Al bajar del coche, nos abofetea el
viento del norte. El invierno ha llegado de golpe. Dejamos la pista para tomar el camino que
lleva al Grau dels Boigs. Para gran sorpresa mía, veo que la subida ha sido
acondicionada con peldaños de piedra. Un roble marca la entrada en el ‘grau’
propiamente dicho, con los restos de una barraca y un camino misterioso que
marcha hacia la izquierda. Entrando en la fisura en la roca que nos llevará
arriba, veo más peldaños y cadenas nuevas de trinca a modo de barandilla para
dar más seguridad en los tramos más expuestos. “Bueno, no es para tanto”,
pienso, evitando fijar demasiado la vista en el abismo a mi derecha.
Entrando en el Grau dels Boigs
Casi arriba
Llegamos arriba, donde
nos vuelve a dar la bienvenida el viento del norte. Hace un frío intenso y
Puigllançada y Tosa d’Alp ya están espolvoreadas de nieve. Pero la visibilidad
es excelente y los robles están en su punto. Giramos hacia la izquierda, hacia
el Grau de la Mola.
La vista hacia el norte desde el Pla de Borromba
Llegamos al siguiente ‘grau’, el Grau de la Canaleta y lo
bajamos. Sigue una canal que baja en diagonal y también está acondicionada con
peldaños de piedra. Antes de llegar abajo, vemos otro misterioso camino que
sale a nuestra izquierda, como si quisiera ir al Grau dels Boigs. Lo reservamos
para más tarde y seguimos bajando, entrando finalmente en los campos de Cal
Aleix.
Bajando el Grau de la Canaleta
Volvemos al camino
intermedio. Va siguiendo una estrecha faja o repisa a media altura en la pared,
de unos 3 metros de ancho. Paramos en una pequeña explanada para comer con una
vista inmensa delante – Sant Corneli abajo y al otro lado del río, Malanyeu, La
Nou, Sobrepuny, y el pantano más abajo.
El camino de la faja
La vista desde nuestro 'comedor'
Continuamos pero la faja
se va estrechando, ahora no mide más de dos metros y de repente, un árbol
crecido en medio parece cortar las posibilidades de continuar. Pep cree que el
camino ha terminado y busca un sitio donde hay un pendiente asequible para
bajar. Pero yo veo que sólo 20 metros más allá hay un pequeño collado y la faja
se vuelve a ensanchar. Carles también quiere continuar y conseguimos pasar el
árbol donde volvemos a encontrar el camino.
El camino se estrecha
Pasamos el collado y el
camino se vuelve a estrechar; ahora no mide más de un metro y medio y tengo una
caída libre a 50 centímetros a mi derecha. Pero unos 30 metros después, vuelve
a ensancharse, en una pared se ven clavos de vías de escalada, hay excrementos
de vaca en el suelo – estamos salvados. Poco después, estamos en el roble a la
entrada del Grau dels Boigs. “Corto pero intenso”, resume Pep.
La faja que recorrimos es la línea verde que se ve a media altura de la pared. El árbol a la derecha es la entrada del Grau dels Boigs
Con
eso, damos por concluida la salida de hoy. 4,4 km; 250 metros de desnivel
acumulado.
Nota histórica:
César August Torras, el
famoso excursionista de principios del siglo XX, dice tajantemente en su guía
del Berguedà que sólo hay tres ‘graus’ para pasar las Cingles de Vallcebre:
Grau de la Mola, Grau de la Granota y Grau de Sant Climent. Lo que quería decir
realmente era que sólo hay tres ‘graus’ que se pueden hacer con animales pero
hay unos cuantos más que se pueden hacer a pie y que permitían a los habitantes de la zona ahorrar unos cuantos kilómetros en sus desplazamientos.
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