La casa de Viladonja. En el fondo, los campos y bosques de Moreta
Hoy, volvemos a probar suerte. Esta vez, dejamos el coche en l’Hostalet, en la carretera de Borredà a Ripoll, que todavía funciona como posada. Nada más salir del coche, el gato de la casa salta dentro y empieza a lavarse, contento de haber encontrado un lugar cálido y confortable. Pero, como todo lo bueno en esto mundo, su felicidad es efímera y sólo dura lo que tarda Pep en expulsarlo.
El gato se aleja ofendido pero el perro de la casa nos acompaña hasta el límite de su territorio al otro lado de la carretera. Entramos en la pista al otro lado, marcado como PR. La idea era seguir el PR hasta Viladonja pero hoy nos distraemos con el primer camino que nos sale al paso y dejamos la pista. Y así vamos haciendo la subida, a veces en la pista y a veces explorando caminos que salen a un lado y otro.
Dejamos la pista definitivamente para seguir un camino que tiene más apariencia de forestal que de otra cosa, que nos lleva por la Baga de Maçanós hasta la cresta, y de allí al Pla dels Quatre Terminals y el Collet de Finestrelles.
En el camino, vamos encontrando setas. Carles saca la bolsa y Carles y Pep inician el expolio. El ritmo de la marcha se enlentece. Como una especie de Hacienda setera, reclamo mi derecho de llevar a casa el 20% de todo lo recogido.
Después de comer en el Collet de Finestrelles, continuamos por la cresta hacia el Coll Senyorit. Carles ya tiene la bolsa casi media llena pero al llegar al collado, oímos voces y salen dos hombres con dos cestas enormes y una bolsa de supermercado llenas de setas. En total, deben haber unos 30 kilos. Carles esconde la bolsa detrás de la espalda para no hacer el ridículo.
Buscadores de setas en el Coll Senyorit
Bajamos la pista hacia la iglesia de Viladonja, que visitamos, y, dando un rodeo a la casa, que está habitada, buscamos un camino que nos suba a Cal Jaumet, en la cresta al sur y donde tuvimos que dar la vuelta la semana anterior. Desde Cal Jaumet bajamos la cuesta del sur, en busca de dos casas marcadas en el mapa del Alpina. Con alguna dificultad, las encontramos, dos casas muy humildes, situadas cerca de las zonas más llanas de la pendiente. No cuesta mucho imaginar la dureza de la vida de sus moradores. “Seguro que se sentaban en la última fila en la iglesia arriba”, observo.
Santa Eulàlia de Viladonja
Una vez anotadas las casas, bajamos por un camino inicialmente muy tapado hasta Can Cases, cruzamos la riera por el camino de la fuente de la casa y volvemos a empalmar con la pista del PR hasta llegar nuevamente al coche.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,2 km; 430 metros de desnivel acumulado.
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