Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 27 de agosto de 2011

5/8/2011 – El camí ral de Castellar de N’Hug

La idea era ir a la Cerdanya este viernes pero el jueves, el hombre del tiempo nos advirtió que podrían haber tormentas fuertes por la tarde y decidimos optar por un plan B. Llamo a Pep por teléfono y propongo la zona de Ca la Beneta en Castellar de N’Hug ya que estaba prácticamente en blanco en nuestros mapas. A su vez, Pep propone buscar el antiguo camino desde el Clot del Moro a Castellar de N’Hug.


A principios del siglo XX, un enorme tubo de hierro fue construido prácticamente desde el nacimiento del río Llobregat para transportar agua a la nueva fábrica de cemento. El trazado del tubo se hizo siguiendo el antiguo camino y, en el Pas de l’Os, tal fue la interferencia que obligó a la compañía a abrir un nuevo camino, bordeando el río. Hace unos cuantos años, Pep y yo habíamos mirado ese tramo inferior y ahora la idea era seguir el camino desde Sant Vicenç de Rus.
Aparcamos el coche en el parking de la Farga Nova, desde hace tiempo restaurante y residencia rural. Después de una corta visita al molino, al otro lado del río, vamos remontando el camí ral, que va bordeando el tubo, todo un monumento a la ingeniería de principios del siglo XX, hecho de hierro forjado con juntas de bridas remachadas. Al ser un camino público, la compañía propietaria de la fábrica de cemento tuvo que construir puentes en los tramos rotos por el tubo.

 Un puente sobre el tubo que conserva el trazado del camino antiguo

Otra vista del tubo

Finalmente, el trazado del camino queda roto definitivamente por la construcción de la carretera y caminamos los últimos metros por la carretera hasta el Hostal Les Fonts, donde está el puente antiguo. Allí volvemos a ver el camino que baja a la derecha y lo seguimos. Salimos a un promontorio que nos sitúa delante de la vista clásica del Salt de la Farga que han retratado los excursionistas de principios del siglo XX, aunque ahora con una vegetación exuberante que en las fotos antiguas no se ve.

Vista actual, con la cascada tapada por la vegetación, el puente de la carretera debajo del puente antiguo y el nuevo Hostal.

La misma vista, tal como se veía a principios del siglo XX, sin vegetación. El edificio a la derecha del puente sería la Farga Vella.

Otra vista del puente desde la carretera, con el Hostal detrás

Deshacemos el camino, empedrado en algunos tramos y me pierdo en reflexiones sobre el hábil trazado de los antiguos caminos. Un dolor agudo en la cara inferior del antebrazo izquierdo me trae de repente al aquí y ahora. Levanto el brazo para ver una forma anaranjada pegada al brazo e instintivamente la quito con la otra mano. Pero el mal está hecho. El dolor no se va y veo una pequeña perforación.
Arrastrado irremisiblemente hacia la hipocondría, mis pensamientos se vuelven más sombríos. ¿Habrá que amputar? ¿Y si tengo una reacción anafiláctica? ¿Sabrá Pep hacer una traqueotomía? Volvemos a subir al Hostal y al poco rato, nos enfilamos por la continuación del camino antiguo, empedrado en algunos tramos y un trazado muy diferente de la actual carretera. Pero no puedo librarme del molesto dolor en el antebrazo, ahora con una roncha preocupante. Pero de repente recuerdo que llevo homeopatía para picadas en la mochila y me apresuro a tomar tres bolitas, seguidas unos 15 minutos después por otras tres. Hay voces autorizadas, incluida la de Pep, que aseguran que la homeopatía es un mero placebo pero también hay otras que buscan una explicación para su eficacia en la física cuántica. Sea como sea, noto que la roncha desaparece y el dolor disminuye. El camino antiguo nos sitúa en la carretera delante de la entrada del pueblo de Castellar de N’Hug. Pasamos al barrio de Can Ros y las pistas encima de Ca la Beneta. Almorzamos en un campo.

Al continuar, seguimos una pista que se muere. Continuamos por un camino muy tenue que también se muere y decidimos bajar por el bosque hasta otra pista más abajo. De repente, Carles empieza a gritar y se pone a correr cuesta abajo. Simultáneamente, noto pinchazos en el brazo, las piernas y el trasero. Nos ataca un enemigo que ni podemos ver ni oír. Nos alejamos a toda prisa, ante la sorpresa de Pep. Al llegar a la pista, tanto Carles como yo tenemos varias picadas de avispa. Concluimos que Pep pisó un nido de avispas y nosotros, que veníamos después, pagamos justos por pecadores, porque a Pep no le pasó nada. Saco nuevamente mi homeopatía y Carles, a pesar de su escepticismo, también la acepta.
La pista nos lleva al Coll de l’Espinal, desde donde arranca un camino bien conservado que nos lleva a la Portella de Dalt, encima de la casa de Meranges. Después de tanta pista forestal, es un placer recorrer un camino intacto. Anotamos colitas y alguna carbonera. Al pasar la Portella, una abertura en la roca, vemos la barraca del carbonero.

La Portella de Dalt

Dejamos el camino en los campos de Meranges y damos la vuelta para buscar el camino de la Portella de Baix, que tiene toda la pinta de haber sido un eje de comunicación importante.

En el camino hacia la Portella de Baix

Desde la Portella de Baix, bajamos por el camino hasta empalmar nuevamente con la red de pistas forestales, que nos lleva otra vez al molino y la Farga Nova.

Tomamos una cerveza en los jardines del restaurante, oyendo cómo se acercan los truenos. Cuando caen las primeras gotas, nos metemos en el coche y nos marchamos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,4 km; 500 metros de desnivel acumulado.

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