Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



viernes, 3 de agosto de 2018

15/6/2018 – Buscando el camino de Aranyonet a Gombrèn


Hoy, retomamos el plan frustrado de la semana anterior. Y el éxito parece asegurado porque Carles trae un mapa antiguo del Ejército donde se ven claramente los caminos que queremos seguir. Aparcamos nuevamente en el Coll de Merolla. Hoy es el primer día que pongo crema solar y nada más bajar del coche, constato que este año será un buen año para las orquídeas; se ven por todas partes.

El mapa del Ejército. La tres estrellas marcan puntos clave: Coll de l'Arç, Solanllong y la unión de los caminos de Gombrèn y Solanllong

Nos plantamos nuevamente en el Coll de l’Arç. En la salida del 11 de mayo, mientras yo seguía el camino a la ‘artiga’, Pep y Carles continuaron por la pista hacia Solanllong, hasta unas ruinas que identificaron como Casanova. En el mapa antiguo, un poco después de Casanova, el camino se bifurca; el ramal derecho enlaza con Solanllong y el izquierdo es el camino a Gombrèn.

Hoy, caminamos por esta pista. Pep me muestra unos escasos restos de una casa, borrada por la pista. “Casanova”, me informa, y continuamos. Constatamos dos casas más, seguramente medievales, cerca de la pista pero la bifurcación, no la acabamos de ver. “Igual nos despistamos mientras anotábamos las casas y no vimos la bifurcación”, aventura Carles. Bajamos hacia la derecha con la idea de cruzar en ángulo recto el camino de Solanllong, pero solo vemos campos, bosque y caminos de animales.

Subimos otra vez hasta la pista y llegamos hasta el final. Continúa un camino señalizado con marcas amarillas que baja con cierta pendiente hacia la casa de Solanllong, que se ve abajo. Los restos del camino antiguo pasan por un ‘grau’ encima nuestro, así que su autenticidad está fuera de duda.

Pep pone en palabras lo que todos estamos empezando a sospechar: que hemos seguido desde el primer momento el camino de abajo y lo que no hemos visto es el camino que cruza la sierra hacia Gombrèn. Giramos hacia  la izquierda con la misma idea pero al revés: cortar en ángulo recto el camino de Gombrèn. Pasando por antiguos campos, llegamos hasta la cresta y caminamos hacia el oeste, nuevamente hacia el Coll de l’Arç. Con el surco profundo de un collado a la vista, damos la vuelta, sin haber visto nada convincente y caminamos otra vez hacia el este por la cresta, a ver si vemos por donde cruza el camino hacia el noreste.

Finalmente, la cresta inicia el descenso hacia Can Vilar. Aún no hemos encontrado nada. A la izquierda, se ve la explanada de carga de una pista. Me paro un momento para fotografiar unas orquídeas y cuando me reúno con Pep y Carles, están sentados bajo la sombra, estudiando el mapa. “Quizás mejor haber empezado por allí”, pienso. “Aquí se han dado demasiadas cosas por supuesto”.

“Con la hora que es, tenemos que elegir”, dice Pep. “O intentamos buscar este camino de Aranyonet o tiramos la toalla y vamos al camí ral de Gombrèn al Col de Merolla”. “El camí ral lo podemos hacer cualquier día. Ahora forma parte del GR”, argumento, mientras estudio el mapa. “La clave está en ese collado”, y señalo el punto. “A partir de aquí, siempre cara norte. Y nosotros hemos estado por la cara sur. Yendo hacia Can Vilar, tenemos que cruzarlo”.

Can Vilar

“Así es”, admite Pep. “Es la prueba de que no se pueden mirar los mapas antiguos de prisa y de pie”. Bajamos hasta la pista que lleva a Solanllong y giramos al norte. Con Can Vilar a la vista delante nuestro, al otro lado del valle, vemos un camino que ha sido cortado por la pista. Bajamos a la derecha y poco después, vemos que este camino entronca con otro que va paralelo a la pista. Hemos encontrado la unión de los dos caminos. Damos la vuelta y subimos hacia arriba. Cruzado la pista, el camino sube con zigzags amplios y aunque está cortado por mil sitios por los surcos creados al arrastrar troncos, no hay duda de que, ahora sí, es nuestro camino.

Llegamos a la explanada de carga que vimos en el descenso, sin darnos cuenta de su importancia. A partir de aquí, una pista antigua en línea recta sube por la trayectoria del camino hacia la cresta, donde se divisa un collado amplio. En cierto momento, el camino deja la pista y, ahora más perdedor, sube con más pendiente hacia el collado. Aquí comemos.

Miro el track marcado en el GPS. Cuando estábamos caminando por la cresta sin rumbo, nos quedamos a 60 metros del collado. “Si hubiéramos caminado 30 metros más hasta ver el fondo del collado, habríamos visto el camino”, anuncio. Pep y Carles me miran en silencio. A veces es mejor pasar página.

Volviendo a Coll de l'Arç. El camino, medio borrado, ocupa el espacio entre dos bancales

Continuamos por el camino, ahora muy tapado, que sigue la línea superior de los campos hacia el Coll de l’Arç. Otro camino que sería magnífico si se limpiara. Salimos de las zarzas y allí delante nuestro, vemos las ruinas de una casa más moderna. ¡Es la Casanova auténtica! Y muy cerca, encontramos la bifurcación hacia Solanllong, 20 metros encima de la pista. ¡Íbamos engañados desde el primer momento!

Las ruinas de Casanova

“Seguir caminos es muy fácil cuando sabes dónde están”, resume Carles. Volvemos al Coll de Merolla por la pista. El bosque es un festival de orquídeas.



Diferentes especies de orquídea

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 470 metros de desnivel acumulado.

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