Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 20 de abril de 2017

10/3/2017 – Regreso al Infierno Verde

Hoy, nos encontramos con la gran remontada del Barça frente al PSG todavía fresca en la memoria. Un marcador nunca visto, imposible, pero ocurrió. Un auténtico milagro, cuando se había perdido toda la esperanza y la prueba definitiva de que Dios no lleva una túnica blanca sino blaugrana. Si hubiera apostado todos mis ahorros por el 6-1, hoy no estaría bebiendo café sino champán.

Frente a este acontecimiento, las condenas judiciales de políticos por dejar votar a la ciudadanía y los grandes juicios de presuntos corruptos pasan a un segundo plano.

Sobre la mesa en el Mikado, tenemos una propuesta de Pep: volver al Infierno Verde, el nombre que hemos dado a ese bosque aparentemente impenetrable que flanquea la ribera sur del Llobregat desde Guardiola casi hasta La Pobla de Lillet. Pep sospecha que allí había unas prospecciones de mineral de hierro, concretamente en un punto donde habíamos visto unos huecos rectangulares en la tierra y que habíamos interpretado como carboneras, y hoy quiere liquidar el tema.

Como en otras ocasiones, aparcamos en la última curva de la carretera que sube a Sant Julià de Cerdanyola y buscamos el camino de flanqueo que baja al lugar llamado El Quiosco, un antiguo local para los pescadores. Empezamos el día con solo 4ºC de temperatura.

Al principio, parece que no ha cambiado nada desde la última vez que estuvimos aquí. Pep y Carles caminan enfrascados en su conversación. Sus cuerpos están aquí, en la umbría, pero sus mentes están al otro lado del río, en la solana, siguiendo los límites del antiguo término de Brocà, que se ve entre los árboles desde donde estamos.

Llegamos a una bifurcación. Sale un camino a la derecha que no hemos seguido hasta ahora y no sabemos dónde va. Pero abajo, se ven cambios: el final de una pista de desembosque unos 50 metros más abajo que parece que habrá supuesto la muerte del camino que estamos siguiendo ahora.

El camino que baja de la carretera de Sant Julià de Cerdanyola al Quiosco

Giramos a la derecha. Es un camino empinado, va enlazando alguna carbonera y luego entra en un ‘clot’ o depresión en el bosque. Aquí el camino desaparece y en el centro del barranco, es un caos de tierra y piedras que han caído desde arriba. Francamente, es un lugar bastante salvaje. Carles quiere seguir arriba para ver si tiene alguna salida. Tendríamos que estar bajo el Forcat, una roca con la senyera (la bandera de Cataluña) que se cambia cada año en la Festa Major de Sant Julià de Cerdanyola.

Pep y yo quedamos esperándole. Pasan los minutos con un silencio total y sin ninguna novedad desde arriba. Pep empieza a preocuparse. “Llámale”, me pide. Le llamo por el móvil. “Estoy bajando”, me dice Carles, “pero voy poco a poco. Aquí hay mucha pendiente”. Entro en el barranco para ver si se le ve. “Mejor que te apartes”, me dice Pep, y un minuto después, baja una piedra grande rodando a gran velocidad, empujada involuntariamente por Carles allí arriba.

Finalmente, llega Carles, visiblemente más pálido. Cuenta que llegó arriba a una especie de meseta donde se congregan los animales pero no vio nada más. Pep y yo creemos que estuvo a cuatro pasos de pasar al otro lado, pero Carles lo vio todo muy cortado y decidió volver en un descenso nada fácil. Pasamos por caminos de animales al pie de la pared de roca pero, finalmente, nos cansamos de tanta precariedad y buscamos la manera de bajar. Encontramos un camino que parece de factura humana, que nos lleva a la última carbonera que encontramos en la subida.

Entramos en una zona de carboneras que conocemos de otras salidas y buscamos la manera de flanquear hacia las supuestas minas de Pep. En todo este rato, Carles está muy callado. Ante mi insistencia, al final confiesa: “No me gustan las obagas (umbrías). Prefiero estar a la luz del sol”. Le hablo de los elfos y otros espíritus benignos que habitan los bosques pero Carles no se deja convencer. “En estos bosques no hay”, sentencia.

Un nuevo 'look' para la Baga de Cal Companyó

Llegamos a un camino para bajar troncos y no hay manera de continuar hacia el este. Tenemos que bajar. Entramos en la zona de explotación forestal, con ramas tiradas por todas partes. Luego, vemos las pistas nuevas, ante la creciente indignación de Pep. Visitamos el Quiosco, visiblemente deteriorado desde la última vez que estuvimos aquí, y comemos en una explanada ante un paisaje desolado. Las minas tendrán que esperar otro día.

El Quiosco, ya en las últimas

Mientras comemos, conversamos sobre temas variados y voy siguiendo con la vista el vuelo de las mariposas de color limón que salen ahora en primavera. De repente, Pep para la conversación y me quita una garrapata que caminaba resolutamente por el hombro de mi chaqueta, rumbo a mi cuello. Eso provoca que nos hacemos un registro general; ahora es la época de esos bichos y con tanto ciervo por aquí …

Volvemos por la pista que ahora ocupa el lugar del camino hasta ver el empalme con el camino de esta mañana, y volvemos al coche.

Nos vamos de aquí con un mal sabor de boca. La abertura de pistas forestales nuevas está pasando aquí, y en los bosques de Guardiola y Bagà donde estuvimos el otoño pasado, y también en Gisclareny. Tenemos una sensación generalizada de destrucción y pérdida de patrimonio en forma de caminos antiguos ante la indiferencia de departamentos gubernamentales, administraciones locales, propietarios y el público en general.

Como en el Señor de los Anillos después de la caída de Sauron, parece que una era de la que nosotros hemos sido testigos está llegando a su fin y los que vendrán después conocerán otro mundo, sin rastro de lo que hemos visto nosotros.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 5,8 km; 420 metros de desnivel acumulado (100 metros más para Carles).

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