Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 1 de enero de 2014

13/12/2013 – Grau del Moro, Grau de la Foradada, Grau de les Granoteres

Hoy llegamos al Mikado con una novedad importante: no una sino dos preguntas, y una fecha, el 9 de noviembre de 2014. Los dos grandes partidos estatales se han puesto de acuerdo para defender la unidad de España e insisten en que la consulta no se celebrará.

“¿Dónde vamos?”, pregunta Pep. “¿Dónde quieres ir?”, es mi contrapregunta cautelosa. “Donde quieras. Estoy abierto al diálogo”, responde Pep pero aún recuerdo la acusación en octubre de que no le dejaba acabar los sitios y propongo hacer los tres últimos ‘graus’ que nos quedan en la Cinglera de Vallcebre.

Salimos de Berga con 0ºC pero en la carretera de Saldes ya son -5ºC y la hierba al lado de la calzada está blanca de escarcha. “Desde luego”, dice Pep, “pudiendo elegir cualquier sitio en el Berguedà, nos tienes que traer al más frío”.

Aparcamos el coche en el pequeño parking fuera del camping, delante de la carretera que va a Sant Corneli. Caminamos carretera arriba hasta la Foradada. Hace frío. El primer ‘grau’ es el Grau del Moro, que sale desde la fuente a pie de carretera. Después de un corto flanqueo, entra en una falla en la pared y la sube, con la ayuda de peldaños cortados en la roca y cadenas.

 Subiendo el Grau del Moro

Y una vez arriba

Llegamos arriba. Ya no tenemos tanto frío y giramos hacia la Foradada. Aquí se abrió a barrenadas un paso hasta la carretera, más que nada para el mantenimiento del teleférico que entre los años 40 y 60 transportaba el carbón desde el Coll de Pradell hasta el Collet, donde pasaba el antiguo ‘carrilet’ de Guardiola a Manresa.

El paso de la Foradada

Una de las estructuras curiosas cerca de la Foradada es el molino, que aprovecha un hueco en las rocas encima del torrente. El agua se hacía llegar por un canal de obra, bajaba por la maquinaria y salía por una especie de portal.

El molino

Todavía es muy pronto para ir al tercer y último ‘grau’, así que decidimos seguir un camino señalizado de la Xarxa Lenta que no conocíamos y que va a Vallcebre. Pronto se bifurca y subimos el camino de la derecha, reservando el camino de la izquierda para la vuelta. Entramos en el pueblo por Ca l’Andorrà. No me dejan tomar un café en el bar del pueblo y volvemos a salir por el otro camino, que pasa al lado de Cal Maçana, antiguo hostal.

El pueblo de Vallcebre

Entramos en un bonito camino que va bordeando los campos, cruza una pista y luego entra en un pequeño robledo con unas piedras muy sospechosas desparramadas por el suelo. 

 La primera parte del camino, que pasa entre los campos

Y la segunda parte, ya en el robledo

Llegamos a una carretera asfaltada y giramos a la derecha. Caminamos por un paisaje eminentemente agrícola con campos, prados y casas diseminadas. El contraste entre sol y sombra es marcado. Pasamos al lado de Cal Ton y finalmente nos plantamos delante del poste indicador del Grau de les Granoteres.

Antes de enfrentarnos al precipicio, decidimos reponer fuerzas y comemos. La seguridad del Camp de la Martina parece muy lejos y muy abajo; el poste avisa que el ‘grau’ no tiene conexión. Mientras Carles y yo compartimos chocolate, Pep baja a explorar. Unos 10 minutos después, vuelve. “Un camino magnífico, espectacular. Aunque hay un trozo de roca con hielo que no te gustará”, añade, mirándome a mí. Pero no me dejo asustar y paso el tramo de roca sin problemas y entramos en una especie de cañón.

 La entrada del 'grau'

Pasando por el cañón

El camino está acondicionado y baja por una estrecha fisura en la roca. La última bajada tiene peldaños de hierro y cadenas y salimos a una faja intermedia con caminos a la izquierda y derecha.

Pep y Carles me esperan al pie de la última bajada acondicionada del 'grau' 

Giramos a la derecha y el camino parece acabar en una gruta formada por una roca adosada. Vemos clavos que marcan vías de escalada. Probamos el camino a la izquierda. Ha sido limpiado, se supone por escaladores, y se ve alguna vía. Sin embargo, el camino se hace cada vez más precario y tampoco tiene intención de bajar sino que va siguiendo una repisa cada vez más estrecha. Al final, parece que nuestro escalador se cansó de limpiar y nos deja tirados sin más opciones que dar la vuelta.

La explanada pasada la pseudogruta, pero aún faltaba un último escalón de bajada

Volvemos a pasar por la pseudogruta y tras un flanqueo un poco delicado, el camino se vuelve a ensanchar y forma una explanada. Me paro para tomar fotos y cuando continúo, veo que Pep y Carles ya han bajado un tramo de roca que, esta vez, no tiene cadenas ni ningún otro tipo de ayuda, y me están esperando.

“Cuidado, Steve”, me dice Pep. No falla. Podría decírmelo antes de pasar, para que me fijara en cómo lo hace él pero no, cuando ya ha alcanzado un lugar seguro, da la vuelta y me dice que tenga cuidado. “No soy tan torpe como él quiere hacerme creer”, digo para mí mismo en tono desafiante. Me deshago de todos mis bienes terrenales: bastón, mochila, cámara y sombrero, para que no me estorben, y bajo la roca.

Aunque no lo parezca, el 'grau' baja por una fisura escondida aquí, saliendo en la roca cuadrada en el centro. La pseudogruta está a la izquierda.

A partir de aquí, es un descenso por el bosque hasta llegar al prado grande que veíamos desde arriba. Bajamos por un paisaje helado hasta llegar al coche.


Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9 km; 600 metros de desnivel acumulado.

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