Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 11 de diciembre de 2013

6/12/2013 – La Solana de Malanyeu

Hoy es festivo y no pueden salir ni Pep ni Carles pero Josep Mª sí. Suelo aprovechar las salidas con Josep Mª para hacer rutas más turísticas y esta vez no es ninguna excepción. Entre los muchos lugares que faltan en este blog, está Malanyeu.

Dejamos el coche en el cruce que va a la iglesia, al lado de la antigua escuela. Una pareja de escaladores de mediana edad se preparan para subir las paredes detrás de la masía del Llomà pero nosotros vamos en la dirección contraria, hacia Cal Frare. 

Lo que queda del Molí de Baix; la salida del agua se ve abajo

Desde allí bajamos, al Molí de Baix y de allí al Grau. Es un paso estrecho que permite pasar la Cingle del Devesó pero tiene la curiosidad de tener clavado encima una enorme roca a modo de tapón. El que vivía en Cal Frare me contó hace unos años cómo les había sido despertado una noche un gran estruendo y la mañana siguiente habían visto que había caído esta roca sobre el ‘grau’.

El Grau, con la roca que hace de tapón. No se aconseja quedar debajo admirándola, por si las moscas

Ahora está marcado como parte de una ruta de pequeño recorrido y continúa al otro lado por el bosque hasta llegar a las ruinas de la Solana de Dalt. Allí, en vez de seguir la pista, que sube en grandes zig-zags, busco el camino antiguo, que sube más recto, hasta llegar a la casa de la Solaneta.

Al llegar a la casa, salimos de las sombras y empezamos a tener calor. Hasta ahora, Josep Mª ha estado muy callado pero me confiesa que había quedado hasta muy tarde viendo películas en la tele y estaba un poco dormido. Pero ahora los dos nos empezamos a animar, como lagartos que pierden su letargia al calentarse al sol. El camino PR baja hacia el Rec de Malanyeu y la Roca de la Tuta. Es un camino nuevo para mí, no está en mis mapas y decido seguirlo.

Es una decisión del todo acertada. Bajamos por el bosque por un camino bonito, pasamos al pie de la Roca de la Tuta y llegamos a un edificio que había sido una molina que utilizaba la fuerza del agua para hacer funcionar las máquinas cortadoras.

La Font de les Travesses

Al llegar al torrente, volvemos a la umbría y el frío. Quería que Josep Mª viera la Font de les Travesses, uno de los reclamos turísticos de este pueblo. Es una fuente al pie de una gran roca con grandes hayas que le da un aire de misterio. Es un lugar muy agradable y fresco en verano pero una nevera en invierno y, para colmo, parece que todo el agua va canalizada por un tubo de goma al Llomà.

Continuamos subiendo por la pista, paralela al torrente, hasta que acabe. Desde aquí continúa un camino. Era el camino para ir con animales desde Malanyeu hasta Sant Julià de Cerdanyola o Falgars. Vamos subiendo por el bosque. Ya hemos ganado bastante altura y vemos abajo la casa del Llomà. En la cresta, giramos a la izquierda. De hecho, el camino continúa hacia el norte, bajando hasta la Collada de les Bassotes, convertido (o destrozado, según se mire) hace unos años en pista de desembosque, como he explicado en otra entrada en este blog.

En el camino de la cresta. Delante, la cara sur de la Cingle de la Rota y detrás, las Cingles de Vallcebre

El camino se estrecha

El camino de la cresta, también pintado con marcas amarillas y blancas de PR, empieza ancho, dando una sensación falsa de seguridad, pero se va estrechando hasta quedar en la mínima expresión, pasando al norte o al sur de una arista tan afilada como una navaja, o incluso encima del mismo filo.

El lector asiduo, conociendo mi poca afición a los precipicios, sobre todo los bilaterales, como nuestro amigo Armengué, podría preguntarse porqué di ese fatídico giro a la izquierda.

La cara norte de la Cingle de la Rota. Hacia el sur, la niebla cubre el Llobregat

Hace unos años, había recibido el encargo de hacer la descripción de la ruta de pequeño recorrido creada por Sant Julià de Cerdanyola, que recorre la periferia del municipio, incluyendo esta cresta. La hice con mucha trepidación, porque estaba solo. Más tarde, alguien me dijo que habían repasado esta parte de la ruta y tenía curiosidad por ver en qué había consistido este supuesto repaso. Hoy, lo veo igual de aéreo; lo único, quizás un poco más de pintura para que nadie se pierda o se equivoque.

Mirando hacia atrás. Por suerte, el camino pasa por la izquierda a la cara norte

Por fin, desviando la vista de las caídas verticales a mi derecha e izquierda siempre que pueda, llegamos al cruce con el camino del Mal Pas. Este camino viene de Sant Julià de Cerdanyola a Malanyeu casi en línea recta pero sólo es apto para hacer a pie. Hace unos años, sobre todo cuando tenía un piso alquilado en Sant Julià de Cerdanyola, había hecho esta ruta unas cuantas veces, antes de que fuera pintada como parte de la Xarxa Lenta. Incluso había traído a mi padre cuando éste debía rondar los 70 años.

El tramo ‘problemático’ de este camino es la bajada sur por una estrecha faja que recorre la pared vertical en diagonal y es el único paso posible. Hoy, está bien señalizado pero eso no impide que tenga algunos puntos un tanto delicados y, bajando por este paso precario, me quedo asombrado de que tuviera la insensatez de traer a mi padre aquí y de que, además, me siguiera sin decir ni pío.

En la Creueta. Detrás, la silueta inconfundible del Pedraforca

Por fin, llegamos a tierra firme, por así decirlo, y subimos la cuesta por el bosque hasta el lugar llamado La Creueta, el lomo encima del Clot de la Rota, con unas vistas enormes, y en una ‘bauma’ (o pequeño hueco en la roca) cercana, comemos. Dicen que para curar las fobias, hay que exponerse a los objetos o situaciones que las causan. He probado esta teoría con la dentista, con un éxito desigual, y también con los precipicios, también con unos resultados más bien regulares. En fin.

Bajamos por el bosque de robles hasta llegar a la casa de Molnell. Antes cuatro paredes que apenas se aguantaban en pie, alguien ha construido sobre el solar una casa de diseño que tiene cierto aire escandinavo. De montaña no tiene nada, pero tampoco es fea y está claro que a su dueño le sobra el dinero.

El nuevo Molnell

Volvemos a enlazar con la pista que va a la Font de les Travesses pero en vez de girar a la izquierda, giramos a la derecha y bajamos hacia el núcleo del pueblo, pasando por el Llomà. Al volver, vemos el lugar lleno de coches y gente.

 El Llomà

Mirando hacia el núcleo de Malanyeu

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,1 km; 630 metros de desnivel acumulado.

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