La semana siguiente
fueron 5 días pasados por agua. Además, el virus se había adueñado de mi
cuerpo, causando daños celulares de tal magnitud que sólo me quedaban fuerzas para
tragar comprimidos de aspirina. Para esta semana, pido a Pep una salida para
convalecientes.
Con la lluvia, el pantano
está lleno. Imposible pasar por el Pont del Doro y aparcamos en el Pont del
Climent, pasado Vilada. Pero antes de cruzar el puente, recorremos la pista plana
hacia el oeste para ver la presa utilizada por la antigua fábrica textil, cerca
del Pont del Doro. Cae una cantidad impresionante de agua. La presa es moderna
pero aún se ven restos de la presa antigua.
La presa del Molí de Baix
Volvemos al puente, lo
cruzamos y seguimos hacia el este el camino que bordea el río. En los mapas hay
el topónimo del Rec de Can Volat, que es un arroyo que sube hacia la Carena de
Salga, y el mapa de la Alpina marca una casa con el mismo nombre muy cerca del
camino del río. En vez de subir por una canal, Pep propone buscar esta casa y
así no me cansaré tanto.
El Pont del Climent
El camino empieza bastante plano, apto para convalecientes. Primero es una pista, hasta la bifurcación a la Portalleta, y luego es camino. Con el efecto acordeón que hace la memoria, ya no me acordaba de las subidas y bajadas que vienen luego y volver a recordarlas en primera persona es un duro golpe para mi cuerpo aún debilitado.
El camino que bordea el río
Restos de la pasarela para cruzar el río cerca de la Font de la Pega
Pero, tras un pequeño
desvío para visitar la Font de la Pega (que tome nota nuestro amigo de los
hornos), por fin llegamos a donde tendría que estar la casa de Can Volat.
Efectivamente, es una zona relativamente llana con algunos campos y nos
dividimos para recorrerla toda pero de la casa, ni rastro. “Can Volat s’ha
volat”, piensa mi alterego catalán. Tan sólo encontramos un lugar que da la
impresión de que podría ser un buen lugar para poner una casa pero sin restos
de construcciones. Pero al ir subiendo la cresta, vemos que arranca un camino
inédito para nosotros. Lo seguimos hasta su empalme con el camino ya conocido que
sube el Rec de Can Volat. “Sen’s ha girat feina”, dice Pep. “Tenemos cosas para
hacer aquí”.
Bajando otra vez al río después de buscar Can Volat
Imposible pasar
Pep quería ver el molino
de Canemars pero al llegar al río, las piedras para cruzar han quedado sumergidas
bajo el agua crecida y es imposible vadear el río. No nos queda más remedio que
dar la vuelta y encaminarnos nuevamente al Pont del Climent.
Con el coche, vamos hasta
la pista que va al molino. Ha habido una tala de árboles aquí y ahora el acceso
al molino está mucho mejor. Con suerte, algún día será un lugar agradable para
picnics familiares. Con el agua y las cascadas, es un lugar bastante idílico,
pero yo ya estoy muy cansado y sólo pienso en volver a casa.
El molino de Canemars
Las ruedas de moler en el interior
Y la cascada
Con eso, damos por
concluida la salida de hoy. 11,6
km ; 580
metros de desnivel acumulado.
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