Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



martes, 14 de mayo de 2013

3/5/2013 – Can Volat


La semana siguiente fueron 5 días pasados por agua. Además, el virus se había adueñado de mi cuerpo, causando daños celulares de tal magnitud que sólo me quedaban fuerzas para tragar comprimidos de aspirina. Para esta semana, pido a Pep una salida para convalecientes.

Con la lluvia, el pantano está lleno. Imposible pasar por el Pont del Doro y aparcamos en el Pont del Climent, pasado Vilada. Pero antes de cruzar el puente, recorremos la pista plana hacia el oeste para ver la presa utilizada por la antigua fábrica textil, cerca del Pont del Doro. Cae una cantidad impresionante de agua. La presa es moderna pero aún se ven restos de la presa antigua.

La presa del Molí de Baix

Volvemos al puente, lo cruzamos y seguimos hacia el este el camino que bordea el río. En los mapas hay el topónimo del Rec de Can Volat, que es un arroyo que sube hacia la Carena de Salga, y el mapa de la Alpina marca una casa con el mismo nombre muy cerca del camino del río. En vez de subir por una canal, Pep propone buscar esta casa y así no me cansaré tanto.

 El Pont del Climent


El camino empieza bastante plano, apto para convalecientes. Primero es una pista, hasta la bifurcación a la Portalleta, y luego es camino. Con el efecto acordeón que hace la memoria, ya no me acordaba de las subidas y bajadas que vienen luego y volver a recordarlas en primera persona es un duro golpe para mi cuerpo aún debilitado.


El camino que bordea el río

Restos de la pasarela para cruzar el río cerca de la Font de la Pega

Pero, tras un pequeño desvío para visitar la Font de la Pega (que tome nota nuestro amigo de los hornos), por fin llegamos a donde tendría que estar la casa de Can Volat. Efectivamente, es una zona relativamente llana con algunos campos y nos dividimos para recorrerla toda pero de la casa, ni rastro. “Can Volat s’ha volat”, piensa mi alterego catalán. Tan sólo encontramos un lugar que da la impresión de que podría ser un buen lugar para poner una casa pero sin restos de construcciones. Pero al ir subiendo la cresta, vemos que arranca un camino inédito para nosotros. Lo seguimos hasta su empalme con el camino ya conocido que sube el Rec de Can Volat. “Sen’s ha girat feina”, dice Pep. “Tenemos cosas para hacer aquí”.

 Bajando otra vez al río después de buscar Can Volat

Imposible pasar

Pep quería ver el molino de Canemars pero al llegar al río, las piedras para cruzar han quedado sumergidas bajo el agua crecida y es imposible vadear el río. No nos queda más remedio que dar la vuelta y encaminarnos nuevamente al Pont del Climent.

Con el coche, vamos hasta la pista que va al molino. Ha habido una tala de árboles aquí y ahora el acceso al molino está mucho mejor. Con suerte, algún día será un lugar agradable para picnics familiares. Con el agua y las cascadas, es un lugar bastante idílico, pero yo ya estoy muy cansado y sólo pienso en volver a casa.

El molino de Canemars

Las ruedas de moler en el interior

Y la cascada

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,6 km; 580 metros de desnivel acumulado.

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