Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



martes, 16 de octubre de 2012

7/10/2012 – Caminos entre Guardiola y Sant Julià de Cerdanyola

Hoy he quedado para salir con Josep Mª. Tras algunas vacilaciones, me decanté por una ruta que enlaza caminos que suben desde Guardiola hasta Sant Julià de Cerdanyola. Hasta ahora, el blog no tiene ninguna entrada para este municipio, que fue mi primer descubrimiento serio del Berguedà, hace ya casi 20 años. Llegué aquí un soleado día de mayo desde el mundo gris de Barcelona y vi un paisaje lleno de verde; cantaban los pájaros, revoloteaban las mariposas, había flores por todas partes y el suave ruido del agua que pasaba por pequeños canales para regar los huertos. Me quedé cautivado.

Así que aprovecharé el día para enseñar a Josep Mª un poco más de su comarca. Dejamos el coche en la primera curva de la carretera que sube a Sant Julià de Cerdanyola, donde un rótulo indica Les Nou Fonts.
Bajamos por una pista que cruza un pequeño torrente. Un camino sube por la izquierda que lleva a una especie de gruta al lado de una pequeña cascada. Unos surcos de cemento canalizan el agua que sale de unos agujeros en la roca. Hay una mesa y asientos de hormigón. Es un lugar muy fresco y agradable en verano pero gélido en invierno ya que no le toca nunca el sol.

Entrada al merendero de les Nou Fonts

Volvemos a bajar hasta el torrente y caminamos en el otro sentido, primero por el lecho del torrente seco y luego siguiendo un camino claro que hace un flanqueo por el bosque paralelo a la carretera, donde enlaza con el camino principal que sube a Sant Julià desde el Collet y ahora parte de la Xarxa Lenta. A medida que vamos subiendo, las vistas se abren, tanto hacia el oeste, con el valle del río Saldes y Pedraforca, como hacia el este, con el torrente de l’Albiol y los pequeños campos – seguramente antiguos viñedos – colgados entre las rocas.

 A la derecha, se ve la casa de la Torre de Foix y las cuestas que subimos la semana pasada

 El día fue mejorando, ofreciendo estas vistas de Pedraforca desde el camino del Collet

Y del valle de l'Albiol, con las pequeñas terrazas a la izquierda

Lástima de la línea de alta tensión que va al Coll de Pal pero aún así, es un camino histórico y digno de seguir. Salimos en el lugar llamado Cap dels Roquets, donde hacen el tiro al plato.

El camino del Collet, justo antes de salir al Cap dels Roquets

Seguimos subiendo con una valla de una finca por un lado y los riscos por el otro, hasta el Cap del Grau, donde el canal de riego cruza un camino que baja hacia el fondo del valle de l’Albiol. Siempre ha sido un lugar muy agradable para pasar un rato, con unas vistas inmejorables. Ahora, al acercarnos, veo dos bancos y empiezo a sospechar lo peor. Al llegar a los bancos, veo que el entrañable camino que venía de llano, dando la vuelta del Puig, ahora es una pista a la que, además, sólo se podrá acceder en todoterreno. “No va nadie”, me asegurarán luego en el bar abajo donde tomamos un café.

Josep Mª se acomoda en el Cap del Grau

Cada tantos años, este municipio me da disgustos. Primero fue una fea pista de desembosque abierta sobre un bonito camino que bajaba desde la Artigassa hasta el Collet de les Bitlles hace unos diez años. Luego, hace unos cinco años, otra pista de desembosque que destrozó parte del antiguo camino de Malanyeu a Falgars, convirtiendo la pintoresca Font de les Estorales en una bañera metida en un charco fangoso. Y ahora esto.
Nos sentamos en los bancos para tomar un refrigerio. Sigue una conversación larga y uno de sus frutos es una propuesta por parte de Josep Mª de prepararme para un examen oficial de catalán a cambio de conversación en inglés. Tentador.

Vista del Forcat, con una parte de las terrazas de Les Deveses

Y el pueblo, mirando hacia Falgars con las montañas del Catllaràs detrás

Bajamos al lado del canal hasta la cruz (donde hay más bancos y un mirador) que marca la entrada al pueblo. Tras tomar el café susodicho, continuamos hasta el cementerio donde arranca el camí ral y también parte del GR4. Es un camino muy interesante, todavía empedrado en muchos puntos, que baja al lado del río de Cerdanyola, con la vista delante de las interminables terrazas de antiguos viñedos de les Deveses y uno de los rasgos distintivos de este pueblo, y empalma con la carretera en la ermita de les Esposes. Cerca de aquí, en la carretera, hay otro mirador con más bancos que ofrece buenas vistas del valle del Llobregat. A partir de aquí, el camino va bajando la cuesta, cruzando las curvas de la carretera, hasta dejarnos delante del coche.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,5 km; 370 metros de desnivel acumulado.

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