Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 6 de octubre de 2012

28/9/2012 – El Castell dels Moros o la Torre del Far

El día amanece tapado, con pronóstico de lluvias fuertes el día siguiente. Pero decidimos salir y ponemos rumbo a Sant Corneli. “Tengo 20.000 palabras para traducir y un futuro brillante”, le advierto a Pep, recordando las paredes verticales que hemos visto miles de veces subiendo y bajando la carretera. “Confía en mí”, me contesta enigmáticamente.


Aparcamos el coche cerca del Jou, una casa convertida en hotel rural de gama alta. Hay caballos por todas partes; está claro que la cría es uno de los ejes de la economía del hotel. Aunque se ha gastado mucho dinero en transformar una casa humilde en un hotel con mucho encanto, su entorno, todavía marcado por las cicatrices de la extracción a cielo abierto de la última etapa de la minería del carbón en el Berguedà, le ha puesto las cosas muy cuesta arriba y, hasta ahora, no ha llegado a despegar de verdad. Detrás hay la ermita románica y la torre, ambas reconstruidas. La ermita todavía se parece a una ermita pero la torre ha sido reconstruida a partir de cero como un apartamento para escritores en busca de aislamiento para concentrarse. Quitando el ascensor, me parece bastante cuca. Evidentemente, Pep preferiría ver una pila de piedras en el suelo que esta monstruosidad sin gusto.

La nueva Torre del Far y su iglesia

Tras un comienzo en falso, encontramos el camino que arranca desde la torre misma. Da la vuelta de un promontorio y entra en un ‘grau’ (ver Glosario) espectacular. A partir de aquí, baja zigzagueando con bastante pendiente dentro de un bosque de robles. Su categoría es incontestable. Por las ramas cortadas, se ve claramente que, en algún momento, alguien intentó limpiar el camino. “Suerte de los árboles”, pienso. “No nos dejan ver el precipicio que tenemos a 20 metros a cada lado”.

Pep sonríe relajado ante los precipicios que nos rodean

Pero el camino se va volviendo cada vez más tenue. Evidentemente, el cazador no llegó a limpiar aquí. Todavía nos quedan 150 metros de desnivel para llegar al río. Pep sigue bajando, Carles se queda unos 50 metros más abajo y yo me quedo arriba, pensando en mis 20.000 palabras. Al cabo de unos 10 minutos, Pep vuelve. “Está tapado pero se puede bajar. Hay un tramo de roca un poco delicado; yo lo he cruzado pero conozco a uno que no querrá”, dice, señalándome con la mirada.

Volvemos a subir. El plan B es intentar acceder al camino desde la carretera y enlazar desde abajo. Antes de volver al Jou, decidimos hacer un ‘brunch’ sobre una plataforma de roca suspendida sobre el vacío, viendo pasar los vehículos abajo en la carretera y una vista enorme delante y hacia el norte, con el pueblo de Malanyeu en frente.

Carles y Pep contemplan el abismo antes de comer

Después de loar por enésima vez las excelencias del Viejo Peculiar y sus novelas negras de 10 palabras, reemprendemos la subida. En las inmediaciones de la casa, paramos para charlar con el dueño y nos sugiere tomar una pista de mantenimiento de las torres eléctricas cerca de las viejas instalaciones mineras de Figols que luego empalma con el camino que bordea el Canal Industrial.

Seguimos su consejo. Tras caminar durante poco más de un kilómetro, la pista acaba en un puente que cruza el canal, con un camino en ambas direcciones. Giramos hacia el norte y entramos en un túnel verde formado por los árboles, acompañados por el flujo silencioso del agua. Para nosotros, es totalmente nuevo. Nunca habíamos estado aquí y sólo habíamos visto el canal desde la carretera. El canal entra en un túnel excavado en la roca pero el camino lo rodea por fuera. Avanzamos unos 50 metros más pero ha empezado a llover y nos vemos obligados a batirnos en retirada. Volveremos.

El punto de entrada en el Canal Industrial

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 5,3 km; 360 metros de desnivel acumulado.

Nota histórica: El Canal Industrial fue construido a finales del siglo XIX entre Guardiola y Berga para traer energía hidráulica a la industria local. Supera infinidad de obstáculos y su coste final supuso la ruina económica de sus promotores, como otra gran obra del Berguedà, el ferrocarril de Peguera.

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