Constatando que lo hemos hecho casi
todo y Carles no, y que los años van pasando, Pep recupera un tema muy querido
por él: repasar todo, zona por zona, para que la posteridad no tenga que
reprocharnos haber dejado todo a medias. Y tiene una nueva palabra que a él le
llena de entusiasmo y a mí me da visiones de caminadas repetitivas y áridas:
exhaustivo (“ex–haus–tiu” dice Pep en catalán, así, separando las sílabas).
En el Mikado, Pep me recuerda que hay
unos cuantos caminos que suben hacia el Confós desde las casas, y concretamente
dos que arrancan desde la casa de Val·lòbrega, cruzando el camí ral de Cercs a
Peguera y que subirían la Canal de la Bena y la Canal Gavernosa,
respectivamente.
Entrada del camino de Peguera en la Collada de Palou
Dejamos el coche en la Collada de
Palou y entramos en el camino que va a Erola y Coll d’Hortons, uno de los más
atractivos de la zona. No tardamos en percatarnos de una novedad: se ha
arreglado la casa de Val·lobrega y donde antes había una humilde casa de pagès,
abandonada y en un estado más bien precario, ahora hay un pequeño palacio, con
amplias terrazas y piscina, dedicado al turismo rural. El dinero que se ha
invertido allí debe ser impresionante. De momento, descartamos reservar
habitación (más tarde, vi en su web que se puede alquilar la casa entera por
1.600 euros el fin de semana) y nos plantamos en la entrada de la primera
canal.
La nueva casa de Val·lobrega
La primera parte de la subida está
bastante despejada, limpiada por los cazadores. Vamos anotando carboneras y
localizamos el hueco en la roca donde vivía el carbonero. Sin embargo, en
cierto momento, los cazadores optan por un camino transversal y el resto de la
subida hasta la última carbonera es bastante penosa.
Volvemos a bajar y tomamos el camino
transversal hacia la Canal Gavernosa. El camino está bastante limpio hasta la
última parada en un pequeño collado. Después de las sombras de la canal, es un
placer volver a tener vistas extensas y nos dedicamos a fotografiar todo lo que
tenemos delante, que es mucho. Pero a partir de la última parada, el camino
desaparece y es más bien un paso de animales. Abrimos paso por las zarzas
mirando el precipicio a nuestra izquierda, con la posibilidad siempre presente
de quedar cortados y tener que volver atrás. Pero no, conseguimos llegar a la
Canal Gavernosa, donde entroncamos con otro camino.
Mirando hacia la Canal de la Bena desde el paso transversal
Se repite la historia: carboneras y
más carboneras, y también varias ‘baumas’ de carboneros. Eso da que pensar: o
bien el carbonero podía elegir entre varias residencias según le apeteciera,
como los millonarios de hoy, o había tanta madera que daba para varios
carboneros.
Dejamos atrás la que debía ser la
última carbonera y poco después, el camino desaparece. Ahora sólo queda bajar
por este camino medio borrado, empinado y tenebroso, lleno de piedras que han
caído de las rocas a nuestra izquierda y derecha, con ramas, zarzas y troncos
caídos que nos obstaculizan continuamente. “Una excursión apta para toda la
familia”, resume Carles.
En la Canal Gavernosa
Pero ya cerca del camino de Peguera,
hay una última sorpresa. La canal se ensancha momentáneamente, con unas grandes
explanadas pobladas por hayas probablemente centenarias. “¿Cómo es que éstas no
se cortaron?”, me pregunto. Ni siquiera Pep me sabe dar una respuesta
definitiva. Superamos los últimos obstáculos y salimos en el camino principal.
Ahora, sólo queda deshacer lo recorrido hasta la Collada de Palou. Hoy, los
kilómetros recorridos valdrán el triple.
En el camino de Peguera
Con eso, damos por concluida la salida
de hoy. 6,2 km; 420 metros de desnivel acumulado.
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