Así nos saludó la mañana. Hace el este ...
Y hacia el oeste
Nada más salir del coche, un rebeco cruza la carretera sin prisas delante nuestro. ¿Será un buen augurio? Vamos bajando la pista – nada que ver con hacerlo de subida – conversando sobre temas anodinos cuando de repente Pep se para. “Tenemos que bajar por aquí”, me dice. “¿Para qué?”, pregunto. “Tenemos que buscar la Balma de Risclaire”. “¿Sabes que hay un precipicio no muy lejos de aquí?”. “Confía en mí”, me conmina y empieza a bajar. Henos aquí bajando sin camino, a veces sobre roca pelada y a veces entre el boj pero siempre con la visión del abismo cerca, hasta llegar a un camino transversal casi borrado. Pep ya huele el triunfo y lo seguimos hacia la izquierda. Sin embargo, al cabo de unos 300 metros, renuncia sin haber encontrado la Balma y damos la vuelta. El camino sale delante de la casa del Collet del Prat, lo que indica que era un camino que tenía la casa para ir al bosque. Cruzamos el collado y bajamos por el camino restaurado como parte de la Xarxa Lenta hacia el río. Es un camino muy atractivo, que baja zigzagueando la cuesta empinada hacia el río.
Abetos en El Risclaire
Al otro lado, Pep quiere buscar la Balma del Borràs pero yo ya me planto. Las oquedades en las rocas no son santo de mi devoción y hoy he tenido mi cupo. Le doy mi GPS y mi cámara y que se espabile. Al cabo de unos 15 minutos, vuelve. Ha encontrado la cueva y un camino. Subimos al camino y ponemos rumbo hacia la Casa Gran. El camino entra en el camino de la Xarxa Lenta que baja hacia la Balma del Cavaller. Almorzamos al lado del río, bajo la sombra de los árboles.
Tritón pirenaico en el río de Tec
Desde allí, subimos el camino antiguo que arranca desde las ruinas del puente hasta la iglesia de Sant Martí dels Canals. Una vez en la iglesia, seguimos un camino transversal que entra en el camino de la Xarxa Lenta que baja desde el Collet del Prat. Al limpiar el camino, se tapó la entrada del camino transversal con ramas de modo que no se ve; ¿a propósito?, nos preguntamos. Volvemos a la iglesia y probamos otra colita pero ésta se muere y tenemos que volver al camino de la Xarxa Lenta. Hacerlo de subida ya no hace tanta gracia que bajarlo.
Restos del puente que conectaba la Casa Gran con el núcleo de casas y la iglesia al otro lado
Nos desviamos para llegar a la pista a la Collada de Peguera. Esta vez sí que vamos por la cara norte de la Serra del Camp de Vidre para volver al coche. Las fresas silvestres están en su punto. Ante la visión de esas bolitas rojas, afloran instintos primarios y nos afanamos a hacernos con las más jugosas.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,4 km; 710 metros de desnivel acumulado.
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