Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 9 de febrero de 2011

4/2/2011 – Brocà (2)

Inclemencias meteorológicas nos han impedido salir hasta hoy. Carles aún no ha llegado y mientras Pere del Mikado nos trae el café, Pep y yo nos ponemos al día de nuestros achaques. “¿Qué tal la pierna?”, le pregunto. “Bueno, me molesta a ratos. ¿Y tu hombro?”. “Hago estiramientos”, contesto. “Mi mujer me dice que es un problema emocional. Ya sabes, los ingleses … ¿Y el tuyo?”. “Hago los ejercicios que me ha explicado el fisioterapeuta y va mejorando. ¿Y tu talón?”. “He cambiado de calzado. Parece que mejora”. Con eso llega Carles y cambiamos de tema.

Dejamos el coche cerca de Vilalta. Aún quedan restos de nieve de la nevada de la semana pasada pero, con anticiclón, la temperatura es muy suave.

Las casas de Vilalta y Cal Cosí

y las ruinas de Cal Subirana, medio kilómetro más hacia el este.

El objetivo es ir cerrando las colitas (ver Glosario) que quedaron de la última salida. Localizamos dos posibles casas medievales y un canal de piedra encima de Vilalta, luego pasamos encima de Subirana y con caminos y sin caminos llegamos al Tossal Rodó, un llano con bonitas vistas, pasando por un curioso ‘grau’. Carles ha quedado un poco más abajo y llama a Pep; ha encontrado algo interesante. No le queda más remedio a Pep que bajar otra vez. “Toma el sol”, me ordena. Cumplo la orden a rajatabla.

 Tancalaporta con el Mas del Castell en primer plano, desde el Tossal Rodó.

Pedraforca, también desde el Tossal Rodó

Al cabo de 15 minutos, vuelven – sólo eran piedras. Llegamos al Pla Llosar y mientras Pep inspecciona las barracas, Carles y yo nos dedicamos a observar el vuelo de un grupo de buitres, entre ellos una pareja de alimoches.


El vuelo majestuoso del buitre. Pero nosotros aún estábamos demasiado vivos y se acabaron marchando.

Bajamos al Mas del Castell y comemos en el mismo sitio que la otra vez. Continuamos hacia el oeste, entrando en los campos antiguos del otro día. En el límite de los campos, Carles encuentra una pila de piedras que podría ser algo más pero sin excavar, imposible saber. Comprobamos colitas hacia Cerconeda pero todas acaban muriéndose en campos. La conexión de Mas del Castell con Cerconeda se está convirtiendo en un auténtico misterio.

Llegamos a Cerconeda sin camino y propongo buscar el camino a la iglesia de Brocà. Seguimos uno, que se muere en la cuesta y más abajo, Pep ve otro camino de más categoría. Bajamos. Este camino sí que parece auténtico. Lo sigo hacia atrás, hacia Cerconeda. Doy la vuelta justo cuando emprende la subida, luego lo seguimos de bajada hacia Brocà. Su categoría está fuera de toda duda. Bajamos por una cuesta pelada encarada al sur. “Esto tiene que ser un horno en verano”, dice Carles. Ahora sabemos donde traer a Josep María en julio. El camino entra en una pista y la pista nos lleva sin esfuerzo a Vilalta y el coche.

Bajando la cuesta desde Cerconeda. Abajo se ve la iglesia de Brocà y detrás, las montañas del Catllaràs.

Hoy ha sido una salida suave. No vamos a pulverizar ningún record.


Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,7 km; 435 metros de desnivel acumulado.

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