Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



miércoles, 16 de junio de 2010

11/06/10 – Rain stopped play

El hombre del tiempo dijo que el sol se impondría a medida que avanzaba el día, así que decidimos probar suerte. Esta vez, queríamos mirar los caminos entre Gavarrós y Coll de Pal. Llegamos a Gavarrós. Sale el sol; la cosa pinta bien.
La primera tarea es identificar el camino antiguo que iba a Coll de Pal. Tomamos el que creíamos que era pero se acaba difuminando en los campos. Flanqueamos hasta otro camino marcado en el mapa que va a la Casa Freda pero se parece muchísimo a un camino para arrastrar troncos: demasiado rectilíneo. Quizás desconcertados por este primer fracaso, Josep Maria y Pep se enzarzan una acalorada discusión sobre los filósofos griegos. Yo me callo, éstas son cosas serias. Al final, continuamos por el camino y Pep acaba dándolo por bueno.
Salimos en los campos debajo de la Casa Freda. Josep Maria mira con recelo a las vacas, desconfiando de su engañosa docilidad.
Yo hacía muchos años había marcado unas colitas que marchaban hacia el este y tenía la esperanza de que hoy, por fin, sería el día que se sabría adónde iban. También hacía muchos años, cuando aún tenía poca experiencia, yo había marcado una estructura encima de los últimos campos como La Marge, una casa pobre mencionada por Cesar August Torras como la última casa en el camino al Coll de Pal. Evidentemente, Pep no se fía de mi criterio – con razón – y decide confirmarlo ya que él no la ha visto. Llegamos allí; resulta que es una ‘pleta’ o cercado de piedra donde se guardan los animales de noche, con una pequeña barraca al lado. Hemos ganado una pleta pero hemos perdido una casa. Subimos hacía una cabaña en buen estado debajo de la línea de alta tensión. ¿Se habrá construido sobre el emplazamiento de la casa?
Pep inicia un flanqueo hacia el oeste en busca de más pruebas. “¿Y mis colitas?” protesto. “Luego”. Llegamos a una curva y Pep decide continuar por un camino que continúa hacia el oeste. Llegamos a un prado y Pep encuentra otra pleta. Está de buen humor; con poca cosa se contenta. Miramos hacia el sur; el cielo está empezando a taparse. “No será nada”, digo. “El Molina dijo que mejoraría por la tarde”.
Bajamos hacia los campos de la Casa Freda por un camino nuevo que permite matar una colita que tenía por allí y buscamos un sitio para comer. Hacía el sur, vemos una especie de niebla; es una cortina de lluvia. Estamos muy cerca de una de mis colitas así que nos damos prisa para verla. Llegamos al inicio, pasando por un grupo de vacas. Josep María no está cómodo. Empiezan a chispear las primeras gotas de lluvia y a un grupo de vacas no se les ocurre otra cosa que meterse por el camino delante nuestro. El camino es bonito, seductor, despejado, con buenas vistas y se dirige directamente hacía el Torrente de Coll de Pal, que baja caudaloso por un fuerte pendiente con pequeñas cascadas. Allí encontramos apiñadas a las vacas; ellas no pueden continuar y nosotros tampoco. Ya está lloviendo y baja demasiada agua por el torrente para cruzarlo. Damos la vuelta, con las vacas detrás. No para de llover en todo el camino de bajada al coche.

Vista del Torrente de Coll de Pal justo antes de dar la vuelta

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10 km; 535 metros de desnivel acumulado.

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