Hace unos 15 años, Pep Sánchez pudo hablar con unos habitantes de La Quar que desde entonces han pasado a mejor vida. Uno le habló de la última persona que vivió en Cal Setrill, una humilde vivienda en una gruta bajo el camino de La Molina a La Quar; el otro, que había vivido en Can Pou, le habló de Cal Gat, metida en una gruta cerca de Can Pou. Pep había localizado las dos casas pero esto era en la era predigital. Había que volver.
Dejamos el coche en La Molina, tocando la Riera de Merlès. Tomamos el camino a La Quar que habíamos bajado el 18 de diciembre. Aprovechamos para acabar algunas colitas, incluido el camino tan bonito que Pep no nos dejó hacer, pero hoy, con niebla y toda la vegetación mojada por la lluvia de ayer, la impresión ya no era tan grata. Hacemos los caminos de forma mecánica, más concentrados en nuestra conversación sobre la sostenibilidad económica y medioambiental. ¡Cuántos millones de conversaciones similares por millones de personas en todo el mundo y los poderosos siguen sin hacernos caso!
Llega el momento de desviarnos del camino principal; dejamos de arreglar el mundo y nos centramos en el trabajo que tenemos en mano. Con algunas dificultades, llegamos a Cal Setrill. Aparentemente, cuando el hombre trajo a su esposa a su nueva casa, ella cogió una depresión de caballo. No sorprende, la verdad: una sola estancia, metida en un hueco en la roca, y una dura vida de peón y carbonero.
Pep toma las medidas de Cal Setrill. Una vivienda a reformar con muchas posibilidades
El camino cruza un barranco lateral y continúa, ahora en mejor estado. Algún cazador lo habrá limpiado. Baja al Torrente de Can Pou y se nos abre un laberinto de caminos de carboneras que recorren todas las pequeñas torrenteras. Pasamos una hora bien entretenidos, yendo arriba y abajo. Ha salido el sol y el efecto de la luz sobre el agua de los riachuelos es de lo más gracioso.
El Santuario de La Quar con sus nuevos anexos
Este era el aspecto que tenía Cal Gat
Vista desde Les Planes mirando hacia el este
Pep hace la ficha y luego continuamos por la pista forestal a Rúixols, al otro extremo de la pequeña sierra, también en ruinas aunque con algo más en pie. Destaca la cisterna de adoquines redondos al lado de la casa. También hay otra cisterna construida sobre una fuente a unos 100 metros de la casa, al lado de un camino que emprendemos de bajada. Salimos a una pista y buscamos la forma de bajar a La Molina.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 13,4 km ; 420 metros de desnivel acumulado.
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