Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 17 de agosto de 2020

31/7/2020 – Regreso a Canemars

La semana siguiente, Carles estuvo de vacaciones. Pep y yo habíamos quedado para salir, pero durante la noche hubo una tormenta fuerte y amenazaba más tormentas durante el día. Temiendo un rayo sobre la cabeza, llamé a Pep para anular la salida. Hizo un día espléndido.

Y la semana después, la previsión era de mucho calor pero, visto lo que pasó la semana anterior, no me sentía con autoridad para imponer nada. “Habremos acabado a la hora de comer”, me promete Pep la noche anterior.

Aparcamos en la carretera debajo del Santuario de la Mare de Deu dels Oms. Pep quería ver si aún se podía seguir el camino desde el Santuario hacia el grupo de casas alrededor de Cal Toni y luego buscar las dos casas que no encontramos en nuestra primera salida después del confinamiento.

Subimos al Santuario por la pista asfaltada que sale de la carretera. Está todo desierto y ya empieza a hacer calor. Obviamente, la puerta de la iglesia está cerrada con llave; imposible ver el interior. La casa contigua había sido una casa de colonias pero ya hace unos cuantos años que no viene ningún niño. Un campo de fútbol abandonado con la hierba seca y dos porterías de hierro dan fe de su antiguo uso. Un arco de puerta del siglo XVI es el rastro más evidente de su antigüedad.

Vista clásica del Santuario dels Oms

Cruzamos la carretera y entramos en los campos de Terradelles. No hay ningún rastro claro de camino y finalmente, nos encontramos en el pequeño collado donde llega el camino que viene de Sant Jaume de Frontanyà y poco después, estamos en la pista de Cal Toni. El calor empieza a apretar. Debe hacer ya 30 grados o más. “¿No tienes calor?”, pregunto a Pep. “¿Yo? ¿Calor?”, me contesta. “Cuando trabajaba en la mina, 30 grados era un lujo inalcanzable. Lo más normal era trabajar con casi 40 grados”.

“Entendido”, pienso. “No hace calor”. Llegamos al punto donde hay que buscar las casas y salimos de la pista. Carles, con su olfato infalible para detectar piedras viejas, encuentra la primera casa, Cal Ferrerons, situada en un pequeño llano encima de los campos. Y 100 metros más hacia el este, Pep encuentra la segunda, Cal Menut.

Cal Menut, la segunda de las dos casas que nos faltaba para encontrar

Documentadas las casas, cruzamos la pista, pasamos por Cal Peguera y subimos a la cresta del cerro largo detrás de Cal Toni. Un camino que habíamos encontrado en la primera salida se descarta como de animales y comemos bajo la sombra de los árboles. Aquí hay una brisa y el calor es soportable. Volviendo hacia Terradelles por la cresta, vemos un camino en un collado y decidimos seguirlo hacia el norte. Nos lleva al fondo de un valle entre Cal Berlinga y Casablanca. Giramos hacia la izquierda y no tardamos en ver las rocas peladas frente a Cal Berlinga.

Subo por la cuesta, detrás de Pep y Carles. Intento sujetarme con las manos y los pies a esta roca quebradiza, blanda, que se deshace en los momentos más inoportunos. En algún paso delicado, mis botas pierden tracción y veo posibilidades reales de acabar abajo otra vez. Pero con un último esfuerzo, llego arriba donde me esperan Pep y Carles, conversando tranquilamente. La subida aún no ha acabado, pero esta vez es por roca dura y consolidada. Enlazamos con el camino de Sant Jaume, pasamos por el collado con el cruce de caminos y nos encaminamos hacia el Santuario. El camino, si lo hubiera, parece que ha sido convertido en campos. Solo al llegar a la carretera, viendo el trazado de una pista tenue y antigua que se adentra en los campos, Pep lo plantea como posible trazado del antiguo camino.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6 km; 200 metros de desnivel acumulado.

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