La semana siguiente, aún convaleciente, Pep me llama. Sigue inmerso en su diálogo con los notarios del siglo XVIII y XIX y estableciendo conexiones con otro interés suyo, las minas de hierro y las fraguas. Precisamente, en las canales del Moixeró, hubo unos contratos de arrendamiento para la explotación del carbón vegetal destinado a las fraguas que le han dado la idea de continuar con unas incursiones que hicimos en julio del año pasado.
“Tenemos que volver a las carboneras”, me dice por teléfono. Y para animarme a morder el anzuelo, añade: “Sabes que tienes colitas allí”. “No querrás subir la Canal de la Llorença, ¿verdad?”, pregunto, recordando una subida agotadora hace unos cuantos años. “No creo que nos dé tiempo”, me contesta, con voz tranquilizadora.
Volvemos a ser cuatro, con Emili. Aparcamos el coche debajo de la casa de Hospitalet de Roca-Sança e iniciamos la subida por la ruta clásica del Coll de Jou. Antes de llegar a la casa del Claper, giramos a la izquierda por una de mis colitas (ver Glosario) y entramos en el Clot de la Miquela. Allí, hay una bifurcación: un camino marcado baja nuevamente hacia la casa de Hospitalet y otro más tenue entra en la canal. Vamos anotando carboneras, algunas con paredes bien formadas, hasta llegar a la última metida en un hueco bajo las rocas. A pesar de lo escabroso del camino, no deja de ser curioso pensar que esas carboneras probablemente datan del siglo XVIII.
Buscad la línea de árboles en diagonal a la izquierda que sube detrás de las rocas puntiagudas. Aquí es donde nos metimos.
No hay salida y tenemos que deshacer el camino hasta ver la posibilidad de flanquear hacia el Camp del Teixó. Bajamos por el Claper y entramos nuevamente en el Clot de la Miquela, esta vez bajando hacia Hospitalet y luego desviando hacia la derecha.
Coma Floriu desde el Camp del Teixó
La casa del Claper
Cruzamos la Carena de la Miquela y encaramos el camino de la Canal de la Llorença. “No querrás subir la Canal de la Llorença, ¿verdad?”, vuelvo a preguntar, ansioso. Hasta ahora, me he sorprendido a mí mismo con la energía que tengo, sobre todo teniendo en cuenta cómo me sentía hacía tan sólo un par de días, pero temo no poder afrontar con garantías la subida de esa canal infernal. “Aún hay colitas en el Torrent dels Molins”, me contesta, crípticamente. Efectivamente, en el torrente, sube un camino muy tapado que va enlazando carboneras hasta salir en otro camino despejado por los cazadores que debe venir de una colita mía en la Carena de la Miquela. Giramos hacía la izquierda y al cabo de un rato, salimos al Llís de l’Hospitalet, un lomo despejado, que cruzamos para plantarnos en el camino que marca la entrada en la Canal de la Llorença.
Pep y Emili toman vistas en el Llís de l'Hospitalet. El árbol marca la entrada del camino de la Canal de la Llorença. Detrás, la Roca Gran
“Lo subimos un poco para marcar el inicio en el GPS”, dice Pep. “Lo sabía”, pienso. “Luego querrá subir a Penyes Altes”. El camino sube a media altura por el lado este de la canal. La cosa va bien hasta que el camino empieza a empinarse. Siento que la energía me deja y pierdo a los otros de vista. Heme aquí subiendo penosamente una cuesta pedregosa, solo, abandonado. Ya veo los buitres volando en círculos encima mío, evaluando mi potencial nutricional. Cuando siento que ya no puedo continuar, oigo la voz de Pep que me llama. ¡Ha vuelto para buscarme! Y me acompaña hasta dónde han parado para comer.
Tras el repostaje, me siento con fuerzas para continuar y hacemos unos 100 metros más de desnivel, cruzando un hayedo, hasta Les Planelles, una especie de collado amplio donde el camino nuestro se junta con el camino que sube por el fondo de la canal. Aquí se puede seguir subiendo, ya sin camino, hasta el Collet de la Guilla, muy cerca ya de Penyes Altes.
La Font de l'Hospitalet
Pero no continuamos. Deshacemos el camino hasta la fuente de l’Hospitalet, que tiene un agua deliciosa. Mientras descansamos, observo unas nubes muy oscuras que se asoman detrás de Coma Floriu. “Parece que va a llover”, aventuro, como buen inglés. Pep me mira con el aire de alguien que posee conocimientos superiores. “A lo mejor está lloviendo en Cornualles pero aquí no va a llover”, sentencia.
Al entrar en el pueblo de Bagà, empiezan a caer las primeras gotas.
Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,9 km; 980 metros de desnivel acumulado.
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