Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 23 de octubre de 2025

17/10/2025 – Regreso a Sant Julià de Cerdanyola (5ª parte) o Luz al final del Túnel

La semana siguiente, fuimos a la parte más alta de Les Deveses. No aburriré al lector con el relato; fue más de lo mismo. Además, Pol no vino. Tiene trabajo en el Museo de Solsona, dijo.

 

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Hoy tampoco viene. “Tienes que tener una charla seria con Pol”, le digo a Pep, exasperado, en el Mikado. “Esto no es un hobby”.

Volvemos a nuestro aparcamiento en Sant Julià de Cerdanyola. Es un día gris con estratos de nube baja o niebla alta, según cómo lo mires, a media altura de las montañas. Pero el día se arreglará y no hará frío. Pep quiere volver a l’Enzinet y subimos el PR desde el antiguo molino, continuando por el lomo en vez de desviarnos a la izquierda cuando llegamos a la bifurcación. Hoy me siento más fuerte. Todas estas semanas han sido un entrenamiento después del relax del verano e intuyo que hoy mi rodilla no me dará pinchazos.


La larga columna de roca que separa Les Deveses de L'Enzinet

Cruzamos el Torrent de Coma Verda y poco después, una bifurcación nos lleva a una barraca que Carles ya había encontrado en una salida anterior desde la otra dirección. Por ser un camino de barraca, está bien conservado, pintado con marcas azules, y cruza por un ‘grau’ una larga pared de roca que cruza la cuesta en sentido norte-sur y hace de barrera entre dos zonas de cultivo. De hecho, hemos aprendido que todas las barracas o bien estaban cerca de uno de los caminos que suben a la cresta o tenían su propio camino, hoy más o menos borrado.


Y el 'grau'

Volvemos atrás y subimos un poco más antes de iniciar los zigzags. Para sorpresa de Pep, no me planto sino que les sigo a mis 5 metros habituales. “Steve sufre mucho en estas salidas tan técnicas”, comenta Carles. “Creo que no valoramos suficientemente su esfuerzo”. “Es cierto”, asiente Pep. “Cuando leí su relato en el blog, casi me saltan las lágrimas”. Le miro sorprendido. ¿Se estará ablandando con la edad? “Gracias, Pep”, contesto emocionado. “Tú sabes que te seguiría hasta el fin del mundo. Pero ya no tengo 30 años”, suspiro. “Por eso tienes que encarrilar a Pol y ponerle en el buen camino”.

En eso, llegamos arriba. Hace unos 20 años, me habían dicho en el bar del pueblo que habían arreglado el camino a la Cova de Massana. Me habían indicado dónde encontrarlo e incluso lo había seguido una vez. Pero estaba solo y, tras unos 250 metros, al ver que se adentraba en el bosque de la umbría, rodeado de precipicios, no me atreví a seguirlo hasta el final. Pero allí estaba en mi mapa y Pep tenía ganas de conocerlo.

Consultamos el mapa y miramos la altura. Giramos a la izquierda y empezamos a bajar. Sale un camino pero acaba pronto en una parada de cazadores y detrás hay un precipicio. “No veo a Steve bajando por aquí”, dice Pep, asomándose al abismo, y seguimos bajando. Al final, les digo que no puede ser tan abajo y damos la vuelta. Carles va dentro del bosque más cerca del borde de la cresta y Pep y yo subimos por el camino, pero separados. En cierto momento, veo una línea entre los árboles que parece más despejada pero se difumina al cabo de unos metros. Decido que ha sido un espejismo y doy la vuelta.

Nos reunimos en el punto donde sale el camino que baja al Torrent de Coma Verda. “Veinte años esperando con paciencia aclarar una incógnita. Y cuando llega el momento, resulta que no hay nada”, me reprocha Pep.

Bajamos un poco y luego vamos flanqueando por los bancales, cada uno a una altura distinta. Carles descubre dos barracas más pero yo llego a la línea de árboles en el torrente sin encontrar nada.

Buscamos un lugar soleado y comemos. Después, solo queda la larga bajada hasta el pueblo y el coche. Ya desde el parking, Pep señala hacia los bosques encima de La Pomera. “La semana que viene, iremos allí y entonces habremos acabado por ahora”.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,2 km; 385 metros de desnivel acumulado.

PD. En casa, bajo el track al ordenador y lo estudio con atención. Veo una pequeña flecha que representa el punto donde miré ese atisbo de camino, y resulta que la altura encaja exactamente con la que tenía marcada en mi mapa de papel. ¿Volveremos algún día?

 

miércoles, 8 de octubre de 2025

3/10/2025 – Regreso a Sant Julià de Cerdanyola (4ª parte) o Medidas desesperadas

Carles me dice que hay 150 barracas en el municipio, según su catálogo. Al ritmo actual de 3 o 4 en cada salida, nos quedan meses aquí. Otra novedad es el regreso anunciado de Pol la semana que viene, una vez recuperado de su lesión.

Pero basta del futuro. En nuestro aparcamiento, recojo una castaña de Indias del suelo. Aquí, el castaño de Indias es un árbol ornamental, plantado habitualmente en parques, quizás porque da mucha sombra, pero en Inglaterra es un árbol común que crece un poco por todas partes. Como Proust con su madalena, de repente estoy transportado a una parte de mi infancia que había olvidado: el juego de ‘conkers’. Consiste en atravesar la castaña con una brocheta y luego pasar una cuerda que se anuda a la salida del agujero. Luego los contrincantes se turnan suspendiendo su castaña mientras el otro intenta romperla a base de castañazos con la suya.

Así es cómo se juega a 'conkers'

Intento explicarlo a Pep y Carles pero su mirada perpleja me hace intuir que no acaban de ver el atractivo de este juego. “Los ingleses sois muy raros”, concluye Pep. Después, en casa, mirando en Internet, veo que no solo no ha muerto sino incluso hay campeonatos nacionales disputados entre adultos.

Bajamos por la carretera hasta llegar al desvío indicado para ir al Forcat, donde hay una bandera que se cambia cada año con ocasión de la Festa Major en septiembre. Iniciamos la subida. Tengo la impresión que el camino estaba más cuidado antes. 


Subiendo hacia El Forcat

Tras unos 80 metros de desnivel, dejamos el camino para hacer un flanqueo por un bancal hacia la primera barraca del día. Pep da por supuesto que me quedaré esperando en el camino, pero no! Aún estoy fresco y me lanzo. Sigue una travesía difícil con las múltiples trampas que ya conozco pero encuentran la barraca que buscan. Tras un largo rodeo, volvemos al camino del Forcat.


Dónde está la barraca?

Poco después, llegamos al Forcat. Consiste en dos rocas separadas por un ‘gran paso para la Humanidad’ para llegar a la bandera. Invito a Pep y Carles a subir – igual han acondicionado mejor el paso sobre el vacío desde la última vez que subí – pero nadie se apunta. Detrás, recordaba un camino de animales que pasaba a la umbría y moría a los pocos metros en una especie de abrigo bajo la roca.


Llegando al Forcat

Seguimos este camino y, para mi sorpresa, continúa. Aparentemente un camino de animales, alguien lo ha limpiado lo suficiente, por razones que desconocemos, para que una persona pueda pasar. Pero no deja de ser precario y soy muy consciente de un precipicio de unos 100 metros a mi izquierda, a veces tapado por la vegetación, a veces a la vista. Tras unos 400 metros, el camino desciende con fuerte pendiente hasta el fondo de un barranco. Pep y Carles, que ya han bajado, me dicen que el camino continúa bajando por el fondo del barranco y luego sale para continuar flanqueando. Pero yo he tenido suficiente y me niego a continuar.


Por aquí me querían hacer bajar

Como la prioridad son las barracas, Pep acepta dar la vuelta. Ahora tengo el precipicio a 1 metro a mi derecha, pero conseguimos llegar al Forcat sin novedad. Pep y Carles bajan en línea recta hacia Les Esposes pero yo busco un descenso más suave y voy bajando por bancales en dirección al pueblo.

Aquí noto una tendencia muy curiosa. Todos los bancales tienen una salida muy amable hacia el pueblo pero cuando doy la vuelta para reencontrarme con los otros, todo son obstáculos: paredes de 3 metros, árboles y arbustos que obstruyen posibles salidas, y, sobre todo, una espina dorsal de roca que me impide cambiar de vertiente. A veces les veo, incluso nos saludamos, pero no consigo pasar.

“Ven al pueblo, Steve”, me parecen decir los bancales. “Olvídate de esos egoístas. Vayamos al bar y recordemos los fines de semana felices que pasaste aquí antes de exiliarte de Barcelona y mudarte a Berga”.

Pero con un último esfuerzo y una pequeña trepada, consigo pasar la columna de roca y me reúno con los demás en otra barraca. Aquí comemos y después, seguimos un hilo de camino que nos lleva hasta la carretera y el pueblo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 4,9 km; 240 metros de desnivel acumulado.