Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 29 de mayo de 2025

23/5/2025 – El archivo de Vilella (2ª parte)

Se impone un cambio de escenario y hoy visitamos el núcleo de Brocà. Subimos la larga pista desde la carretera de Guardiola a La Pobla de Lillet que pasa por Cal Companyó y aparcamos delante de la iglesia de Sant Martí. Hoy, sopla una brisa desde el noreste que tiene un doble efecto: baja la temperatura y limpia el aire. Por lo tanto, caminaremos con más comodidad que la semana pasada y podremos disfrutar de los colores de la primavera con una nitidez excepcional.

Después de consultar la placa informativa de la iglesia, más bien parca en información por no decir críptica, ponemos rumbo al grupo de casas alrededor de Vilalta y Cal Cosí. 

La placa informativa de la iglesia

Subimos por un camino señalizado por debajo de la casa habitada de Cal Galló que pasa por la Font de la Serra, pero Pep se equivoca y acabamos muy por encima de las casas, en un depósito abierto revestido de yeso. Desde aquí, baja un pequeño canal revestido de piedras y pasamos por dos casas sin nombre de origen medieval. Todo esto lo tengo marcado en mi mapa pero no tengo ningún recuerdo de haber pasado por allí. 

El canal de riego que baja desde el depósito

Llegamos al grupo de casas. En el mapa del ICC, salen las casas de Vilalta, Serradet y Cal Cosí (habitada). Pero además, había las casas de Puig, Casa de Baix y Casa de Fora, formando un núcleo muy compacto. Solo falta el bar.

La casa de Vilalta

Una vez vistas todas las casas, damos media vuelta para subir hasta la casa del Castell, una subida de algo más de 200 metros. Hoy, con menos calor y menos pendiente y yendo a mi ritmo, subo con buenas sensaciones. La casa del Castell está bastante entera; incluso tiene placas solares en el tejado. “A lo mejor tienen un televisor de 150 pulgadas allí dentro para ver los partidos”, especula Carles. Aparte de esta casa, hay la casa de Joanó al lado, en ruinas, y otra casita llamada Caseta del Castell, habitada por dos ancianos a finales del XIX, según Joan. En una de las otras dos casas, no me acuerdo cuál, hubo una madre con 6 hijos y otra mujer no emparentada. ¿Qué había pasado a los hombres?, me preguntaba. Joan no tiene respuestas.

La casa del Castell

Y la vista hacia el valle del Llobregat.
Se ven los cables de la línea de alta tensión pero la torre está armonizada con el entorno y apenas se ve.

Caminamos medio kilómetro hacia el noroeste, cruzando la Devesa Grossa, hacia un grupo de piedras que encontramos hace más de 10 años. Pep ahora se inclina por una casa medieval, con un corral al lado construido aprovechando piedras de la casa. Damos media vuelta y subimos al Pla Llosar, un gran prado. Aquí, la brisa se nota mucho más fría y buscamos un lugar al abrigo del viento entre los árboles para comer. Justo debajo del prado, protegida del viento del norte, también estaba la última casa, la Casa de Dalt, a 1.270 metros, una casa pobre ahora en ruinas.

Repasando los bocadillos, aparte de la repetición, destaca un denominador común: la facilidad de preparación. Pep todavía no se decide a dar el paso definitivo al vegetarianismo. Inevitablemente, la conversación gira en torno a temas de historia local pero también aborda otros temas, no me acuerdo cuáles. El ambiente es distendido y relajado, solo alterado por el miedo atávico de Pep a las garrapatas, que nos obliga a realizar inspecciones para eliminar cualquier posibilidad de introducir algún ejemplar en su coche a la vuelta. Tomando prestada la fe religiosa de Pol, le recuerdo que Dios también creó las garrapatas y las debemos amar igual que a todas las demás criaturas. Pep replica que la existencia de garrapatas es una prueba más que Dios no existe, ya que un Dios benévolo nunca crearía un insecto tan repelente.

Pep busca una pista en el límite del Pla Llosar que nos conducirá a la última casa de hoy, Sobirana, en un trayecto que acabará haciéndonos caminar paralelos al camino transversal de la semana pasada, pero unos 100 metros más arriba. Es un descenso largo con curvas interminables por una pista dura y pedregosa. ¿Por qué no ha bajado en línea recta?, me pregunto. Nunca falta una subida o bajada sin camino. No encuentro respuestas hasta que Pep se para en una de las curvas y me señala la pendiente que subimos la semana pasada.

La subida de la semana pasada, desde la mancha gris más grande abajo hasta la mancha gris pequeña a la izquierda

Partiendo de una zona rocosa, va subiendo hacia la izquierda con un cambio sensible de ángulo en el último tercio. “En tu blog, insinúas que fue una subida cuyo único objetivo era volver a bajar y que tu sufrimiento fue una futilidad impuesta. Te equivocas; de hecho, es una falsedad”, me riñe. “Aquella subida obedeció a un plan minuciosamente trazado para identificar los caminos transversales. La prueba es que los fuimos anotando todos y el último fue un camino inédito para nosotros, exactamente donde lo predije”.

Le contesto que puede que sea así, pero desde dónde estaba yo, subiendo 10 metros atrás, no me enteraba de sus planes maestros. Y además, la misión del blog es relatar las salidas desde mi perspectiva, por muy distorsionada que esté.

En eso, llegamos a Sobirana, una gran casa de la que solo quedan ruinas. Y 20 minutos más tarde, estamos en el coche, donde nos sometemos a la última inspección de garrapatas.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,6 km; 350 metros de desnivel acumulado.  

      


Las casas de Cal Cosí y Cal Rolló, enmarcados en un paisaje excepcional. Las dos tienen ese aspecto un poco destartalado que denota una casa de trabajo. 

PD. Al bajar del coche en Berga, noto un fuerte dolor en la rodilla derecha, que se agrava con los giros y cualquier movimiento que implique una dorsiflexión del pie o una contracción del músculo de la rótula. Por suerte, aplicando hielo y reposo, en menos de 12 horas ha desaparecido. Pienso que puede haber sido causado por un entusiasmo excesivo en un ejercicio concreto en el gimnasio el pasado miércoles, que no habría ido a más si no fuera por los impactos continuos sobre las rodillas durante la larga bajada por la pista. Mejor un poco más de contención en el gimnasio.


sábado, 24 de mayo de 2025

16/5/2025 – El archivo de Vilella (1ª parte)

Resulta que el Ayuntamiento de Guardiola ha adquirido el archivo de la casa de Vilella, a caballo entre Brocà y Riutort y Joan Bosoms (ver salida de 1/10/2021) se ha ofrecido a catalogar todo lo que contiene. Se ve que hay mucho material y han salido un montón de topónimos, incluido de casas. Usando las afrontaciones como guía, ahora quiere buscarlos sobre el terreno. ¿Y quién mejor que nosotros para encontrarlos?

En el Mikado, Pep informa a Pol y Joan que el blog renacerá de sus cenizas. Cuando eran dos estudiantes de historia desterrados en Barcelona, esperaban con impaciencia cada post nuevo para dar un poco de color a una vida donde reinaba el gris.

Joan pide empezar en l’Espelt, cerca del límite municipal, y progresar hacia el oeste. Aparcamos en la pista que va a la mina de petróleo, en la unión con la pista que va a la casa de l’Espelt. El estado de la casa ha empeorado sustancialmente desde la última vez que estuvimos aquí, parte del tejado ha venido abajo y no tardará en caer el resto. Las vistas hacia las Cingles de Banyadors, con la hoja del haya recién salida, y uno de los primeros días con cielo totalmente azul en este lluvioso mes de mayo, son inmejorables.


La casa de l'Espelt; poco le queda para caer al suelo

Desde la casa, Joan nos lleva al torrente al lado, donde hay un depósito de agua hecho con piedras, y de allí, a las ruinas de una casa a escasa distancia, los dos desconocidos por nosotros. Quedamos maravillados. “¿Por qué quieres que vengamos nosotros si ya lo has hecho todo?”, pregunto perplejo. “Solo he llegado hasta aquí”, confiesa Joan. “A partir de aquí, es territorio comanche para mí”.

Según sus documentos, la casa se llama Mijaus. Fue habitada desde la Edad Media hasta principios del siglo XX, pero todo lo que queda es un perímetro medio borrado y un hueco en el terreno.

Mientras contemplamos los escasos restos de la casa, de la boca de Joan sale un torrente de datos históricos, a los cuales Pep presta gran atención. Parece existir una gran sintonía entre los dos, hasta llevan la misma camiseta, pero intuyo cierto malestar y miro a Pol. Le veo callado con una mirada ausente. Cuando nos ponemos en marcha otra vez, no participa en las conversaciones. Sé cómo se siente; me pasó lo mismo cuando se unió Carles a nuestro grupo. De ser el compañero imprescindible de Pep, pasé a un papel secundario de portador del GPS que nunca pierde la señal. Es una sensación que solo entienden los que han pasado por lo mismo.


Pol atraviesa un momento difícil

En nuestra progresión hacia el oeste, nos asomamos a un par de promontorios, donde no hay nada, y luego iniciamos un largo ascenso sin camino hacia el norte sin encontrar nada remarcable y sin objetivo claro. Subimos unos 200 metros de golpe, primero con una pendiente razonable y los últimos 100 metros, con una pendiente mucho más fuerte que me deja sin aliento. Cuando llego arriba, los demás me están esperando en un camino que no teníamos marcado. Mientras espero que me bajen las pulsaciones, Pep señala unas flores pequeñas azules. “Mira que florecitas más bonitas”, me dice. “Solo para verlas ha valido la pena subir”.


La casa de Vilella y Tancalaporta detrás

Con eso, nos ponemos en marcha otra vez, siguiendo este largo camino hacia el oeste. Las ramas muertas del boj son secas y ásperas, y rasguñan mis brazos al pasar, desprovistos por culpa del calor de la protección del jersey. Pero, después de la plaga de la mariposa del boj, la vida busca un camino y pegados a los troncos, a veces solo a ras del suelo, salen pequeños brotes de 5 ó 10 hojas. Parece que el único propósito de este flanqueo ha sido llegar a la Serra de Vilella, y aquí, volvemos a bajar 100 metros hacia el sur hasta llegar a un pequeño bosque al lado de un inmenso prado donde pastan unas cuantas vacas, a la altura de Cal Companyó. 


Una vista bucólica durante el largo descenso

Aquí, una vez cumplido el ritual de revelar qué tenemos en nuestros bocadillos, comemos. Pep, aspirante declarado a vegetariano, no falla: siempre trae embutido. Pero desde hace tiempo, Pol ya no tiene ese aire pensativo y ausente. Igual me equivoqué en mi diagnóstico y le importa un rábano ser eclipsado momentáneamente por Joan.

Seguimos bajando hasta llegar a una pila de piedras que forman una serie de perímetros. Joan tiene un posible nombre pero de momento no es posible confirmar. Seguimos bajando hasta llegar a la pista de Cal Companyó, tocando la carretera de La Pobla. Aquí, Pep cruza una pequeña vaguada y llegamos a las ruinas de otra casa, la Casanova de Companyó, con tres habitantes en 1872, un hombre de 50 años, una mujer de 42 años y una niña de 7 años.


Con tanta lluvia, empiezan a salir las primeras orquídeas

Giramos para volver al coche, subiendo a pequeños lomos para bajar a prados. Pasamos por la Casanova de Vilella, arreglada, y Les Planes, en ruinas. Los prados están llenos de vacas, algunas con terneras. Ya sabemos lo posesivas que son las vacas con sus terneras. Concretamente, una ternera está acostada en la hierba a unos 20 metros a nuestra izquierda y, a otros 10 metros escasos, la madre está mirándonos fijamente con cara de pocos amigos. “Perdona”, le digo, “ha sido sin querer”, y giramos a la derecha para bordear el límite del prado.

Hoy, con tantas subidas y bajadas, me he cansado más que cuando subimos a Sant Miquel en abril. ¿Será el calor? ¿Será la primavera? ¿Será la clase de Feldenkreis del día anterior?

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10 km; 460 metros de desnivel acumulado.

 

jueves, 22 de mayo de 2025

2/5/2025 – La Torre de Foix

Hoy, Pol no puede venir. Por lo tanto, no haremos un tour americano (siete capitales europeas en cinco días), lo cual siempre es de agradecer. Además, el hombre del tiempo nos había avisado del paso de un frente que traería lluvia. Debatiendo dónde ir en el Mikado, Carles confiesa que no tiene muy controlada la zona de la Torre de Foix. “Pues que no se hable más”, dice Pep. “Además, me irá bien. En noviembre, tengo que dar una charla sobre la casa”.

Aparcamos un kilómetro pasado la Torre de Foix en dirección hacia el complejo hotelero del Jou. De momento, el cielo es azul pero las cumbres del Moixeró y la Tosa d’Alp están cubiertas de una fina neblina y no tardamos en notar la llegada de un velo gris que es el preludio del frente. Pep consulta el radar de su móvil. “La lluvia aún está lejos pero conviene no alejarnos mucho del coche”. Propone explorar los prados abajo y visitar la explotación a cielo abierto, y, si el tiempo aguanta, subir el Grau de Soldevila.


De momento, la cosa pinta bien

El primer objetivo es una pila de piedras descubierta en una salida anterior y que Pep había apuntado como posible casa medieval. Al llegar, vemos la misma pila, con una cierta ordenación que podría sugerir unos muros.

Después de subir un par de elevaciones “por simple curiosidad” y con la casa de Foix unos 400 m al norte, ponemos rumbo al sur para entrar en la zona donde hubo la explotación a cielo abierto. El cielo está cada vez más tapado y Pep vuelve a consultar el radar. “Está por Cardona. Démonos prisa”.


Les Cingles de Vallcebre

Enseguida notamos el cambio de terreno. Desde los verdes prados, ahora pasamos a una tierra más árida con una vegetación más bien escuálida, cortada por barrancos profundos que tenemos que cruzar. El objetivo es una pared rocosa con estratos paralelos de distintos colores, oscilando entre marrón y negro.


Los estratos que Pep quería ver de cerca

A finales del siglo XVIII, nos cuenta Pep, el propietario de la casa de Foix, Josep de Solanell i de Foix i de Graell, recorrió Vallcebre, Figols, Fumanya, Peguera, La Nou, Malanyeu y La Pobla de Lillet con un notario. Había pedido autorización a la Intendencia de Minas para hacer prospecciones y donde se veían afloramientos de carbón mineral, mandaba a unos ‘masovers’ extraer una muestra y hacer que ardiera, todo ello descrito con gran detalle por el notario. De este modo, marcó los límites de lo que era la cuenca carbonífera del Berguedà, con la excepción de Saldes. Su idea era sustituir el carbón vegetal con carbón mineral en las fraguas y la incipiente industria manufacturera de Ripoll. Sin embargo, no consiguió el permiso para explotar los yacimientos y tuvo que pasar un siglo más antes de que se iniciara la minería a escala industrial en el Berguedà.


Mirando otra vez hacia el norte; la cosa se va complicando

Después de fotografiar los estratos, bajamos a la vaguada y ascendemos al otro lado, solo pausando para inspeccionar un trozo de tierra arenosa que ha encontrado Carles, repleta de fragmentos de roca lisa con un grosor fino y uniforme, lisos por una cara y con una textura de piel de naranja por la otra. ¿Huevos de dinosaurio? La superficie que cubren no puede medir más de 20 metros cuadrados.


¿Algún paleontólogo nos puede aclarar esto?

Al llegar a la carretera otra vez, solo se ve un gris uniforme hacia el sur. “La lluvia está en Berga”, proclama Pep desde su móvil. “Se acabó el paseo”. Empiezan a caer las primeras gotas.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 3 km; 100 metros de desnivel acumulado.


2/5/2025 – Mi blog despierta del coma

Hoy es viernes y, como sabrán mis lectores veteranos, vamos a caminar. En el aparcamiento de la Font del Ros, hemos coincidido con un grupito de personas que hacen una mezcla de Nordic walking y patrimonio en salidas semanales. Conocen a Pep y nos saludamos. “Vamos a visitar el Serrat de les Tombes”, (ver la salida del 29/10/2021) dicen. “Nosotros vamos a la Torre de Foix”, decimos, y nos despedimos.

Ya en el coche yendo hacia nuestro destino, Pep me dice: “Estos fueron lectores de tu blog y lo usaron para buscar rutas. De hecho, mucha más gente conoce tu blog de lo que piensas”. Siguen unos segundos de silencio. “Creo que deberías volver a empezar tu blog. De hecho, no lo deberías haber parado. Fue un gran error. Es algo único, no hay nada parecido en el mundo del excursionismo”.

Hace una pausa para elegir bien sus palabras: “En tus descripciones de los lugares, despiertas el interés para conocerlos a la vez que conservas un toque de misterio que estimula la curiosidad. Y las anécdotas le dan un toque de entretenimiento que le diferencia de todos los demás blogs de senderismo”.

“Yo sería incapaz de escribir algo así”, segunda Carles.

Hace tiempo que he dejado de mirar mis correos en el móvil y le escucho con una mezcla de asombro y agradecimiento. Nunca le he oído hablar tan claro y en términos tan positivos sobre mi blog pero nada de lo que ha dicho hasta ahora me prepara para su argumento culminante. “Dices que quieres escribir una novela pero todavía no has empezado ni la primera página. ¡No te das cuenta que tienes tu gran obra delante de las narices!”.

“¿El cotilleo también?”, pregunto, intentando digerir ese inesperado aluvión de elogios. “Sin el cotilleo, no sería lo que es”, contesta. “Solo te pediría un poco más de información histórica, y para eso nos tienes a nosotros”.

Lo cierto es que hace un par de semanas, había vuelto a pensar en el blog. Hace tiempo que Pol ha vuelto a caminar con nosotros. Nunca me deja de sorprender que la comunicación intergeneracional sea tan fácil entre nosotros. Pep lo ve como nuestro sucesor y nos ha llevado en rutas extenuantes para enseñarle el máximo de cosas históricas en el mínimo tiempo posible, primero por los municipios de Olván y Sagás durante el invierno, y posteriormente por el municipio de La Quar, entrando en el valle de la Portella.

La semana anterior, subimos la Canal Freda para visitar dos casas medievales cerca de Sant Miquel y luego bajamos por la Canal de Sant Miquel, con más de 600 metros de desnivel y una niebla que no dejaba ver más de 100 metros, coronado por el exigente Grau de Rosa.

En cuanto a mí, en este año y medio, he cambiado de década pero, gracias al Feldenkreis con nuestra profesora Mon y las clases de fuerza en el gimnasio Atles, mi cuerpo ha ganado en solidez, mi postura ha mejorado y ya no tengo esa sensación de fragilidad que me acosaba. Pasar las tardes jugando al dominó en el Hogar del Pensionista, todavía lo veo lejos.


lunes, 13 de noviembre de 2023

10/11/2023 – El Cable

Hoy será nuestra última salida al Catllaràs. “¿Pasaremos frío?”, pregunto a Pep por WhatsApp la noche anterior. “No”, contesta, sin atisbo de duda. Pero yo no comparto su confianza y me preparo a conciencia: forro polar, gorro de lana, buff, guantes, jersey, camiseta térmica de manga larga, pantalón forrado y calcetines gordos. En nuestro aparcamiento en la Canalassa, el termómetro marca 3,5ºC y pasaremos gran parte del día lejos del sol, en los bosques de la cara norte. Los colores son de otoño avanzado, las hojas no tardarán en caer.

Hoy, Pep quiere volver a la zona del Xalet del Catllaràs y acabar en El Cable. Una vez más, emprendemos el camino de la Mina del Moreno y en el segundo collado, bajamos al complejo del Teixó. Han pasado unos cinco meses desde que estuvimos aquí la última vez y sin sol y con tanta hoja muerta, parece más lúgubre que nunca. Desde la bocamina, entramos otra vez en el laberinto de caminos entre las minas e iniciamos el último camino que nos queda, subiendo un barranco hacia el Collet Fred. Queda muerto en la última carbonera pero también descubrimos una mina hundida lejos de las demás y desconocida para la ciencia.


El Teixó

El camino al Cable

Ahora con el calor suave del sol, desde la pista (antigua vía) que baja del Collet Fred hacia el Xalet del Catllarás, subimos y bajamos la cuesta que bordea las Roques d'Arderiu y contamos diez bocaminas, todas hundidas (incluyendo dos debajo del Xalet), y todas formando una línea recta, además de estar alineadas con las minas que suben desde Font Freda.


Oreja de oso en las Roques d'Arderiu

Pasamos por el Xalet del Catllarás, recién restaurado pero en desuso, y seguimos bajando hacia El Cable. Otro lugar fantasmagórico lleno de estructuras que poco a poco van desmoronándose. Aunque de aspecto similar, es más grande que el Teixó, ya que concentraba la producción de las distintas zonas de producción antes de enviarla a la Estación del Empalme abajo. A eso también había que añadir la producción de una mina anexa, ahora hundida.




Distintos ámbitos del Cable

Y el túnel para salir hacia El Teixó

Aquí nos despedimos de Domenec hasta una próxima ocasión y comemos una vez más en el Coll de Paternoster, disfrutando del sol de noviembre hasta que un descenso repentino de la temperatura nos obliga a marcharnos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,3 km; 400 metros de desnivel acumulado.

PD. Me voy de aquí con una impresión de enorme complejidad. En un espacio corto de tiempo, durante el primer cuarto del siglo XX, se fueron superponiendo distintas soluciones tecnológicas para sacar el carbón de una zona que presentaba múltiples retos orográficos. La dificultad para comprender las distintas etapas de esta explotación viene agravada por la falta de documentación, sobre todo del primer periodo. Toda la producción fue a la fábrica de cemento en el Clot de Moro. Aun así, fue insuficiente y tuvo que proveerse, primero de Inglaterra y, con el estallido de la Primera Guerra Mundial, de las minas de Figols, a precios más altos. Finalmente, las minas fueron abandonadas en los años 20 por falta de rentabilidad, reactivándose a pequeña escala en los años 40 durante el periodo de autarquía.

Las minas del Catllaràs son un museo al aire libre y merecen una rehabilitación en profundidad, con centro de interpretación (en el Xalet?) y paneles explicativos. Por desgracia, hoy por hoy, las posibilidades son remotas, por no decir nulas.

 

domingo, 12 de noviembre de 2023

27/10/2023 – Las minas de Font Freda y la Sala de Máquinas

Han pasado tres semanas – un congreso arqueológico y una noche lluviosa han obligado a aplazar las salidas. Pero aquí estamos otra vez en el Mikado. Pep quiere volver a Font Freda. A mano izquierda de la pequeña riera subiendo hacia la Sala de Máquinas, encontramos hace unos cuantos años una serie de excavaciones y pequeñas escombreras que ahora Pep quiere cartografiar con precisión.

El día empieza frío, 5ºC, y de hecho no quitaré la chaqueta en todo el día. Aparcamos otra vez en La Canalassa y volvemos a subir el camino de la Mina del Moreno. En el primer collado, bajamos por el camino que Pep renunció a subir el 15 de septiembre. Parece que en algunos puntos se ha ensanchado pero a pica y pala, no con una máquina. Con los colores de otoño, tiene mucho encanto.

En la pista debajo de la mina de Teixó

En la pista del Xalet subimos hacia la zona de Teixó y luego cogemos otro camino que nos lleva a un laberinto que conectaba las minas de Teixó, el Cable y Font Freda y que exploré en parte con Josep Mª Companyó. En una intersección, hacemos un giro de 180º y salimos a la mina de Font Freda. Desde aquí, subimos la cuesta que lleva a la Sala de Máquinas. Cuando primero bajamos esta cuesta, Pep había situado las pequeñas excavaciones como intentos en el siglo XIX. Ahora vemos que siguen una línea recta hasta la Sala de Máquinas y ahora Pep las hace contemporáneas con la Mina de Font Freda, siguiendo la veta para encontrar el mejor punto de entrada hasta llegar al punto definitivo abajo en la Font Freda. En total, contamos 9 excavaciones con sus escombreras, algunas con una disposición en abanico que entraban con diferentes ángulos.

Llegamos a la Sala de Máquinas donde se subía el carbón por un pozo desde la galería subterránea y se colocaba en vagonetas para bajarlo al teleférico al Empalme desde la Roca de la Lluna. Desde el emplazamiento de la primera torre debajo del mirador, miramos el mapa: falta una torre intermedia y allí abajo, hay un pequeño alto que podría ser un buen sitio.


La chimenea de la Sala de Máquinas

Y los soportes de la máquina

Bajamos por el camino al Xalet y nos desviamos por una pista de hace unos años que está empezando a naturalizarse. Al final de la pista, empieza un camino marcado. En el punto más cercano al pequeño cerro, Pep y Carles bajan a investigar pero no hay nada. Sigue un debate sobre si debemos mirar el camino o no. “A nuestra edad, ya no se pueden dejar caminos sin mirar”, digo y se decide seguirlo. Tras unos 100 m, el camino se pierde en la cuesta debajo de la Roca de la Lluna. “Piensa que debajo de los riscos, siempre habrá un camino de animales. Aquí aprovechan la pista, luego hacen su propio camino por la zona de paso obligado y luego se dispersan”, dice Pep. No es la primera vez que caigo en el engaño, pero parecen tan auténticos …

Bajamos a la siguiente pista transversal y, encima de la pista, Carles encuentra la torre que nos falta. Bajamos por una zona con unas carboneras inmensas, que en la era pre-blog protagonizaron una foto antigua que una joven investigadora de la Universidad Autónoma de Barcelona estaba intentando situar. En la pista del Xalet, buscamos un sitio para comer mientras Domenec se marcha. Finalmente vamos al Coll de Paternoster, sentado en la pendiente mirando hacia el sur. Al principio, es muy acogedor pero se levanta un viento frío del noreste que nos obliga a marcharnos antes de llegar a los cafés.


La pista del Xalet del Catllaràs con los colores de otoño 

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9 km; 440 metros de desnivel acumulado.

 

6/10/2023 – La Mina Concepción y la Mina de Font Freda

Hoy viene Domenec y estreno botas de marca buena. Será otro día de sol. Los pocos boletaires que venían a buscar setas han tirado la toalla y tendremos toda la montaña para nosotros. Hoy Pep tiene planeado un día muy completo: otra vez a la Mina Concepción puesto que Domenec no la conocía, luego al Prat Gespador, y a partir de aquí, seguir el recorrido que hicimos hace 10 años con Josep Mª Coll y que cambió nuestra visión de estas minas. Y finalmente a la Mina de Font Freda.

Pido a Pep una salida sin descensos vertiginosos para no castigar mis rodillas. “Descuida Steve”, me dice. “Solo iremos por caminos”. Y el hecho es que esta vez, Pep quiere llegar a la Mina Concepción desde abajo, siguiendo el mismo camino donde Jaume posó sobre un árbol colgado sobre el vacío. Este camino acaba en una carbonera al lado de una pista y no hemos podido ver la continuación hasta ahora.

Aparcamos en La Canalassa y subimos a la casa de Vallfogona, esta vez a un ritmo mucho más vivo que no tarda en dejarme sin aliento. “Que se jodan”, pienso, pero en inglés y aflojo el ritmo. “Ya me esperarán”. Pasamos por la casa y subimos la pista al Camp de l’Ermità, donde salimos por la izquierda para seguir el camino.

Hubo una tala no hace tanto tiempo y las ramas están tiradas en el suelo, dificultando el paso. Esto da pie a una discusión sobre el tema, que más o menos viene así. Antiguamente, los propietarios tenían que retirar las ramas cortadas tras una tala pero, como no lo hacían, se cambió el relato y ahora las ramas se dejan in situ, para hacer de compost, según la nueva doctrina. Tardan muchos años en deshacerse y, aparte de suponer un riesgo claro de incendio, dificultan el crecimiento del sotobosque y distorsionan el ecosistema.

Llegamos a la carbonera y la pista, sin rastro de la continuación del camino. Hacemos una diagonal hacia la pista de la Mina de Rotllan y de repente, Carles, que lo ve todo, ve un perfil y, efectivamente, es el camino. Lo seguimos hacía abajo hasta el enlace con la pista y luego damos la vuelta y hacemos la ruta hasta la Mina Concepción. Todos tuvimos la impresión de que cortamos el camino en el único punto donde era visible como un trazado hecho por el hombre.

El camino que bordea la roca antes de llegar a la mina ya no parece tan vertiginoso como la semana pasada y, al costado de la barraca, se inicia otra conversación sobre la preservación de la historia. Aquí, en esta mina de vida efímera y acceso difícil, se podrían contar muchas historias, de los trabajadores y de los propietarios, pero, ¿cómo hacerlas llegar a la gente? Domenec nos explica que la única persona viva que recuerda estas minas de la posguerra solo las vio de niño, cuando acompañaba alguien que llevaba provisiones. Por lo tanto, sus recuerdos son parciales y selectivos; básicamente, son los de un niño. En España, recuperar la memoria histórica a través de los testimonios de sus protagonistas ha tenido que esperar unas cuantas décadas después de la instauración de la democracia.

Entramos en el Prat Gespador desde la pista del Coll de la Ceba, cambiando las pendientes abruptas y resbaladizas por este remanso de tranquilidad y verdor. Pep busca otra barraca de aquella salida de 2011 en otro punto y, tras cierta insistencia, la encuentra. Solo se ve una línea parcial de piedras pero ahora le aventura una antigüedad mayor, incluso quizás medieval.


Otra vez en el Prat Gespador

Bajando por el hayedo a la Pleta de les Vaques

Bajamos por el hayedo, siguiendo las marcas del PR, hasta la Pleta de les Vaques y repetimos la salida con Josep Mª Coll: la chimenea, la máquina de vapor, el pozo que conectaba con la galería de la Mina del Moreno, la línea de teleféricos, la vía que salía desde una mina hundida al pie de la pequeña sierra y conectaba con la última torre del teleférico antes de lanzarse al vacío hacia Font Freda; estructuras superpuestas que marcan distintas fases de industrialización.


La chimenea asociada a la máquina de vapor que extraía el material del pozo

El pozo de la Mina del Moreno y la primera torre del teleférico

El teleférico marca una línea recta hasta la Mina de Font Freda. Desde aquí, había una galería que subía hasta la Sala de Máquinas. Bajamos hasta la bocamina, cada vez más tapada por la vegetación y ahora casi inaccesible. Y a poca distancia, un hueco rectangular, postulado hace años por nosotros como un establo pero ahora como la entrada del teleférico para entrar en la galería.

Domenec vuelve a casa y nosotros nos quedamos a comer en la cuesta soleada encima de la mina. Resisto el canto de sirena de Pep para bajar a Teixó sin camino y volvemos por el camino del PR por la Mina del Moreno. Una delicia.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 7,5 km; 310 metros de desnivel acumulado.

 

29/9/2023 – La Mina Concepción

Hoy, Domenec no puede venir y volvemos a ser los 3 de siempre. Pep propone buscar la Mina Concepción, pasando por Vallfogona para seguir un camino que vimos la semana pasada en la bajada de la pista del Camp de l’Ermità a la casa de Vallfogona.

Aparcamos en el cruce de pistas con el camino de la Mina del Moreno delante, que según Domenec se llama La Canalassa. Será otro día caluroso. Subimos a Vallfogona por el mismo camino que bajamos la semana pasada pero con un ritmo más pausado que me permite mantenerme dentro de mi zona de confort. Cogemos el camino, que nos lleva a una bauma larga con marcas de humo en las paredes. En el pasado, debía utilizarse como abrigo, al menos esporádicamente. En distintos puntos, también vemos aros que marcan vías de escalada.


La bauma

El camino va bordeando los campos hasta empalmar otra vez con la pista, cerca del Camp de l’Ermità. Después de proveernos de manzanas, ponemos rumbo al Coll de la Ceba. Según el mapa que le pasó Domenec a Pep, la Mina Concepción estaba justo por debajo del Coll, y aquí iniciamos la búsqueda, sin éxito. Bajamos por la ribera derecha de un pequeño torrente metido en un barranco profundo, siguiendo una pista antigua. De repente, Pep ve el color inconfundible de una escombrera y Pep y Carles cruzan el barranco. Yo me quedo al otro lado, no sea que no haya nada y hay que volver. “Ven Steve”, me grita Pep al cabo de un rato. “Hay un camino que te encantará”.

El camino de la Mina Concepción

Con cierta dificultad, bajo la pendiente y llego al otro lado. Hay las ruinas de una barraca donde habrían dormido los trabajadores, y la escombrera, pero la mina ha desaparecido. Desde aquí sale un camino que aprovecha una repisa en la roca, que sigo intentando no mirar demasiado a la derecha, y luego baja a una antigua pista. Esta pista acaba delante del mismo barranco, pero más abajo, donde hay una pequeña explanada donde los camiones habrían dado la vuelta. Esta pista a su vez baja a la pista principal que cruzaba el barranco por el puente que ya no existe. Pero nosotros lo cruzamos por un camino precario utilizado por los animales, que son mucho más ágiles que yo.

Pasamos por la mina de Rotllan y seguimos bajando. Pep nos dice que quiere volver a un llano entre el Serrat del Mig y la Serra del Llamp, por si hubiera algo que en la primera visita no viera (que hicimos antes de iniciar el blog). Tiene el topónimo del Cort dels Porcs en el mapa del ICC pero, si hubiera un corral, tengo mis dudas de que fuera allí. Yo recuerdo un llano alargado conquistado por el bosque, entre líneas paralelas de roca, y además la entrada está en la dirección contraria. Al final, Pep no tiene más remedio que hacer un giro de 180 grados y subir sin camino. Pasamos por la pendiente más empinada para cruzar por el punto más alto y con una trepada final que pone a prueba mi elasticidad mermada. Bajamos al otro lado y allí está el llano, tal como lo recordé. Aquí comemos, con los árboles delante.

Saliendo del Cort dels Porcs


Después, recorremos el llano. No hay novedades. Salimos al Prat Gespador por un paso al lado de la pared de la Serra del Llamp. “Por fin, un lugar amable”, pienso. Y saboreo la luz, la hierba y la expansión abierta y llana mientras Pep y Carles buscan infructuosamente una barraca que encontramos hace 12 años en una salida de 2011. “Quizás nos pudo más la ilusión que la realidad”, musita Pep.

El Prat Gespador

Iniciamos el descenso por el PR al camino de la Mina del Moreno pero luego Pep se desvía en la Pleta de les Vaques y baja en línea recta por la pendiente, intentando cruzar uno de los caminos que marqué en mi etapa obsesiva. La pendiente es cada vez más escarpada y es en este momento, resbalando sobre las hojas y temiendo una caída aparatosa, que me prometo, esta vez sí, comprar unas botas nuevas antes de la próxima salida. Las actuales me han durado medio año; lo barato se paga caro.

Cruzamos una carbonera pero el camino que yo vi se ha esfumado. Con mis botas sin huella, llego abajo, en el camino bueno a escasos metros de la Mina del Moreno, donde me esperan Pep y Carles y volvemos al coche. Con los colores de principios de otoño, el camino es una delicia. Nunca me canso de recorrerlo.


La bocamina de la Mina del Moreno

El camino de vuelta

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 8,25 km; 340 metros de desnivel acumulado.



domingo, 1 de octubre de 2023

22/9/2023 – Las minas del Coll de la Ceba

La última vez que estuvimos en estas minas fue en 2012. Hace poco, Domenec las visitó y Pep decide que ha llegado el momento de volver y plasmar la información que pueda aportar Domenec.

Después de recoger a Domenec en La Pobla de Lillet, subimos hasta el cruce delante del Santuario de Falgars, donde aparcamos. Desde allí, arranca el camino a la casa de Vallfogona. Yo lo había subido en solitario al poco tiempo de tener los mapas y quizás una vez más desde entonces. Básicamente es una subida constante con unos 100 metros de desnivel, hasta llegar al nivel de la casa de Vallfogona. Yo recordaba una pequeña subidita y no estaba preparado para el ritmo brioso de mis compañeros. Me quedé desfondado para el resto de la salida.

El camino de subida desde Falgars a Vallfogona

Poco antes de llegar a la casa, vemos un camino que marcha hacia abajo y que, hasta ahora, había pasado desapercibido. Lo seguimos. Está muy tapado, hace décadas que no pasa nadie y acaba en una pared de roca con una repisa amplia a la altura de la cintura. “Una balma d’arnes”, proclama Pep. Aquí se guardaban unas colmenas para la miel.

Volvemos hacia atrás y continuamos hasta la casa. Domenec nos informa que ya hizo hace unos días el tramo del camino del Regatell que yo tanto temía repetir. Había pasado el track a un pequeño grupo en La Pobla que se dedica a limpiar caminos y, de hecho, son los autores de los curiosos hitos que hemos ido viendo en distintas salidas durante el año. “No sabes el favor que me has hecho”, le digo a Domenec, agradecido.

“Ya que estamos, ¿por qué no subimos al poblado medieval, a ver cómo van las excavaciones?”, propone Pep. La última vez que subimos, habíamos visto unas tentativas en lugares donde era obvio que no encontrarían nada. Desde entonces, ahora sí, haciendo caso de las orientaciones de Pep, han dado en el blanco y cuando llegamos, vemos claramente el dibujo de la iglesia, con todas las piedras que habían caído en el interior bien ordenadas por tipología en pilas.


Tras pasar siglos enterrada, la iglesia del poblado medieval de Sant Cristòfol ve la luz 

Otra vez en la casa de Vallfogona, bajamos el camino señalizado al cruce de pistas y empezamos a subir el camino a la Mina del Moreno. Al poco de empezar, vemos “Xalet” pintado sobre una pequeña tabla de madera clavada a un árbol. Se intuye un camino y lo seguimos un rato. Parece querer unirse a la pista y damos la vuelta. ¿Es el camino de Teixó o simplemente un atajo a la pista del Xalet del Catllaràs? Quizás nunca lo sepamos.

Seguimos subiendo el camino de la Mina del Moreno hasta el primer collado. Aquí nos viene al encuentro el posible camino del Teixó que vimos la semana pasada, ahora una pista naturalizada. Pero Domenec nos ha indicado un camino que nos llevará a las minas bajo el Coll de la Seba y que Pep quiere documentar. Yo lo había subido hacía mucho tiempo en otra salida solitaria. Con los mapas recién fotocopiados y prácticamente en blanco, había visto un laberinto de caminos relacionados con estas minas y durante un tiempo, me dediqué a intentar seguirlos obsesivamente. Ahora el camino está despejado y marcado con hitos totémicos.

Hito surrealista en la Mina del Rotllan

En el segundo collado, empezamos a subir la fuerte pendiente del camino de las minas, todas hundidas y solo detectables por las escombreras o acumulaciones de tierra sacadas del interior de las minas. Tuvieron una vida efímera durante los años 40. En mi mapa, yo había marcado con mi letra jeroglífica solo un emplazamiento, con la inscripción “Mina Concepción”. “Aquí me parece que no hay ninguna mina con ese nombre”, dice Domenec. “Debe estar en otro sitio”.

En esa empinada subida, nosotros llegamos a contabilizar tres minas, que serían la Mina del Rotllan, la Mina del Cisquetó, y la Mina Carmelita. Después de recibir el track y cotejar con el mapa que le envió posteriormente Domenec, Pep me dice que falta una, la Mina Concepción.

Domenec tiene que volver a La Pobla y emprende el largo camino de vuelta. Nosotros seguimos subiendo hasta el Coll de la Ceba. Aquí comemos pero, a pesar de resguardarnos, nos azota un viento frío del norte y suben nubes amenazadoras en el Coll de Pal. Me pongo el jersey pero tengo frío igual y, además, Pep, normalmente tan ansioso para volver a casa para transcribir documentos, no tiene ninguna prisa, envuelto en un mullido forro con capucha y se reclina cómodamente contra la pendiente de hierba. Al final, no aguanto más; me levanto y me encaro con él. En mi mejor voz de matón, le digo: “Necesito tu forro”. Después de aguantarme la mirada durante unos cuantos segundos, se levanta lentamente y nos ponemos en marcha. Ahora es todo cuesta abajo y no tardamos en salir del viento y disfrutar nuevamente del sol.

Amenaza tormenta en el Coll de Pal

En el Camp de l’Ermità, después de degustar las manzanas silvestres, Pep me da la opción de volver a Falgars por delante o por detrás. Opto por delante para tener más sol y bajamos a Vallfogona y luego a Falgars por el mismo camino por el que venimos.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 9,5 km; 500 metros de desnivel acumulado.

 

15/9/2023 – Los caminos de Teixó y Vallfogona

Hoy nos acompaña Domenec, con quien ya hemos salido en alguna ocasión en La Pobla de Lillet. Resulta que el Grup d’Estudis Lillet quiere hacer un catálogo de caminos tradicionales en un intento de protegerlos de la destrucción continuada (y ampliamente documentada en este blog) con motivo de la explotación forestal o, al menos, evitar más destrozos.

Según el programa que dibuja Pep, parece que repetiremos caminos que hicimos esta primavera y verano con Jaume. “¿Por qué no le mandas tus tracks?”, pregunto en el Mikado. “Así él los tendrá todos y nosotros nos ahorramos trabajo”. “Los tiene que ver in situ y entender cómo funcionan. La teoría, sin práctica, no basta”, sentencia Pep.

Hoy, su objetivo es recorrer el camino de La Pobla a las casas de Teixó y el camino de La Pobla a Vallfogona. Ambos salen del camino de La Pobla a Falgars, ahora GR4, aunque en distintos puntos.

Las aguas del Llobregat bajan teñidas de rojo después de las últimas lluvias

Nos encontramos con Domenec en el pequeño aparcamiento público en La Pobla de Lillet. Hay pequeños bancos de niebla y cielo tapado, con previsión de lluvia por la tarde.

Bancos de niebla desde el Primer Grau

Dejamos el camino de Falgars en el Primer Grau por el camino del Regatell, y luego seguimos el camino de Les Marrades, el camino del 600 hasta las casas medievales de Teixó, grupos de piedras colocados alrededor de un pequeño alto, todo ello acompañado de extensas explicaciones de la teoría de caminos. Son casi 400 metros de desnivel de un tirón que Domenec, a pesar de los 70 años cumplidos, sube sin esfuerzo aparente.


Bajando hacia el Regatell desde el Primer Grau 

Y la subida después de cruzar la riera seca

Por todas partes revolotean mariposas del boj y en toda la salida no veremos ni un boj vivo. En nuestras salidas de junio, aún estaban intactos.

Camino del 600

Pep consulta mis mapas para buscar una conexión entre Teixó y Vallfogona para así bajar a La Pobla por el camino que va siguiendo el Regatell desde el cruce de las pistas de Falgars y Vallfogona. Todavía traumatizado por la subida por ese camino el 14 de abril, le imploro que hagamos la bajada desde Els Rentadors.

Bajando hacia la pista del Xalet, topamos con un sapo que ha sobrevivido a la sequía. Después de dar unos pasos, se queda inmóvil, mirándonos de reojo. “Que sea rápido”, nos parece decir. Pero nosotros somos buena gente y no queremos hacerle ningún daño; un par de fotos como máximo. Mientras bajamos, me asalta una duda: “Nunca sabremos si era un príncipe. Nos falta la doncella”, observo. “Hombre”, replica Domenec, “los tiempos han cambiado. Yo creo que si lo besas tú, será igual de efectivo”.


¿Quién le besará?

En esas reflexiones sobre la intercambiabilidad de géneros, vemos un camino muy marcado que marcha a la izquierda de la pista del Xalet. “¿Lo probamos?”, propone Pep. “Mira primero mis mapas. Igual ya está hecho”, advierto. Resulta que sí, lo hice hace muchos años en otra salida solitaria y temerosa y enlaza con el camino que va a la Mina del Moreno. Pep sigue el trazado con el dedo. “Podría ser el camino de Teixó a Vallfogona, y nos llevará directamente al camino que baja el Regatell”. Cuenta las curvas de nivel. “Sólo 125 metros de desnivel”. Reitero mis súplicas de no bajar aquel camino infernal y Pep, magnánimo, renuncia a subir ese camino y continuamos hacia Els Rentadors. Creo que solo yo soy plenamente consciente de la magnitud de lo que acaba de pasar. Que Pep renuncie a un objetivo por mí es algo casi inaudito. Un cínico diría que, como todos lo hemos visto en el mapa, le es imposible imponer una agenda oculta e ir por la vía de los hechos consumados. Pero yo quiero creer que mi bienestar realmente le importa. Resuelvo que a partir de ahora, siempre que las circunstancias lo permitan, mi blog cantará las alabanzas de Pep y sus proezas como investigador histórico.

Bajamos a Els Rentadors, donde comemos. En otra época, habría criticado lo sombrío y la falta de vistas. Pero ahora veo que la elección es perfecta, ya que es un sitio resguardado que protege tanto del sol como de la lluvia y tiene unas piedras y bancales distribuidos perfectamente para que todos podamos sentarnos cómodamente y conversar.


El camino que sube al Tercer Grau, con el desfiladero seco del Regatell a la derecha y boj muerto por todas partes

Cruzamos la riera seca y empalmamos con el camino de Vallfogona, identificado al principio por unos hitos de piedras apiladas de forma ingeniosa, formando estructuras de inspiración oriental. El camino sigue el recorrido del Regatell, ahora encajado en un desfiladero estrecho. Los bojes muertos dan un aire fantasmagórico y una visibilidad del entorno que no existiría si todos estuvieran con hoja.

Salimos al camino de Falgars en el Tercer Grau e iniciamos el largo descenso hasta la Pobla de Lillet. A medida que bajamos, noto cada vez más cómo las piedras se clavan en la planta de mis pies. Me prometo comprar unas botas con suelas más gruesas.


El Parque de Aventura debajo del Bosc de Ventaiola

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,3 km; 460 metros de desnivel acumulado.