Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 10 de octubre de 2016

9/9/2016 – Buscando el camino de Coll de Pradell

Pep y Carles han estado mirando el mapa de la Minuta de Saldes y han visto que nos faltan cosas. Lo primero es un corral que, según el mapa, se encuentra encima de la actual carretera que va a Palomera y Coll de Pradell.

 Pedraforca con la luz de la mañana

Después de aparcar el coche cerca de Palomera, Pep señala hacia arriba donde se intuye un llano al final de una fuerte subida. “Tiene que estar allí”, dice. Subimos 100 metros de desnivel y cuando llegamos allí … no hay nada. “El mapa debe estar equivocado”, concluye Pep y emprende la marcha hacia abajo otra vez.

Esto empieza mal, pienso. Mi profesora de yoga no empieza las clases hasta la semana que viene y tengo el cuerpo como si tuviera barras de hierro en vez de articulaciones.

La próxima tarea es buscar los caminos de Saldes y Maçaners hacia el Coll de Pradell, que, según la Minuta, se unían bajo Palomera. En su Guía de Itinerarios, César August Torras ya advertía que los caminos eran malos por el mal estado del terreno. Hoy, con la erosión, el abandono, los barrancos que se han formado con la lluvia, las pistas que se han abierto y la minería a cielo abierto de los años 70, no hay rastro de caminos y solo tenemos la palabra de Carles que sigue el track en su GPS.

Recorriendo pistas por un paisaje desolado, caminamos hacia la Collada dels Prats, pasando por El Portell de Solà, donde todavía sobrevive un pequeño tramo del camino original al lado de la pista. Supuestamente era el camino a Maçaners. Entre las nubes que empiezan a tapar el cielo y una explotación nada amable de los bosques de pino negro, la impresión es de lo más lúgubre.

Todo lo que queda del antiguo camino

Damos la vuelta en el Corral de la Gleba, muy cerca ya de la Collada dels Prats. Pep y Carles parecen satisfechos con este paseo virtual. “¿Tantos kilómetros para esto?”, me pregunto. Tengo la musculatura agarrotada y un fuerte deseo de no estar aquí.

Volvemos por la misma pista asquerosa, pasamos por lo que era El Portell de Solà, sólo que ahora no hay ningún portell, y ya en el fondo del valle, entre barrancos de arenisca, dejamos la pista para ver si hay algún rastro del camino hacia el Coll del Pradell. Vamos subiendo por el bosque y con el Coll de Pradell a la vista, al otro lado de un barranco profundo excavado por la lluvia, paramos para comer, sin haber encontrado nada.

Pep y Carles estudian los mapas como si realmente hubiera valido la pena todo lo que hemos hecho pero a mí el desánimo me embarga. Seguro que Torras sentía lo mismo viendo esta desolación.

Pep y Carles repasan los logros de hoy

Volvemos a ponernos en marcha hacia Palomera, admitiendo el fracaso y viendo cómo las nubes se apilan detrás de Ensija. Carles insiste en que estamos muy cerca del camino. Bajamos por el bosque y de repente, lo vemos: un tramo recto que va hacía el Coll de Pradell. ¡Por fin, un camino auténtico! Lo seguimos hasta un barranco, donde se muere. Después hay la explotación a cielo abierto y seguro que allí se ha perdido, pero este trocito de unos 200 metros es auténtico.

Los efectos de la erosión

Volviendo hacia Palomera, el camino se vuelve a perder, sustituido por un caos de ramas de talas de árboles. Pero allí, en el último barranco antes de Palomera, con los truenos cada vez más cerca, vuelve a salir. Siguiendo este vestigio de camino, noto que ya respiro con más facilidad, no me duele nada, el cansancio se ha desvanecido y ando con más soltura. Llegamos al coche con las primeras gotas de lluvia.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,6 km; 320 metros de desnivel acumulado.


Esa misma noche, asisto a una charla de Pep sobre las fraguas del norte de Cataluña en el Archivo Comarcal. Entre él y su colega Roser, no creo que nadie sepa más que ellos sobre las fraguas catalanas. Xavier Pedrals, director del archivo, está desesperado; no hay manera que pongan por escrito todo lo que saben. 

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