Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 4 de julio de 2016

15/4/2016 – La Riera de Merlès (Puigcercós)

“¿Dónde vamos?”, pregunto a Pep, ya en el coche. “Hoy, vamos a donde no quisisteis ir la semana pasada: Mora Vella. ¡La banca siempre gana!”, proclama triunfalmente.

Aparcamos delante de la pista de Les Heures. Pasamos nuevamente debajo de la Balma de Les Heures pero esta vez no paramos sino que cruzamos el Rec de Les Heures y continuamos hacia el sur por lo que parece ser un camino ancho, pero es difícil saberlo. Esta zona está llena de pistas antiguas que se han naturalizado. Un corzo se va corriendo, con un ruido de ramas rotas.

Salimos del bosque a la vista de Mora Vella o Mora de Dalt, ahora en ruinas. Pep inspecciona la pared norte; las piedras en la base podrían ser medievales, dice. Mientras Pep y Carles intercambian comentarios sobre las maravillas de esta casa, paso al otro lado. Me parecen ver unas piedras que tienen un aspecto raro en la pared. “Aquí también hay algo que deberías mirar”, aviso a Pep. Cuando llega, clava la vista en el suelo, donde hay una piedra con un agujero que yo ni siquiera había visto. “Una piedra de prensa medieval. Excelente hallazgo”, dice Pep. “Supongo que te referías a esto, ¿no?”. “Por supuesto”, miento. Señalo la pared detrás como si quisiera descartar definitivamente algo que evidentemente no podía ser: “Y esta pared, ¿qué te parece?”. Pep le dedica una mirada breve. “Nada. Todo de época moderna”.

Retrocedemos hasta una pista que nos sube al Serrat dels Corbs, el mismo sitio donde acabamos la semana pasada antes de iniciar la bajada. Al otro lado del valle, vemos otra vez la casa de Puigcercós, nuestro destino. Giramos hacia el norte y dejamos la pista principal para tomar otra secundaria que planea debajo de la cresta. Cuando muere al cabo de 500 metros, inicia un camino despejado que bordea el valle del Torrent Llarg sin subidas ni bajadas, salvando una cuesta empinada y boscosa. Es quizás el momento más relajante del día.

El camino que va a Puigcercós

Empieza a hacer calor y nos quitamos los jerseys. Nuestro camino muere en una fuente desde la cual arranca una corta pista de desembosque que entra en aquella pista que pareció tan interminable a mi hijo la semana pasada. Subimos al cruce del estanque y tomamos la única pista que quedaba, a la derecha, y al cabo de media hora nos plantamos en la casa.

Comemos bajo una encina al lado de la casa. Aquí es más montañoso, lo que ha propiciado la supervivencia de caminos. Hemos visto el arranque de algunos caminos más que Pep ya está reservando para el próximo invierno. Con las ruinas de la casa delante, nos transportamos mentalmente a un pasado remoto. “La verdad, no me veo corriendo detrás de aquel corzo con una lanza en la mano”, admite Pep. “No haría falta. Ya haría 20 años que nos hubiéramos muerto”, le contesto. “Y Carles sería un anciano”.

Las ruinas de la casa de Puigcercós

Empieza a soplar el viento y es hora de ponerse en marcha. Vamos por una pista que sigue el valle del Rec de Les Heures hasta llegar a una cresta, donde vemos un camino que la cruza. Giramos para bajar. Es un camino que también eligen las motos y la erosión ha dejado profundos surcos en algunos tramos de mucho pendiente. Eso de las motos es cada vez más polémico. Dejando de lado el aspecto legal, hay gente que dice que las motos ayudan a conservar los caminos y otros que dicen que los estropean. Pero lo cierto es que no hay la misma permisividad de antes y los forestales empiezan a denunciar a los motoristas que circulan por los senderos.

Llegamos al camino antiguo de la Riera de Merlès, ligeramente al norte de la casa de Les Heures. 

El camino antiguo de Les Heures

Bajamos a la riera. Allí, hay el molino de Vilartimó, con la casa arreglada arriba y la estructura del molino abajo, colgado sobre el agua, con una evidente factura medieval, dice Pep. Un poco más arriba, la presa del molino, y un poco más abajo, la presa del cercano molino de Les Heures. Cruzamos saltando las rocas y subimos a la pista al otro lado, en la ribera izquierda, y empezamos a bajar.

 El viejo molino de Vilartimó

Y la vista mirando río abajo

Pasamos delante del molino de Les Heures y poco después, el puente de las Goles de Les Heures, que cruzamos. Diez minutos después, estamos en el coche. La cantidad de molinos que hay en esta riera no deja de asombrarme. Algún día, alguien tendrá que hacer un estudio serio sobre el tema.

El molino de Les Heures

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 14,3 km; 450 metros de desnivel acumulado.

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