Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



sábado, 15 de noviembre de 2014

7/11/2014 – El Confós desde Fígols

Se acerca la fecha mágica del 9 de noviembre. Después de que la consulta original fuera suspendida por el Tribunal Constitucional en un tiempo récord, el gobierno catalán ha sacado una versión descafeinada llamada “proceso de participación”. El gobierno español primero hacía bromas sobre el tema pero al ver que la cosa iba en serio, fue corriendo una vez más al Tribunal Constitucional. Pero ahora, con más de 40.000 voluntarios que se encargan de su administración, ya es imparable. Lo que no ha impedido a la Soraya, como una madre preocupada por sus hijos que están a punto de cometer una gran temeridad, advertirnos de las consecuencias legales que podría comportar desafiar las órdenes de los tribunales.

Evidentemente, todo esto será tema de conversación a lo largo del día pero a nivel más práctico, teníamos que dar cumplimiento a un plan de Pep. En nuestros mapas, tenemos una zona extensa en blanco que corresponde a la Baga de Fígols. Pep nos ha dicho una y otra vez que allí no hay nada excepto pistas forestales pero quería mirar las aproximaciones a un interesante camino transversal en la cara sur del Confós que vimos en la salida del 2/5/2014.

Aparcamos el coche en la explanada de la Mina del Curro, por donde pasamos en la salida del 25/10/2013, y subimos por aquel camino de las marcas azules que tuvimos que dejar en aquella salida y que sería el antiguo camino al Coll de Sant Ramón.

Salimos a una cresta y desde allí otro camino medio difuminado se aparta de la pista, continúa por la cresta y desemboca en una antigua zona de cultivo, una ‘artiga’ (ver Glosario). Salimos del bosque frío de la umbría para entrar en un bosque más cálido, con los colores de otoño tocados por el sol y una pendiente más suave. 

Colores de otoño en la Baga de Fígols

En una zona llana, unas marcas azules marchan hacia la derecha, señalando un camino que baja al norte; podría ser el Grau de l’Albiol y lo reservamos para la vuelta. Seguimos subiendo. Pasamos por el Coll de la Veça y luego el Pla del Pou, donde había un pozo, ahora lleno de rocas y cubierto de ramas. Volvemos a entrar en la sombra de la montaña. La temperatura baja, la tierra está espolvoreada de escarcha y los charcos están helados.

Coll de la Veça

Efecto curioso producido por la congelación escalonada de un charco

Por fin llegamos arriba, en la cresta del Confós. Aquí hay sol, calor y vistas inmensas, sobre todo hacia el sureste. Vamos avanzando hacia el este hasta llegar a un buen sitio para comer, acompañados por los graznidos de las chovas que hacen piruetas sobre el vacío.

La vista desde arriba, mirando hacia Picancel

Pep, al ver que estamos disfrutando tanto de las vistas, había pensado continuar por la cresta hasta la Collada de la Bena y luego bajar por las pistas hasta el coche desde el Coll de Sant Ramon. Sin embargo, eso supondría renunciar al Grau de l’Albiol y optamos por bajar en línea recta hasta el punto donde vimos las marcas. Entrego mi GPS a Carles como experto en apuntarlo hacia waypoints lejanos y ponemos rumbo sin camino hacia el NE. La cuesta es cada vez más empinada (“Es lo que tiene ir en línea recta”, replica Carles a mis protestas) pero tiene la ventaja de ir cruzando todo lo que viene en dirección transversal, incluyendo dos caminos que algún día habrá que dilucidar y que probablemente van al Coll de Sant Ramon o la Collada de la Bena.

En el espacio de 2 kilómetros, bajamos 300 metros hasta situarnos delante del camino de las marcas azules. Al principio, todo discurre dentro de la normalidad pero, de repente, el camino desaparece. A nuestra izquierda, hay un precipicio y delante una cresta empinada, donde vuelven a aparecer las marcas. Como es mi costumbre, voy el último y, unos 20 metros más adelante, oigo a Pep que dice: “Esto no le va a gustar a Steve”. Cuando llego a donde está él, veo que el descenso es por una pared de roca de unos 10 metros, con presas para poner las manos y los pies, y después una cuesta de tierra de pendiente fuerte. Pep baja primero para marcar la ruta, y luego Carles. “Espera que haya bajado yo antes de bajar tú”, me dice. Por lo visto, piensa que voy a resbalar y no quiere ser arrastrado en la avalancha de piedras que sin duda provocaría con mi caída. Cuando veo que ya no voy a causar daños colaterales en caso de ir dando tumbos hacia abajo, inicio el descenso. Este ‘grau’, de subida, sería una escalada muy fácil pero, de bajada, es una lucha continua contra la gravedad.

El Grau de l'Albiol

Pero llego abajo sin novedad y se reanuda el camino marcado, que desciende hacia el NW. Tras unos 400 metros, llegamos a un cruce de caminos. Giramos hacia la derecha para descender hacia el torrente, dejando dos caminos para investigar en otra ocasión. Cruzamos el Torrente de Fumanya y empalmamos con un camino ya conocido de la salida del 25/10/2013 que bordea la ribera izquierda del torrente, hasta entrar en la pista donde tenemos el coche.

Así que resulta que aquí sí hay caminos pero desde las pistas, es casi imposible encontrarlos. Ahora se nos ha abierto una perspectiva nueva, con posibles caminos desde Fígols y Fumanya que buscan los prados y los pasos del Confós hacia el sur.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12,5 km; 610 metros de desnivel acumulado.

9/11/2014. Hoy, voté con 2.350.000 personas más. Como era de prever, el gobierno español quitó validez al resultado y proclamó triunfalmente que votó menos de la mitad de la población, después de imposibilitar una votación legal y amenazar con todo tipo de consecuencias. Entrando en aquella aula de escuela, se palpaba un ambiente muy especial, de emoción contenida y esperanza. Pero también es evidente que mucha gente todavía no ve nada claro una separación de España.

jueves, 13 de noviembre de 2014

31/10/2014 – Canales de Val•lobrega

Constatando que lo hemos hecho casi todo y Carles no, y que los años van pasando, Pep recupera un tema muy querido por él: repasar todo, zona por zona, para que la posteridad no tenga que reprocharnos haber dejado todo a medias. Y tiene una nueva palabra que a él le llena de entusiasmo y a mí me da visiones de caminadas repetitivas y áridas: exhaustivo (“ex–haus–tiu” dice Pep en catalán, así, separando las sílabas).

En el Mikado, Pep me recuerda que hay unos cuantos caminos que suben hacia el Confós desde las casas, y concretamente dos que arrancan desde la casa de Val·lòbrega, cruzando el camí ral de Cercs a Peguera y que subirían la Canal de la Bena y la Canal Gavernosa, respectivamente.

Entrada del camino de Peguera en la Collada de Palou

Dejamos el coche en la Collada de Palou y entramos en el camino que va a Erola y Coll d’Hortons, uno de los más atractivos de la zona. No tardamos en percatarnos de una novedad: se ha arreglado la casa de Val·lobrega y donde antes había una humilde casa de pagès, abandonada y en un estado más bien precario, ahora hay un pequeño palacio, con amplias terrazas y piscina, dedicado al turismo rural. El dinero que se ha invertido allí debe ser impresionante. De momento, descartamos reservar habitación (más tarde, vi en su web que se puede alquilar la casa entera por 1.600 euros el fin de semana) y nos plantamos en la entrada de la primera canal.

La nueva casa de Val·lobrega

La primera parte de la subida está bastante despejada, limpiada por los cazadores. Vamos anotando carboneras y localizamos el hueco en la roca donde vivía el carbonero. Sin embargo, en cierto momento, los cazadores optan por un camino transversal y el resto de la subida hasta la última carbonera es bastante penosa.

Volvemos a bajar y tomamos el camino transversal hacia la Canal Gavernosa. El camino está bastante limpio hasta la última parada en un pequeño collado. Después de las sombras de la canal, es un placer volver a tener vistas extensas y nos dedicamos a fotografiar todo lo que tenemos delante, que es mucho. Pero a partir de la última parada, el camino desaparece y es más bien un paso de animales. Abrimos paso por las zarzas mirando el precipicio a nuestra izquierda, con la posibilidad siempre presente de quedar cortados y tener que volver atrás. Pero no, conseguimos llegar a la Canal Gavernosa, donde entroncamos con otro camino.

Mirando hacia la Canal de la Bena desde el paso transversal

Se repite la historia: carboneras y más carboneras, y también varias ‘baumas’ de carboneros. Eso da que pensar: o bien el carbonero podía elegir entre varias residencias según le apeteciera, como los millonarios de hoy, o había tanta madera que daba para varios carboneros.

Dejamos atrás la que debía ser la última carbonera y poco después, el camino desaparece. Ahora sólo queda bajar por este camino medio borrado, empinado y tenebroso, lleno de piedras que han caído de las rocas a nuestra izquierda y derecha, con ramas, zarzas y troncos caídos que nos obstaculizan continuamente. “Una excursión apta para toda la familia”, resume Carles.

En la Canal Gavernosa

Pero ya cerca del camino de Peguera, hay una última sorpresa. La canal se ensancha momentáneamente, con unas grandes explanadas pobladas por hayas probablemente centenarias. “¿Cómo es que éstas no se cortaron?”, me pregunto. Ni siquiera Pep me sabe dar una respuesta definitiva. Superamos los últimos obstáculos y salimos en el camino principal. Ahora, sólo queda deshacer lo recorrido hasta la Collada de Palou. Hoy, los kilómetros recorridos valdrán el triple.

En el camino de Peguera

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 6,2 km; 420 metros de desnivel acumulado.

17/10/2014 – El Pas de la Barra

La semana del 10 de octubre, estuve en Inglaterra. Pep y Carles volvieron a Gòsol, mirando los prados encima de donde estábamos la semana anterior. Encontraron kilos de setas pero poca cosa más. Esta semana, Pep tiene un congreso de arqueología y seremos Carles y yo.

Desde hacía tiempo, quería volver al camino del Pas de la Barra. Es un camino que pasa por la Baga de Cellers, paralelo a la carretera de Sant Jaume de Frontanyà a La Pobla de Lillet pero unos 300 m más arriba y desemboca en las casas de Montclús. En un tiempo, era probablemente la ruta más directa desde Montclús a la La Pobla de Lillet. Lo habíamos hecho unos cuantos años antes de empezar el blog. En aquel tiempo, era difícilmente transitable porque la erosión había provocado deslizamientos de tierra, llevándose por delante tramos extensos del camino. Desde entonces, fue recuperado e integrado en la Xarxa Lenta y tenía curiosidad por saber cómo se había hecho la restauración.

Aprovechando la ausencia de Pep, propuse a Carles que volviéramos allí y utilicé como guía una de las caminadas populares de La Pobla de Lillet que hace un largo recorrido por esa parte del Catllaràs.

Aparcamos mi Patrol en la pista que va a la casa de Junyent, un poco antes de cruzar el Rec de Junyent para subir al Coll de Llevant. Mis lectores asiduos sabrán que, a pesar de tener un coche que es como un tanque y haber hecho un curso en la materia, soy un cobarde cuando se trata de rutas 4x4. Pero esta vez, no llevar el coche más lejos tenía una buena justificación. Volveríamos por la Casa del Castell y no convenía alejarnos mucho de la pista que unía esta casa con la pista de Junyent.

El camino que va al Coll de Llevant

Seguimos las marcas de la Xarxa Lenta que suben al Coll de Llevant. Empieza como pista pero no tarda en marcharse un camino que se adentra en la penumbra del hayedo. Dejamos un atajo que va directamente al Coll y seguimos una circunvalación de las cuestas que va pasando por todas las carboneras. A la derecha, marcha otro camino, que seguimos, dejándolo cuando empieza a bajar demasiado. Parece ser el camino de Junyent al Coll de Llevant. Desde este Coll, el camino sube hacia el Coll de l’Oració, pasando por un curioso ‘grau’, antes de iniciar el largo flanqueo hacia Montclús.

El camino del Pas de la Barra

Lo más destacable de la restauración del camino es que no se nota. Los deslizamientos de tierra se salvan con elegancia, con el mínimo de obra. La pega quizás es su distancia de cualquier punto de acceso con coche, que obliga a incluirlo en una larga ruta.

La Bauma del Xalat

Pasamos por la Bauma del Xalat con signos de haber sido habitado antiguamente, subimos un poco más y salimos del bosque. Vemos los primeros campos de Montclús y luego las casas, arregladas pero vacías. 

La gran casa de Montclús

Pasadas las casas, caminamos hacia la Collada de Montclús por una amplia avenida entre dos muros bajos de piedra. Hace un día espléndido, nos rodean unos prados inmensos y donde empiezan las montañas, bosques de pinos y hayas. El verde de los prados contrasta con los colores de otoño que empiezan a salir y el azul del cielo. “Quitando los pinos y las montañas y olvidando que estamos a 1.300 metros, esto podría ser Inglaterra”, pienso.

 El camino de acceso a las casas

Llegando a la Collada de Montclús

Pasamos por la casa de la Teuleria. Parece que la casa antigua se tiró al suelo y se construyó otra nueva. Lo único que falta es gente. Es como esas películas post-apocalípticas donde todo ha quedado pero la gente ha desaparecido. Hace 100 años, aquí habría gente trabajando en los campos y en los bosques y habría un ruido humano que ahora está totalmente ausente.

En la Teulería, dejamos la pista principal y bajamos por otra a la derecha que nos lleva a otra zona de pequeños prados, llena de encanto. Es el Racó de Ardericó. Cuando acaba la pista, continúa un camino que pasa por una carbonera al lado de un torrente. 

El Racó d'Ardericó

El paso se va estrechando hasta que finalmente, buscamos un pequeño desfiladero entre las rocas del torrente. Unos montículos de piedras nos dan la confianza de continuar y, en 30 segundos, salimos a los campos de Ardericó, una casa de pagès ahora convertida en refugio y cuyo tejado vemos a poca distancia.

Entramos en los campos de Ardericó. El tejado de la casa se asoma por la derecha

Subimos por los campos hacia la Collada d’Ardericó y topamos con una relativa abundancia de rovellones. Carles no puede desaprovechar la ocasión y saca la bolsa. Me dedico a supervisar su labor recolectora, indicando los lugares donde tiene que buscar. “Acuérdate de mi 20 por cien”, le puntualizo, mientras corre arriba y abajo.

Llegamos a la Collada d’Ardericó y bajamos al otro lado, una cuesta empinada, terrosa, y una hilera de montículos de piedras que nos indican por donde bajar. Tras bajar unos 300 metros, marcha un camino a la izquierda que nos lleva a los campos de Arderiu, otra casa de pagès convertida en paraíso de fin de semana. Todas las veces que he venido aquí, nunca he visto a nadie pero es evidente que alguien viene a cuidar la casa y el jardín. ¡Hasta crecen tulipanes en primavera! Pasamos debajo de la casa y en una curva de la pista, tomamos el camino que va hacia la casa de Serra Pigota y la casa del Castell.

La casa de Arderiu

Ya hemos dejado atrás los bosques. Ahora es un paisaje más seco y abierto. Ya lo recuerdo bien de otras veces pero de repente, salimos en un inmenso claro de arenisca. El camino desaparece para reanudarse al otro lado pero ya más abajo. Entra en un bosque espeso de robles. “No me acuerdo de esto”, pienso. “¿Nos habremos equivocado en aquel claro?”. Luego el camino baja por una zona de rocas con unas curvas cerradas. “De eso sí que me acuerdo”, pienso. Pero el camino sigue bajando y me vuelven a asaltar las dudas. Estamos bajando demasiado, acabaremos en la pista de Junyent. Pero finalmente, salimos a los campos de Serra Pigota, con la casa arriba – una casa nueva que parece hecha con bloques de hormigón – y la pista que va a la casa del Castell.

Unas setas curiosas crecen sobre un tronco en el camino hacia Serra Pigota

Al final, no nos habíamos equivocado pero desde la última vez, mi memoria había comprimido el camino hasta dejarlo en una tercera parte. “Estas cosas no pasan a Pep”, pienso. Antes de llegar a la casa del Castell, nos desviamos por la pista que nos llevará al coche, pasando por una antigua fuente, los restos de un horno y la entrada de una antigua mina de carbón.

Los restos del castillo de La Pobla de Lillet

Ha sido un día muy completo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 16,1 km; 870 metros de desnivel acumulado.