Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



jueves, 13 de noviembre de 2014

17/10/2014 – El Pas de la Barra

La semana del 10 de octubre, estuve en Inglaterra. Pep y Carles volvieron a Gòsol, mirando los prados encima de donde estábamos la semana anterior. Encontraron kilos de setas pero poca cosa más. Esta semana, Pep tiene un congreso de arqueología y seremos Carles y yo.

Desde hacía tiempo, quería volver al camino del Pas de la Barra. Es un camino que pasa por la Baga de Cellers, paralelo a la carretera de Sant Jaume de Frontanyà a La Pobla de Lillet pero unos 300 m más arriba y desemboca en las casas de Montclús. En un tiempo, era probablemente la ruta más directa desde Montclús a la La Pobla de Lillet. Lo habíamos hecho unos cuantos años antes de empezar el blog. En aquel tiempo, era difícilmente transitable porque la erosión había provocado deslizamientos de tierra, llevándose por delante tramos extensos del camino. Desde entonces, fue recuperado e integrado en la Xarxa Lenta y tenía curiosidad por saber cómo se había hecho la restauración.

Aprovechando la ausencia de Pep, propuse a Carles que volviéramos allí y utilicé como guía una de las caminadas populares de La Pobla de Lillet que hace un largo recorrido por esa parte del Catllaràs.

Aparcamos mi Patrol en la pista que va a la casa de Junyent, un poco antes de cruzar el Rec de Junyent para subir al Coll de Llevant. Mis lectores asiduos sabrán que, a pesar de tener un coche que es como un tanque y haber hecho un curso en la materia, soy un cobarde cuando se trata de rutas 4x4. Pero esta vez, no llevar el coche más lejos tenía una buena justificación. Volveríamos por la Casa del Castell y no convenía alejarnos mucho de la pista que unía esta casa con la pista de Junyent.

El camino que va al Coll de Llevant

Seguimos las marcas de la Xarxa Lenta que suben al Coll de Llevant. Empieza como pista pero no tarda en marcharse un camino que se adentra en la penumbra del hayedo. Dejamos un atajo que va directamente al Coll y seguimos una circunvalación de las cuestas que va pasando por todas las carboneras. A la derecha, marcha otro camino, que seguimos, dejándolo cuando empieza a bajar demasiado. Parece ser el camino de Junyent al Coll de Llevant. Desde este Coll, el camino sube hacia el Coll de l’Oració, pasando por un curioso ‘grau’, antes de iniciar el largo flanqueo hacia Montclús.

El camino del Pas de la Barra

Lo más destacable de la restauración del camino es que no se nota. Los deslizamientos de tierra se salvan con elegancia, con el mínimo de obra. La pega quizás es su distancia de cualquier punto de acceso con coche, que obliga a incluirlo en una larga ruta.

La Bauma del Xalat

Pasamos por la Bauma del Xalat con signos de haber sido habitado antiguamente, subimos un poco más y salimos del bosque. Vemos los primeros campos de Montclús y luego las casas, arregladas pero vacías. 

La gran casa de Montclús

Pasadas las casas, caminamos hacia la Collada de Montclús por una amplia avenida entre dos muros bajos de piedra. Hace un día espléndido, nos rodean unos prados inmensos y donde empiezan las montañas, bosques de pinos y hayas. El verde de los prados contrasta con los colores de otoño que empiezan a salir y el azul del cielo. “Quitando los pinos y las montañas y olvidando que estamos a 1.300 metros, esto podría ser Inglaterra”, pienso.

 El camino de acceso a las casas

Llegando a la Collada de Montclús

Pasamos por la casa de la Teuleria. Parece que la casa antigua se tiró al suelo y se construyó otra nueva. Lo único que falta es gente. Es como esas películas post-apocalípticas donde todo ha quedado pero la gente ha desaparecido. Hace 100 años, aquí habría gente trabajando en los campos y en los bosques y habría un ruido humano que ahora está totalmente ausente.

En la Teulería, dejamos la pista principal y bajamos por otra a la derecha que nos lleva a otra zona de pequeños prados, llena de encanto. Es el Racó de Ardericó. Cuando acaba la pista, continúa un camino que pasa por una carbonera al lado de un torrente. 

El Racó d'Ardericó

El paso se va estrechando hasta que finalmente, buscamos un pequeño desfiladero entre las rocas del torrente. Unos montículos de piedras nos dan la confianza de continuar y, en 30 segundos, salimos a los campos de Ardericó, una casa de pagès ahora convertida en refugio y cuyo tejado vemos a poca distancia.

Entramos en los campos de Ardericó. El tejado de la casa se asoma por la derecha

Subimos por los campos hacia la Collada d’Ardericó y topamos con una relativa abundancia de rovellones. Carles no puede desaprovechar la ocasión y saca la bolsa. Me dedico a supervisar su labor recolectora, indicando los lugares donde tiene que buscar. “Acuérdate de mi 20 por cien”, le puntualizo, mientras corre arriba y abajo.

Llegamos a la Collada d’Ardericó y bajamos al otro lado, una cuesta empinada, terrosa, y una hilera de montículos de piedras que nos indican por donde bajar. Tras bajar unos 300 metros, marcha un camino a la izquierda que nos lleva a los campos de Arderiu, otra casa de pagès convertida en paraíso de fin de semana. Todas las veces que he venido aquí, nunca he visto a nadie pero es evidente que alguien viene a cuidar la casa y el jardín. ¡Hasta crecen tulipanes en primavera! Pasamos debajo de la casa y en una curva de la pista, tomamos el camino que va hacia la casa de Serra Pigota y la casa del Castell.

La casa de Arderiu

Ya hemos dejado atrás los bosques. Ahora es un paisaje más seco y abierto. Ya lo recuerdo bien de otras veces pero de repente, salimos en un inmenso claro de arenisca. El camino desaparece para reanudarse al otro lado pero ya más abajo. Entra en un bosque espeso de robles. “No me acuerdo de esto”, pienso. “¿Nos habremos equivocado en aquel claro?”. Luego el camino baja por una zona de rocas con unas curvas cerradas. “De eso sí que me acuerdo”, pienso. Pero el camino sigue bajando y me vuelven a asaltar las dudas. Estamos bajando demasiado, acabaremos en la pista de Junyent. Pero finalmente, salimos a los campos de Serra Pigota, con la casa arriba – una casa nueva que parece hecha con bloques de hormigón – y la pista que va a la casa del Castell.

Unas setas curiosas crecen sobre un tronco en el camino hacia Serra Pigota

Al final, no nos habíamos equivocado pero desde la última vez, mi memoria había comprimido el camino hasta dejarlo en una tercera parte. “Estas cosas no pasan a Pep”, pienso. Antes de llegar a la casa del Castell, nos desviamos por la pista que nos llevará al coche, pasando por una antigua fuente, los restos de un horno y la entrada de una antigua mina de carbón.

Los restos del castillo de La Pobla de Lillet

Ha sido un día muy completo.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 16,1 km; 870 metros de desnivel acumulado.

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