Hoy llegamos al Mikado con una novedad
importante: no una sino dos preguntas, y una fecha, el 9 de noviembre de 2014.
Los dos grandes partidos estatales se han puesto de acuerdo para defender la
unidad de España e insisten en que la consulta no se celebrará.
“¿Dónde vamos?”, pregunta Pep. “¿Dónde
quieres ir?”, es mi contrapregunta cautelosa. “Donde quieras. Estoy abierto al
diálogo”, responde Pep pero aún recuerdo la acusación en octubre de que no le
dejaba acabar los sitios y propongo hacer los tres últimos ‘graus’ que nos
quedan en la Cinglera de Vallcebre.
Salimos de Berga con 0ºC pero en la
carretera de Saldes ya son -5ºC y la hierba al lado de la calzada está blanca
de escarcha. “Desde luego”, dice Pep, “pudiendo elegir cualquier sitio en el
Berguedà, nos tienes que traer al más frío”.
Aparcamos el coche en el pequeño
parking fuera del camping, delante de la carretera que va a Sant Corneli. Caminamos
carretera arriba hasta la Foradada. Hace frío. El primer ‘grau’ es el Grau del
Moro, que sale desde la fuente a pie de carretera. Después de un corto
flanqueo, entra en una falla en la pared y la sube, con la ayuda de peldaños
cortados en la roca y cadenas.
Subiendo el Grau del Moro
Y una vez arriba
Llegamos arriba. Ya no tenemos tanto
frío y giramos hacia la Foradada. Aquí se abrió a barrenadas un paso hasta la
carretera, más que nada para el mantenimiento del teleférico que entre los años
40 y 60 transportaba el carbón desde el Coll de Pradell hasta el Collet, donde
pasaba el antiguo ‘carrilet’ de Guardiola a Manresa.
El paso de la Foradada
Una de las estructuras curiosas cerca
de la Foradada es el molino, que aprovecha un hueco en las rocas encima del
torrente. El agua se hacía llegar por un canal de obra, bajaba por la
maquinaria y salía por una especie de portal.
El molino
Todavía es muy pronto para ir al
tercer y último ‘grau’, así que decidimos seguir un camino señalizado de la
Xarxa Lenta que no conocíamos y que va a Vallcebre. Pronto se bifurca y subimos
el camino de la derecha, reservando el camino de la izquierda para la vuelta.
Entramos en el pueblo por Ca l’Andorrà. No me dejan tomar un café en el bar del
pueblo y volvemos a salir por el otro camino, que pasa al lado de Cal Maçana,
antiguo hostal.
El pueblo de Vallcebre
Entramos en un bonito camino que va
bordeando los campos, cruza una pista y luego entra en un pequeño robledo con
unas piedras muy sospechosas desparramadas por el suelo.
La primera parte del camino, que pasa entre los campos
Y la segunda parte, ya en el robledo
Llegamos a una
carretera asfaltada y giramos a la derecha. Caminamos por un paisaje
eminentemente agrícola con campos, prados y casas diseminadas. El contraste
entre sol y sombra es marcado. Pasamos al lado de Cal Ton y finalmente nos
plantamos delante del poste indicador del Grau de les Granoteres.
Antes de enfrentarnos al precipicio,
decidimos reponer fuerzas y comemos. La seguridad del Camp de la Martina parece
muy lejos y muy abajo; el poste avisa que el ‘grau’ no tiene conexión. Mientras
Carles y yo compartimos chocolate, Pep baja a explorar. Unos 10 minutos
después, vuelve. “Un camino magnífico, espectacular. Aunque hay un trozo de
roca con hielo que no te gustará”, añade, mirándome a mí. Pero no me dejo
asustar y paso el tramo de roca sin problemas y entramos en una especie de
cañón.
La entrada del 'grau'
Pasando por el cañón
El camino está acondicionado y baja por una estrecha fisura en la roca.
La última bajada tiene peldaños de hierro y cadenas y salimos a una faja
intermedia con caminos a la izquierda y derecha.
Pep y Carles me esperan al pie de la última bajada acondicionada del 'grau'
Giramos a la derecha y el camino
parece acabar en una gruta formada por una roca adosada. Vemos clavos que
marcan vías de escalada. Probamos el camino a la izquierda. Ha sido limpiado,
se supone por escaladores, y se ve alguna vía. Sin embargo, el camino se hace
cada vez más precario y tampoco tiene intención de bajar sino que va siguiendo
una repisa cada vez más estrecha. Al final, parece que nuestro escalador se cansó
de limpiar y nos deja tirados sin más opciones que dar la vuelta.
La explanada pasada la pseudogruta, pero aún faltaba un último escalón de bajada
Volvemos a pasar por la pseudogruta y
tras un flanqueo un poco delicado, el camino se vuelve a ensanchar y forma una
explanada. Me paro para tomar fotos y cuando continúo, veo que Pep y Carles ya
han bajado un tramo de roca que, esta vez, no tiene cadenas ni ningún otro tipo
de ayuda, y me están esperando.
“Cuidado, Steve”, me dice Pep. No
falla. Podría decírmelo antes de pasar, para que me fijara en cómo lo hace él pero
no, cuando ya ha alcanzado un lugar seguro, da la vuelta y me dice que tenga
cuidado. “No soy tan torpe como él quiere hacerme creer”, digo para mí mismo en
tono desafiante. Me deshago de todos mis bienes terrenales: bastón, mochila,
cámara y sombrero, para que no me estorben, y bajo la roca.
Aunque no lo parezca, el 'grau' baja por una fisura escondida aquí, saliendo en la roca cuadrada en el centro. La pseudogruta está a la izquierda.
A partir de aquí, es un descenso por
el bosque hasta llegar al prado grande que veíamos desde arriba. Bajamos por un
paisaje helado hasta llegar al coche.
Con eso,
damos por concluida la salida de hoy. 9 km; 600 metros de desnivel acumulado.
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