Aquí relato nuestras salidas por los caminos del Berguedà y comarcas vecinas. Como lo pasamos muy bien, queremos comunicar sobre todo buen humor y alegría pero también tiene un fondo muy serio: el camino como bien patrimonial, pieza esencial para entender la historia y digno de conservación. Es nuestra misión desde hace más de 15 años.



lunes, 21 de mayo de 2012

11/5/2012 – Las Minas del Catllaràs (3ª parte)

Sólo nos quedaba buscar unas minas pequeñas que había bajo el Coll de la Ceba. La idea era repasar esas minas y de paso visitar el poblado medieval encima de Vallfogona, que yo había visto pero Pep no. Pep y yo llegamos juntos al Mikado pero es evidente que no es a mí que quiere ver. Cuando por fin entra Carles, su cara se ilumina y se lanza a compartir anécdotas notariales y nuevos descubrimientos en el Archivo Comarcal. “Tienes que venir”, me dice Carles, conciliador. “Lo pasarás bien. El Pedrals dice que nos pondrá una cafetera”. El gesto es de agradecer pero no me veo allí, con o sin cafetera.

Aparcamos el coche en la Collada de Falgars y bajamos al Torrent de Vallfogona por un interesante camino que pasa debajo de la pista. Desde allí subimos otra vez al Collet de Saldó y seguimos un camino que nos había quedado pendiente hacia el Clot del Teixó.

 La vista desde el Collet del Saldó hacia Fontanals, el 3 de mayo

La misma vista hoy

Entre las subidas y bajadas puedo resolver una colita que tenía en mi mapa desde hacía 8 ó 9 años. Volvemos a bajar al Torrent de Vallfogona, que remontamos hasta salir al comienzo de la pista que va a la casa de Vallfogona.

Alguien con visión de futuro dejó tirado este 600 en el Clot del Teixó. No cabe duda que será un hallazgo de valor incalculable para los arqueólogos del siglo XXV

Desde allí, arranca el camino antiguo, ahora marcado como parte de la Xarxa Lenta. Es un camino histórico y entronca con otro igual de histórico que va de Vallfogona a Falgars. Pero nosotros cruzamos la pista y seguimos subiendo por un camino que va cortando los bancales de campos. Y allí, resguardadas bajo una pared de roca, vemos las estructuras que delatan la presencia de los restos de casas medievales. Llegamos al llano y buscamos infructuosamente algo que pudiera ser la iglesia de Sant Cristófol.

 Cerámica delatadora de la presencia medieval debajo de Vallfogona

La casa de Vallfogona

Momentáneamente derrotados, buscamos un sitio con sombra para comer, ya que hace mucho calor. Cansado de tantas idas y venidas, me estiro en la hierba, mecido por la voz de Pep que cuenta los negocios de un tal Farguell Canadell, hábil comerciante de tierras. Siento que el sueño empieza a apoderarse de mí cuando de repente oímos un ruido de alguien que intenta abrirse paso por el boj y una voz femenina que dice “¿Hola?”. Nos miramos con asombro; estamos en la quinta puñeta y es raro que tengamos compañía. Al cabo de pocos segundos, emerge una joven más bien rellena, muy alejada del porte atlético que uno esperaría ver por aquí, con una botella de agua en una mano y un GPS en la otra. “Lo siento”, dice, “pensaba que erais mi compañero” y cruza el llano detrás nuestro sin dirigirnos más la palabra, metiendo la cabeza en los arbustos cada 20 metros, hasta desaparecer en el bosque. Supusimos que estaba haciendo geocaching.

Es hora de continuar y buscamos la pista que va al Camp de l’Ermità y luego al Coll de la Ceba, parando en la Font de Fontanals de la Pobla, una fuente restaurada con buen gusto y un agua fresquísima.

 La Font de Fontanals de la Pobla

Vista del Cadí desde el Coll de la Ceba

Desde el Coll de la Ceba, bajamos hacia la zona llamada la Cort dels Porcs. Había 3 minas por aquí pero sólo encontramos la última, la Mina Concepción. Aquí hay las ruinas de una barraca, la mina cercana pero ahora hundida y una pista que marcha hacia el oeste y seguramente era la vía utilizada para sacar el carbón. Yo había venido aquí sólo hace bastantes años y había que tenido que dar la vuelta en la pista al no poder cruzar un barranco.

Llegamos al mismo barranco, donde el agua ha cortado una profunda zanja, antiguamente salvada por un puente de madera del que sólo quedan cuatro troncos rotos y podridos. Pep tampoco se atreve a cruzarlo y damos media vuelta. Continuamos bajando por el camino, saliendo finalmente en el cruce de pistas para ir a Vallfogona. Desde aquí, caminamos por la pista hasta Falgars. Un autocar acaba de descargar pasajeros en el Santuario.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 11,4 km; 970 metros de desnivel acumulado.

miércoles, 16 de mayo de 2012

3/5/2012 – Las Minas del Catllaràs (2ª parte)

Propuse a Pep que volviéramos a las minas del Catllaràs. Había una zona entre el camino de Falgars y la pista del Xalet del Catllaràs que estaba prácticamente en blanco en nuestros mapas y en algún punto estaba la Mina de l’Artiga de Capdevila.


Pep ha descubierto los libros notariales del siglo XVII y XVIII que ha cedido el Registro de la Propiedad al Archivo Comarcal, repletos de información sobre compraventas de terrenos, hipotecas y préstamos y su entusiasmo se ha contagiado a Carles, que está investigando para un capítulo del libro de La Valldan. En el Mikado, intercambian anécdotas y trucos para sacar datos pero no puedo evitar la sensación que esto no va conmigo.

Aparcamos el coche en La Pobla y emprendemos el GR4 hacia Falgars. En el Primer Grau, tomamos el camino hacia la izquierda, ahora parte de la Xarxa Lenta y que, en teoría, nos tendría que llevar directamente a la zona minera.

Camino desde el Primer Grau

Mientras flanqueamos hacia el Regatell, confieso a Carles que no me siento capaz de pasar horas leyendo esos documentos. “No te preocupes, Steve”, me consuela. “Tienes muchos talentos”. “¿Ah sí?”, replico. “Pues cuando paremos para comer, me los vas a decir todos”.

Con la autoestima más alta, cruzo el Regatell con paso esperanzado y firme. La Xarxa Lenta marca hacia la izquierda pero nosotros seguimos un camino hacia la derecha y entramos en la zona llamada Les Marrades. Siguiendo pistas y fragmentos de caminos, llegamos al Collet del Saldó, donde Pep ve un camino que baja hacia atrás y lleva a Carles (el actual portador del GPS) para marcarlo. Solo en el Collet, me entretengo a mirar el paisaje y escuchar los pájaros, luego fotografío unas flores y finalmente como un sándwich. Aún no han vuelto. ¿Habrán decidido pasar de mí y buscar caminos por su cuenta? Pero cuando estoy a punto de dar el paso irrevocable de marcharme de ese lugar, oigo sus voces. Me cuentan que han seguido un camino importante que precisamente da al lugar su topónimo, Les Marrades o camino con muchas eses.

 Genciana acaule en el Collet del Saldó

Falgars con Pedraforca detrás

Desde el Collet del Saldó, subimos por un camino hasta llegar a la pista del Xalet de Catllaràs. Pasamos por la Mina del Cable, esta vez sin el toro. Allí, vemos nuevamente las marcas de la Xarxa Lenta que seguramente bajarán a la Mina de l’Artiga de Capdevila.

 Pep con el pose clásico del excursionista curtido desde el túnel del Cable

 La bocamina de El Cable
Arranque del teleférico hacia El Empalme en la carretera de La Pobla

En un collado, paramos para comer y una vez acabados, saco la libreta. “Empecemos”, conmino a Carles. Más que talentos, me enumera una serie de cualidades y defectos. Resulta que soy sensible pero pasota, constante pero errático. Cierro la libreta con irritación. Así no vamos a aclarar nada.

Volvemos a las marcas de la Xarxa Lenta. Empieza como un camino amplio que va pasando por las torres del teleférico. Al cabo de un rato, divide. Un camino no señalizado continúa hasta entrar en los campos de la Artiga. El otro, marcado pero más estrecho y empinado, pasa por más torres hasta llegar a la mina, que está situada en una explanada amplia. Desde la bocamina, sale una riera y con lo verde que está todo y el sonido del agua, da un aire muy apacible.

 La Mina de l'Artiga de Capdevila

Base de una de las torres del teleférico

El camino de la Xarxa Lenta sigue bajando hasta entrar en los campos que ocupan huecos entre un caos de rocas. No deja de impresionar ver hilera tras hilera de campos, con los muros de los bancales formados por grandes bloques de piedra recogidos de las cuestas.

Campos de l'Artiga de Capdevila

En un collado, el camino entra con una categoría indiscutible en el Rec del Serrat Pinós hasta salir a la pista de La Pobla. Caminamos por la pista hasta entrar en La Pobla de Lillet por el barrio de Corominas.

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 10,1 km; 900 metros de desnivel acumulado.

viernes, 4 de mayo de 2012

26/4/2012 – Cuatro hombres y un perro en Sant Jaume de Frontanyà

La semana siguiente, voy a Inglaterra, todavía en pleno duelo por mi GPS, que ya debe estar marcando tracks en el Cielo. Pep y Carles salieron ese jueves a mirar caminos entre Santa Magdalena y La Ribera, a caballo entre los municipios de Vilada y Castell de l’Areny.


Cuando vuelvo a Berga, aprieto el botón de encendido del GPS con una última esperanza. Para mi sorpresa, me vuelve a saludar con su alegre pitido de arranque y se enciende la pantalla. Toco los botones; pitan y también cambian la pantalla. Voy corriendo a mostrarlo a mi mujer. “¡Mira! ¡Está vivo!”, grito, con una alegría incontenible. Me explica que lo desmontó y lo dejó un día entero al sol, hasta que hubiera desaparecido toda una neblina de agua en la pantalla. Entre sus muchos talentos, ahora tiene otro: sanadora de GPS.

Hablando con Pep, le propongo la zona entre Sant Jaume de Frontanyà y la Moreta. Aún no estaba todo aclarado allí y nuestras incursiones en la zona de Sant Esteve de la Riba habían despertado su interés por la zona. Emili está recuperado y se une a nosotros.
Aparcamos el coche en el parking del pueblo de Sant Jaume. Al pasar delante del hostal de Cal Marxandó, se nos engancha un perro que nos acompañará con un silencio total. Si está esperando un tranquilo paseo por el pueblo con unos jubilados, le va a salir bastante mal la jugada.

Nuestro acompañante espontáneo

Entramos en el camino antiguo que pasa delante del Molí de Quirze, haciendo un breve desvío para inspeccionar la casa de Cal Volant y Cal Cristí. Debajo del molino y el núcleo de Canemars, tenía una colita (ver Glosario) que sabía que era el arranque de un camino importante. Como quizás recordarán mis lectores, Carles y yo habíamos ido en varias ocasiones a la zona entre Moreta, Palmerola y Puigmiró con sólo un éxito parcial pero tenía la esperanza de que esa colita permitiría aclarar al menos la zona entre Pomeroles y Moreta.

La iglesia de Sant Jaume de Frontanyà vista desde el sur

Entramos en la susodicha colita y, tras cruzar rieras y crestas, nos lleva directamente a Pomeroles. Cruzamos la pista y encontramos enseguida la continuación del camino, que nos llevaría a la Baga de Pomeroles y luego al Bosc de Moreta.

Ya salen prímulas en las zonas de sombra

Aunque surgen algunas colitas nuevas, todo se hace con una facilidad sorprendente. Es como si sólo hiciera falta la presencia de Pep para aclararlo todo.

Pep y Carles estudian el mapa de 1951

“Bueno, por fin tus misterios se resuelven”, me dice Pep.
“Cierto”, concedo, “pero han salido colitas nuevas”.
“Son cosas menores”.
“Pero algún día habrá que hacerlas”.
“Lo importante es saber los caminos principales”, tercia Carles.
Pep me dirige una sonrisa de padre orgulloso.
“Pues sí que lo tienes indoctrinado”, digo, celoso.
“Será un digno sucesor mío”, replica Pep.

Intento asumir con serenidad mi condición de desheredado mientras continuamos por una pista hacia la casa de Moreta. Al entrar en la pista principal, giramos a la izquierda al Molino de Moreta y almorzamos en unas rocas al lado de la riera, tirando trocitos de pan a los peces y trozos algo más grandes al perro. El perro no consigue encontrar un sitio donde sentarse y pasa todo el rato de pie. Su incomodidad acaba contagiándose a nosotros y nos levantamos.

La presa del Molino de Moreta

Ponemos rumbo a Canemars, pasando por la casa de Les Feixes. Pep anota unos agujeros cortados en las rocas en dos puntos de la riera, indicativos de presas. Entramos en los campos de Les Feixes. Con lo verde que está todo, con una temperatura ideal, el ruido del agua cercana, es realmente agradable caminar por aquí. Encontramos los restos de la casa enterrados bajo la vegetación y continuamos, desviándonos por el antiguo camino de Vila-rasa, que pasa a un lado y luego al otro de la pista.

El Gorg dels Matxos, entre Les Feixes y Canemars

Las ruinas de la casa de Vila-rasa tienen cierto aire de castillo escocés, construido sobre un montículo.

Lo que queda de Vila-rasa

El nombre indica que la zona estaba habitada en la Edad Media. Está rodeada de campos con buena tierra y una fuente abundante cerca. El perro se estira bajo la sombra de un cerezo, implorándonos con los ojos de quedarnos un rato más.

El perro intenta convencernos que es hora de la siesta

Pero nosotros no hemos venido aquí para hacer vacaciones y continuamos. Resignado, el perro se levanta y nos sigue. Anotamos la antigua mina de carbón y ponemos rumbo a Sant Jaume, donde llegamos una hora después.

El perro se despide aliviado de nosotros delante de Cal Marxandó

Con eso, damos por concluida la salida de hoy. 12,6 km; 700 metros de desnivel acumulado.